El Indec informó que en octubre el nivel de actividad bajó un 4% en relación con igual mes del año pasado, acumulando la séptima caída interanual consecutiva y un retroceso del 1,7% en los últimos doce meses. Con ese nuevo recorte la producción se ubica algo más de 2% por debajo del final del kirchnerismo, en noviembre de 2015.
La comparación es peor si se toma en cuenta el crecimiento poblacional de los tres últimos años, lo que estimativamente lleva a que el actual producto per cápita sea más de un 5% inferior al de entonces.
El actual producto per cápita es más de un 5% inferior al de fines de 2015
Octubre registró la séptima caída al hilo y en noviembre se llegará a la octava: el cálculo que difundió el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala muestra que ese mes la actividad bajó 4%. La recesión es generalizada.
De los quince sectores en que se clasifican los datos, 10 muestran caídas interanuales, incluyendo aquellos de mayor impacto en materia de empleo y humor social: el comercio 11,2%; la industria manufacturera 5,2%; la construcción 4,7% y transporte y comunicaciones 3,3%. El único que crece sensiblemente es la pesca con 28,4 por ciento.
Además hay fuertes indicios de que diciembre será el noveno mes de signo negativo, y de que la tendencia no se revertirá en los primeros meses del próximo año.
Según el Relevamiento de Expectativas de Mercado que realiza el Banco Central, las consultoras, bancos y centros de investigación que participan del sondeo pronostican en promedio que el nivel de actividad no crecerá en el primer trimestre y que el Producto Bruto Interno de 2019 será un 1,2% menor al de este año, con una disminución entre puntas del 0,2 por ciento.
Caída del ingreso real de los trabajadores
Ese cuadro de situación empeora aún más si se toma en cuenta que ha habido una fuerte poda en el poder adquisitivo de asalariados, jubilados y receptores de asignaciones sociales, y que hay menos trabajo.
Sin embargo, todas las encuestas que se publican, incluso las que elaboran consultoras nada afines al oficialismo, coinciden en que en los dos últimos
meses la imagen del Gobierno y de Mauricio Macri no sólo frenaron su caída
sino que incluso recuperaron algunos pocos puntos respecto, es cierto, del
bajísimo piso que habían tocado.
Parece haber una única explicación posible a esa paradoja. Para un sector de la sociedad la relativa estabilidad del dólar que logró el Gobierno mediante el draconiano torniquete monetario y la consecuente estampida en las tasas de interés, son un factor que tranquiliza y suma algo de apoyo.
Para un sector de la sociedad la relativa estabilidad del dólar que logró el Gobierno mediante el draconiano torniquete monetario y la consecuente estampida en las tasas de interés, son un factor que tranquiliza y suma algo de apoyo
Totalmente condicionado por el Fondo Monetario y su imprescindible financiamiento, resulta cada vez más claro que la principal apuesta del Gobierno no es a que la situación mejore sino a evitar que la crisis se profundice a partir de una nueva disparada del tipo de cambio que haría rebotar la inflación y anularía definitivamente toda posibilidad de reelección.
No es una estrategia que sea reconocida públicamente por los funcionarios, voceros y estrategas de la Casa Rosada. El discurso público vende que la economía comenzará a dar resultados positivos a partir del segundo trimestre del año que viene, impulsada por una recomposición del consumo, el aporte de sectores puntuales como energía, turismo y algunas exportaciones, y algo de los típicos anabólicos fiscales de los meses previos a la elección.
Las malas noticias, ahora
Eso encaja con la idea de adelantar lo más posible las medidas de ajuste comprometidas con el FMI, para despejar la campaña electoral de malas noticias. El tarifazo de transporte anunciado ayer y el cronograma de aumentos de electricidad, gas y agua que no se extenderían más allá de abril o mayo, complementan la estrategia.
Una estrategia que genera serias dudas y encierra una trampa. Por lo ya señalado respecto a cuál es la principal apuesta del Gobierno, la duda más peligrosa y letal para las aspiraciones electorales de Cambiemos es respecto a una eventual nueva corrida contra el peso que desborde la banda cambiaria. La city, las reuniones de consultores con clientes y también la calle, están repletas de versiones sinceras o malintencionadas acerca de un nuevo salto en el dólar.
La duda más peligrosa y letal para las aspiraciones electorales de Cambiemos es respecto a una eventual nueva corrida contra el peso que desborde la banda cambiaria
Otra duda es la que refleja la incesante alza del índice de riesgo país, que es la contracara de los temores sobre la incapacidad en la que podría caer el Estado para hacer frente al endeudamiento que contrajo este Gobierno, que de por sí era elevado y que se potenció con la megadevaluación. Es una duda que en un mal escenario alimenta las especulaciones francas o maliciosas acerca de otra corrida.
La manifiesta confianza acerca de un rebote en la actividad también despierta serias dudas. Más allá de lo que aporte una previsible buena cosecha, Vaca Muerta, la energía en general, el turismo y algunas exportaciones, cuesta imaginar una recuperación con impacto social en un contexto de ajuste fiscal y que difícilmente incluya una sensible mejora en el poder adquisitivo y en el consumo.
La trampa, o si se prefiere el engaño o la ilusión, es que a partir de abril los datos sobre nivel de actividad van a compararse interanualmente con todos meses de 2018 de recesión, lo que favorece un resultado estadístico positivo que no necesariamente refleje una notable mejoría.
Sin embargo, la principal carta electoral a favor del Gobierno no es económica ni está en su poder. La tiene Cristina Fernández de Kirchner con su decisión de volver a competir. Es una carta que hasta hace unos meses garantizaba la victoria del macrismo, pero que con el correr de la crisis dejó de ser una segura carta ganadora.
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