La "lluvia de inversiones" que prometía el Gobierno cuando asumió a fines de 2015 no fue. Cuando parecía que podían llegar más dólares para invertir en el sector real de la economía, la Argentina sufrió una fuerte crisis cambiaria y todo volvió a fojas cero. Para el 2019 el panorama no luce mejor. Incluso los principales referentes del equipo económico y de Jefatura de Gabinete reconocen que deberán lidiar con un año de fuerte caída de las inversiones, que podrían tocar su nivel más bajo desde el 2015.
Se trata de un obstáculo que puede pegarle a la ansiada reactivación que se espera para el año que viene, clave para las chances electorales de Mauricio Macri. El campo será uno de los pilares del repunte, ya que su sequía estaría quedando atrás. Se espera una excelente cosecha que dejaría al país unos USD 9.000 millones adicionales en 2019 y además ayudaría a reactivar otros sectores como la maquinaría agrícola y el transporte de carga.
También ayudará un dólar más competitivo, que mejoraría las exportaciones y borraría el déficit comercial. Sin embargo, el sector exportador es aún demasiado chico como para empujar por sí solo la actividad económica. La otra pata de la mejora es el consumo, ya que la reapertura de las paritarias en muchos sectores junto con una inflación más baja le daría más impulso a la demanda interna, muy golpeada en estos últimos meses. Hay distintas mediciones, pero en promedio el salario real está cayendo más de 10 puntos este año.
En el equipo económico reconocen que es poco lo que pueden hacer para que no se caiga la inversión el año que viene. Por eso, se negocian préstamos directos a largo plazo desde Estados Unidos, China y otras potencias
La inversión, sin embargo, será una de las patas ausentes el año que viene. El motivo principal es conocido: la enorme incertidumbre electoral. Con precios de activos que todavía no ajustaron a esta gran incógnita, ¿quién se apuraría a realizar apuestas de largo plazo en la Argentina? Los precios de las propiedades, terrenos y también de las empresas está lejos de haber sufrido una caída en dólares como la que tuvieron los bonos y acciones locales.
Es decir que confluyen las dudas sobre quién gobernará la Argentina luego de las elecciones de octubre del año que viene, sumado a la noción de que tampoco se pierde mucho por esperar para dar un próximo paso.
La caída de la inversión se da tanto desde afuera, es decir muy poca participación de extranjeros, pero también desde adentro. En general los grandes procesos de repunte económico vienen impulsados por grandes empresas locales y fundamentalmente por las PYME. Hoy están todos mucho más preocupados en ver cómo pagan el aguinaldo o de dónde obtienen financiamiento razonable para capital de trabajo.
Son pocos los sectores que hoy tienen planes de contratación de personal o de expansión del negocio. En primer lugar aparecen empresas relacionadas al rubro energético (petroleras y gasíferas), alentadas por el potencial ya comprobado de Vaca Muerta. El campo también será protagonista y luego se puede mencionar a sectores que utilizan tecnología en forma intensiva.
Con la incertidumbre electoral, es casi imposible pedirle a las empresas que hagan proyecciones a largo plazo. Pero también complica la fuerte presión impositiva y las elevadas tasas de interés
Sin embargo, no alcanza para compensar la falta de proyectos de otros segmentos y ni hablar la ausencia de interés en el exterior por aumentar la presencia en la Argentina. La presión impositiva es otro gran obstáculo para captar fondos a largo plazo. La Argentina se volvió un país anticompetitivo por la presión fiscal y la falta de una legislación laboral más amigable a la contratación de personal.
Incluso los programas de Participación Público Privada están aún dando vuelta. Se comprometieron a mediados de año USD 6.000 millones entre consorcios locales y extranjeros para avanzar con la construcción de nuevos corredores viales. Pero ahora las primeras inversiones podrían demorarse incluso hasta agosto del año que viene, ante las dificultades de los consorcios para hacer frente a las necesidades de financiamiento.
El Gobierno es consciente de esta situación y que hay poco para hacer en la medida que no se despejen las dudas por las próximas elecciones. Pero mientras tanto se optó por un camino alternativo: negociar directamente con las potencias caminos alternativos para conseguir dinero fresco.
Lo explicitó el propio Mauricio Macri ni bien terminó el G20. Por redes sociales, el Presidente indicó que el país obtuvo "USD 4.000 millones en financiamiento en los próximos meses. Con los acuerdos con las principales economías del mundo financiaremos obras clave de energía térmica, solar y eólica, gasoductos, infraestructura vial y logística. Avanzan especialmente las plantas de energía renovable".
Ese dinero surgirá por ejemplo de la OPIC, la entidad norteamericana que financia inversiones para el sector real fuera de Estados Unidos. También hay fondos y garantías chinas, por ejemplo para avanzar con obras por USD 1.000 millones en el San Martín Cargas, y otros países como Italia también comprometieron fondos a largo plazo, por ejemplo para que continúe el soterramiento del tren Sarmiento.
Se trata del Plan "B" para intentar que la baja de inversiones no tenga un efecto todavía más fuerte en la economía y no demore la recuperación económica. Recurrir al sector público parece hoy la única opción para superar la otra sequía, la de inversiones, con la que deberá lidiar la economía argentina en 2019.