La economía de Argentina pasó en pocos meses de un escenario favorable al contraste abrupto de números rojos al término del año. La fragilidad del impulso que habían tomado los indicadores, los errores en el comando de la política económica local, más el cambio de rumbo financiero en el plano internacional se combinaron para consumir los beneficios de un crecimiento económico de cinco trimestres consecutivos -en la comparación interanual- hasta marzo de 2018.
Para semejante cambio de tendencia debieron superponerse factores domésticos, como el alto déficit fiscal, el intenso ritmo de endeudamiento, el ajuste tarifario que potenció la inflación, el atraso cambiario que detonó la devaluación. También sucesos imponderables y ajenos a la política, como la sequía que recortó en un 18% la cosecha de la última campaña, y otros del exterior, como el endurecimiento de las condiciones financieras, con suba de tasas y la caída del valor de los activos.
1) ANUNCIO DE NUEVAS METAS DEL GOBIERNO
El llamado 28-D, aquella conferencia de prensa del 28 de diciembre de 2017 que selló el fracaso de las metas oficiales de inflación expuso las inconsistencias de la política económica y debilitó la credibilidad del Gobierno y la factibilidad del "gradualismo" para abordar el desequilibrio fiscal.
El colapso de la deuda del BCRA terminó de la peor forma: con descontrol cambiario, fuga de divisas e inflación indomable
El Presupuesto para este año proyectó un crecimiento del PBI de 3,5%, una inflación de 15,7% y un tipo de cambio promedio de $19,30 por dólar, pero a la vez reconoció un objetivo de déficit primario de 3,2% del PBI y la reducción de subsidios que se tradujo en incrementos de las tarifas de servicios públicos. Sostener el crecimiento y desacelerar la inflación se hizo incompatible con el fuerte aumento de tarifas y las altas tasas de interés, producto de las necesidades de financiamiento del sector público.
2) SEQUÍA HISTÓRICA
La mayor sequía en 50 años en la zona núcleo durante la época de siembra de soja y maíz, durante el verano, más inundaciones que afectaron los cultivos durante abril, se cristalizaron en una caída de la producción agrícola de 17,7% en la campaña 2017-2018, a 112,4 millones de toneladas, según cálculos de IES Consultores.
El Gobierno fijó objetivos económicos muy optimistas y no logró la coordinación de sus políticas
La pérdida para el principal rubro exportador profundizó el déficit comercial y restó divisas para un mercado de cambios solo abastecido por las colocaciones de deuda pública. La producción sojera argentina del ciclo 2017-2018 fue la más pobre en nueve años, y otros granos clave como el maíz también sufrieron por la falta de lluvias.
3) ENDEUDAMIENTO EXCESIVO
El Gobierno de Mauricio Macri optó por la toma de crédito en el exterior antes que por el recorte fiscal. Dicha estrategia fue útil para apalancar el crecimiento con divisas financieras, como se observó en 2017, cuando el PBI aumentó 2,9% y se ampliaron las importaciones y el crédito hipotecario. Pero pasado el triunfo electoral de octubre del año pasado, y sin un ajuste sensible de las cuentas públicas, fue tomando cuerpo la vulnerabilidad de la economía argentina y su dependencia del endeudamiento.
4) EXPOSICIÓN A LA SUBA DE TASAS
La suba de tasas de interés en EEUU, el fortalecimiento global del dólar y el mayor costo del dinero no pudieron ser asimilados por la Argentina, que debió recurrir al Fondo Monetario Internacional para no caer en default. La política más restrictiva de la Fed de los EEUU desató una fuga de los fondos de inversión de activos emergentes, en un mercado saturado de títulos argentinos.
La depreciación de la deuda soberana se reflejó en el aumento del Riesgo País argentino, por encima de los 800 puntos básicos, que margina al Gobierno de los mercados voluntarios de deuda. Por la caída de la actividad económica y la devaluación, hoy la deuda pública total representa cerca del 80% del PBI, el ratio más alto de América Latina y similar al exhibido en 2006, tras el canje negociado por el gobierno de Néstor Kirchner.
5) DEVALUACIÓN DEL 50%
El valor del peso argentino cayó a la mitad en 2018, presionado por el colapso de la deuda acumulada por el Banco Central. La entidad monetaria emitía Letras LEBAC para absorber el excedente de pesos emitidos para cubrir el rojo fiscal y comprarle al Tesoro las divisas por la colocación de deuda. La política de altas tasas permitió en 2017 crecer y reducir la inflación a la vez. Pero el desarme de LEBAC y la corrida al dólar a partir del 25 de abril terminó de la peor manera: con descontrol cambiario, fuga de divisas y una inflación indomable.
6) PÉRDIDA DE RESERVAS
A la inevitable devaluación, los presidentes del BCRA Federico Sturzenegger y su sucesor, Luis Caputo, le aportaron mayor tensión e incertidumbre, al desprenderse de divisas de las reservas internacionales para contener la estampida del dólar. Después de dos meses de un dólar artificialmente reprimido en 20 pesos, entre el 25 de febrero y el 25 de abril, se desató una espiral ascendente que lo llevó a 30 pesos en agosto y a 41 pesos a fines de septiembre.
Con tasas de interés récord en pesos –hoy cerca del 60% anual-, que frenaron aún más la economía, y un pronto acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el dólar encontró precios de equilibrio en el corto plazo. Las reservas se recompusieron en torno a USD 66.000 millones, unos USD 11.000 millones más que los USD 55.055 millones a principio de año. Pero de ese total, más de la mitad –unos USD 37.000 millones- fueron aportes del FMI –unos USD 28.200 millones- y el "swap" de monedas con China –equivalente a USD 8.725 millones-, cifras que dimensionan la intensa salida de dólares de la Argentina este año.
7) ESCALADA INFLACIONARIA
La determinación del Gobierno para aplicar la suba de tarifas y combustibles, en buena medida atados al precio del dólar, motorizó un ritmo inflacionario sin precedentes desde 1991, cuando permanecían los últimos resabios de hiperinflación. El atraso real de salarios y jubilaciones, el desplome del consumo, y la recesión prolongada por las exorbitantes tasas de interés son ahora el dique de contención para los precios.
La conducción de Guido Sandleris en el BCRA se comprometió ante el FMI a mantener en "cero" la emisión de pesos hasta junio de 2019, un aporte fundamental para frenar la inflación, aunque el incremento de la deuda en LELIQ siembra temores sobre la futura expansión de la liquidez del sistema financiero y renovadas presiones cambiarias.
8) GUERRA COMERCIAL
La disputa entre los EEUU y China por los aranceles no está cerrada. Las proyecciones sobre una desaceleración de la economía internacional, en un marco de rebrote del proteccionismo, se hizo palpable en el último trimestre, con el derrumbe de las acciones en el mundo y de la cotización del petróleo. Con el crédito externo vedado, Argentina necesita de una demanda vigorosa de sus socios comerciales para retomar el crecimiento. Esta posibilidad está amenazada por las barreras comerciales, una actividad global que desacelera y precios de las materias primas más débiles.
9) IMPUESTO A LA RENTA FINANCIERA
La imposición del tributo sobre activos financieros gatilló la liquidación de bonos soberanos argentinos, obligaciones negociables y la salida de fondos comunes de inversión. Al aplicarse también a residentes extranjeros que obtuvieron rentas por LEBAC, el desarme de esta posición para pasarse a dólares empujó a una inestabilidad financiera de la que la Argentina todavía no puede escapar.
10) CAUSA DE LOS CUADERNOS
El escándalo de corrupción a través de contratos de obra pública, que involucró a altos funcionarios de la gestión de Cristina Kirchner y directivos de empresas líderes, llegó en el peor momento, a comienzos de agosto. Afectó las valuaciones de las compañías, deterioró su acceso al crédito y puso en pausa los proyectos de infraestructura.
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