El próximo capítulo del acuerdo stand-by entre la Argentina y el Fondo Monetario Internacional ya tiene fecha: el 26 de octubre. En esa fecha, el directorio ejecutivo del organismo multilateral se reunirá en Washington para rever y seguramente aprobar el nuevo programa de desembolsos en el acuerdo stand-by, ahora de USD 57.100 millones.
El cambio en el cronograma y monto final ya había sido concretado entre las máximas autoridades económicas argentinas y del Fondo, con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y la directora gerente Christine Lagarde comunicando el detalle hace dos semanas en Nueva York.
Si bien el calendario oficial marca la reunión como una revisión del primer acuerdo firmado en junio de este año, fuentes del Fondo confirman que en la práctica durante la reunión se trataran los cambios anunciados por Dujovne y Lagarde. Los mismos son un adelanto de los USD 50.000 millones originalmente pactados (concentrándose en lo que resta de 2018 y en 2019) además de desembolsos adicionales por USD 5.800 millones.
En los números, esto implica un nuevo monto total que el organismo prestará al país: USD 57.100 millones.
La reprogramación de desembolsos fue el resultado de una serie de noticias por las que el Gobierno entendía que se habían generado dudas respecto a su programa financiero para los próximos años y su capacidad de cumplir las obligaciones negociables. En ese aspecto, el adelanto de fondos buscará dar certezas de cara al mercado de capitales internacional.
El anuncio de la reprogamación implicó ciertos cambios en el programa económico originalmente propuesto por el Gobierno. Particularmente, se ajustaron las metas de déficit fiscal a través de cambios no solo en el lado del gasto público sino también de la recaudación tributaria.
Otro cambio importante se dio en el frente monetario de la ecuación, con la partida de Luis Caputo al frente del Banco Central y su reemplazamiento por Guido Sandleris (ex secretario de Política Económica del Minsterio de Hacienda) marcando el final del esquema de metas de inflación. El ex funcionario de Hacienda instituyó un programa monetario en el que la variable objetivo ya no es la inflación sino los agregados monetarios, específicamente instalando un programa de emisión monetaria cero.
La misma absorbe los pesos "libres" en la economía para evitar que generen presión sobre el dólar pero también para limitar el factor inflacionario de mayor circulante. La contracara, apuntan algunos economistas, es la fuerte limitación que se pone sobre la capacidad de consumo en un contexto que ya viene negativo para el sector y para la economía en general.
Las nuevas Perspectivas de la Economía Mundial (WEO, por sus siglas en inglés) del FMI prevén que la economía argentina bajará un 2,6% en 2018 y otro 1,6% el año que viene.
Seguí leyendo: