Hasta ahora, diciembre está resultando el peor mes para Wall Street desde 2008. Hace diez años que los principales índices bursátiles en Nueva York no caían en forma tan abrupta, acelerándose la tendencia a la baja luego de la nueva suba de tasas (la cuarta en el año) por parte de la Reserva Federal norteamericana.
De este derrumbe de las acciones más emblemáticas y sobre todo de las tecnológicas en el mercado neoyorkino no tuvo la culpa el déficit fiscal de la Argentina. Tampoco se le puede achacar a la candidatura de Cristina Kirchner o que no se haya reglamentado aún el impuesto a la renta financiera.
Pero estos temas sí debilitan a los activos locales. La suba del riesgo país por encima de los 820 puntos debe ser tomada en serio, aun cuando el año que viene se cuente con los dólares del FMI para hacer frente a todos los vencimientos de deuda. Sin embargo, esa variable refleja el grado de desconfianza extrema que los inversores sienten por la situación económica y política de la Argentina.
La debilidad del mercado neyorkino impactó de lleno en los precios de los bonos argentinos y la suba del riesgo país por encima de los 800 puntos. Fue mucho más esta vez el factor externo que los problemas ya internos ya conocidos
La novedad de las últimas jornadas es que los bonos abandonaron las cotizaciones que venían sosteniendo para retroceder un par de escalones más, hasta sus mínimos de los últimos tres años. De manera coincidente, el riesgo país saltó desde los 700 hasta los 820 puntos básicos. Los títulos argentinos pasaron a rendir más del 13% anual en dólares, lo que le pone una barrera a cualquier provincia o empresa que precise o tenga planes de ir a buscar financiamiento en los mercados.
Todo este deterioro sucedió apenas un par de semanas después de la reunión del G20 en la Argentina, que ayudó a recuperar parcialmente la imagen del presidente Mauricio Macri, luego de un año negro para la economía.
¿Pasó algo que justifique el deterioro de los precios de los activos argentinos este mes? En realidad no parece que haya sucedido algo fuera de lo común. Los números negativos de la actividad ya estaban descontados. Las encuestas siguen mostrando la misma paridad entre Macri y Cristina. El dólar tampoco sufrió grandes sobresaltos en el mes, aunque la tasa de interés muestra ahora más resistencia a la baja.
En realidad, el nuevo deterioro que se observó este mes está influido claramente por el temblor que afectó fuertemente a las cotizaciones en Wall Street, que está a punto de romper nueve años consecutivos de ganancias.
Los inversores buscan salir de mercados emergentes para refugiarse en bonos del Tesoro americano. Y dentro de esa venta de activos, los títulos argentinos son los más afectados.
Esa caída del mercado norteamericano generó una nueva salida de capitales emergentes, que optan por el refugio del bono del Tesoro americano, que ahora paga más de 2,5% anual en dólares por una inversión corta y sumamente conservadora.
Se escucharon muchos comentarios en los últimos días que reiteran el siguiente concepto: todos los emergentes se vieron afectados, pero siempre le pegan un poco más a los bonos argentinos. Eso es algo esperable. Los títulos argentinos tienen lo que en la jerga financiera denominan "alto beta". Al ser considerados riesgosos, reaccionan más negativamente que el resto cuando el mercado cae. Pero podrían reaccionar más rápido cuando peguen la vuelta.
Los bonos de otros países de la región también cayeron y subió el riesgo país en esos mercados, pero de una manera muchísimo más suave que en el caso argentino. Los inversores no tienen tanto apuro por desprenderse de esos activos cuando deciden quedarse más líquidos ante un escenario más crítico.
Aunque muy discutida en su momento, la situación de los mercados internacionales justifica plenamente la decisión del Gobierno de recurrir al FMI para hacer frente a sus vencimientos de deuda.
La suba de las tasas en Estados Unidos y mercados mucho más complicados convalidan sin lugar a dudas la decisión del Gobierno de recurrir al FMI. En mayo esto no estaba tan claro, hoy hay pocas dudas que no quedaban demasiadas opciones si la decisión era no caer nuevamente en cesación de pagos.
Junto con el aumento del riesgo país, también trepó fuerte el seguro antidefault de bonos argentinos. Inversores estuvieron dispuestos a comprarlo con un costo de 9,7% anual. Es decir que están dispuestos a pagar casi 10% para cubrirse en el caso que el país vuelva a declarar un default. Es casi tres veces más que lo que costaba la prima hace ocho meses.
No es mucho lo que el equipo económico puede hacer para detener el derrumbe de la Bolsa neoyorkina. Pero sí se pueden dar algunas señales que ayuden. Esta semana, por ejemplo, hubo mucho ruido por los rumores relacionados con la aplicación del impuesto a la renta financiera. Es insólito que faltando tres días hábiles para que termine el año los inversores no sepan cómo será aplicado.
Y se vienen por delante meses que serán decisivos para determinar si es posible una reactivación más o menos potente. Todas las apuestas están enfocadas en la cosecha gruesa, pero también en que otros sectores empiecen a traccionar, como el turismo o las economías regionales.
La recuperación económica es algo acuciante para el Gobierno, a medida que se aproxima un año electoral clave. Pero además precisará algo de suerte, en especial que los mercados internacionales no le jueguen una mala pasada y afecten todavía más a los bonos y otros activos locales. Eso dificultará mucho la salida de la crisis y por ende, la posibilidad de un rebote se extendería en el tiempo. Algo a todas luces inconveniente si se busca mantener intacta la chance de reelección del Presidente.