La felicitación es obscena porque ese resultado del programa de ajuste comprometido con el Fondo Monetario Internacional implica ni más ni menos que mucha gente la esté pasando no solo mal, sino peor de lo que ya venía sufriendo.
Pero a la vez la felicitación es coherente y entendible, porque la aguda recesión en la que se hundió la economía no es un daño colateral del programa en vigencia sino una condición indispensable para que logre sus objetivos. Objetivos que, al menos en lo inmediato, no incluyen la mejora en el nivel de vida de la mayoría de la población sino todo lo contrario.
Los objetivos del Acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, al menos en lo inmediato, no incluyen la mejora en el nivel de vida de la mayoría de la población sino todo lo contrario
En el menú de metas que pretendían lograr con el acuerdo se destacan por sobre todo el freno en la corrida cambiaria y una tendencia decreciente en la inflación. Y no hay ninguna duda de que en el tiempo transcurrido desde que se firmó el segundo stand by por USD 57.000 millones, ambas metas están siendo cumplidas.
Para el tipo de estabilidad buscada, el mecanismo de ajuste está funcionando como un violín afinado, por más que la melodía no sea del agrado de la tribuna, ni tampoco de buena parte de los que están en la platea y en los palcos.
Esa estabilidad tenía como requisito necesario que se prolongara la retracción que la economía había comenzado a experimentar a partir del segundo trimestre del año. Y vaya que está ocurriendo. Los números difundidos ayer muestran que la recesión ya acumula ocho meses consecutivos y que afecta a casi toda la economía.
Ajuste severo, por la magnitud y la generalización
De los 15 sectores en los que se clasifica la actividad productiva, 12 registraron caídas interanuales en noviembre, y varios de los más importantes tuvieron bajas de dos dígitos: industria manufacturera (con su séptimo declive consecutivo) retrocedió en 13,3%; construcción 15,9% y comercio un impactante 17% (en su sexta caída al hilo).
De los 15 grandes sectores de la actividad productiva y comercial 12 registraron retrocesos, varios de peso a tasas de dos dígitos porcentuales
El descenso en el nivel de actividad tiene diversas causas, entre las que sobresalen el recorte en el gasto público y los niveles estratosféricos de las tasas de interés, que inhiben la toma de crédito y desvían recursos del consumo y la producción hacia los bancos y la especulación.
Ese frío productivo y de consumo que comenzó en otoño, se extendió por invierno y primavera y se perfila para continuar como mínimo durante este verano, es funcional a las dos prioridades de la política en marcha.
Por un lado, son factores claves para descomprimir el mercado cambiario por la vía del comercio exterior: la caída en la demanda junto con el impacto de la devaluación han provocado una fortísima disminución en las importaciones (en diciembre se desplomaron un 27,1 interanual), lo que complementa la suba que hay en las exportaciones como consecuencia del aumento del dólar y de la mayor disponibilidad de sobrantes en el mercado interno.
Ese reequilibrio en la balanza comercial que aliviana el mercado cambiario se ve reforzado por el menor gasto en turismo al exterior y la mayor afluencia de extranjeros post-devaluación, y porque una parte de los excedentes que se destinaban a la compra de dólares para atesoramiento corrieron a hacer diferencia con los plazos fijos.
Ese conjunto de mecanismos no solo ha frenado la corrida sino que ha creado un exceso transitorio de dólares que están siendo absorbidos por el Banco Central para poner coto a la apreciación del peso.
A la vez, la recesión y la tranquilidad cambiaria han limado la inflación del intolerable 6,5% de septiembre al 2,6% del mes pasado, que si bien no puede ser catalogada como una situación de estabilidad de precios, es soportable dada la experiencia argentina y aceptada por el FMI.
Como si todo lo anterior no fuera suficiente evidencia de que el ajuste está funcionando, también se han recuperado las acciones, al igual que la cotización de los títulos públicos que se refleja automáticamente en un índice de riesgo país bastante más bajo del pico que había alcanzado en diciembre. Claro que la felicitación de Lagarde a tanto acierto, tiene como contrapartida que el gobierno está atravesando su peor momento en términos de imagen.
El ajuste está funcionando, también se han recuperado las acciones, al igual que la cotización de los títulos públicos
Menos confianza en los consumidores
A modo de ejemplos, y tomando encuestas insospechadas de querer sesgar la información en contra del oficialismo, la consultora Elypsis registró una caída de 8 puntos en la imagen positiva de Mauricio Macri hasta 24%, 12 puntos porcentuales menos que Cristina Fernández de Kirchner y 11 menos que María Eugenia Vidal.
Por su parte, desde la Universidad Torcuato Di Tella, la escuela de Gobierno midió que la confianza en el Poder Ejecutivo cayó 15% en enero en relación al mes anterior y se ubicó en su nivel más bajo desde que asumió, mientras que el relevamiento que ayer difundió el Centro de Investigación en Finanzas de esa misma institución muestra que el Índice de Confianza del Consumidor bajó en enero 8% respecto a diciembre y 26,7% en comparación con enero de 2018.
En el Gobierno se muestran confiados de que algunas variables macroeconómicas podrían comenzar a revertir el signo negativo a partir del segundo trimestre, pero no obstante descartan que la mejora sea suficiente como para ser utilizada como herramienta central en la campaña electoral. Esa convicción es la que explica que la estrategia que ya ha sido activada en vistas a la elección haga eje en materia de inseguridad y de lucha anticorrupción.
En el Gobierno se muestran confiados de que algunas variables macroeconómicas podrían comenzar a revertir el signo negativo a partir del segundo trimestre
Entre otras, con iniciativas tan improvisadas y reñidas con elementales criterios de constitucionalidad como el Decreto de Necesidad y Urgencia sobre la extinción de dominio sobre bienes mal habidos en hechos de corrupción. Críticas que surgen de la oposición, pero también por parte de no pocos juristas y abogados oficialistas que no se atreven a hacer públicas sus diferencias.
Algunos de ellos prominentes miembros de la Unión Cívica Radical, un partido que históricamente tuvo como leit motiv discursivo la institucionalidad, pero que con sus silencios, complicidades y fracasos de gestión se parece cada vez más a un partido en extinción que a una alternativa política.
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