Si en algo coincidían los diagnósticos del Gobierno, la mayoría de los economistas, empresarios y opositores era en la necesidad de frenar la escalada del dólar, tras un aumento de más de 100% en seis meses. Había dos opciones: seguir usando reservas para aumentar la oferta o subir todavía más las tasas de interés para tentar a los inversores. En el acuerdo con el FMI se optó por la segunda alternativa y los resultados comienzan a estar a la vista.
El mecanismo negociado en Washington con los burócratas del Fondo funcionó de acuerdo con lo previsto en las dos primeras semanas. Con el plan "emisión cero" las tasas volaron por encima del 70% anual. Y el dólar acumuló dos semanas de caída, que ya supera el 10% desde los máximos que había alcanzado a fines de septiembre.
La "medicina" para controlar al dólar, sin embargo, está teniendo fuertes consecuencias o "efectos colaterales". La gran pregunta a esta altura que nadie se anima a responder es por cuánto tiempo las tasas seguirán en valores astronómicos. Mientras tanto, las PYME tiene que pagar un piso de 80% anual para financiarse con descuentos de cheque o adelantos en cuenta corriente. Y el público tiene que pagar 100% para sacar un préstamo personal y hasta 120% para refinanciar un vencimiento de la tarjeta.
Resulta muy difícil justificar racionalmente estas tasas superiores al 70%. Sobre todo teniendo en cuenta que la inflación esperada para los próximos doce meses no supera el 25%
Semejante salto del costo del dinero representa un duro golpe para la actividad de las empresas, afectadas por un fuerte descenso en las ventas y ahora también por un gran aumento del costo financiero. Paradójicamente, el aumento de tasas que procura una reducción de la inflación genera el efecto contrario, porque las empresas deben trasladar a los precios el encarecimiento del crédito.
En la medida que las tasas no bajen más o menos rápido, la recesión se seguirá profundizando y además se extenderá una mayor cantidad de meses. Por eso, ahora el reloj está en marcha y cada día que pasa se profundiza el derrumbe. Según las estimaciones privadas, la economía caería hasta niveles 6% en términos interanuales en el primer trimestre de 2019. Y luego todo dependerá de la fuerza del campo para salir de la recesión.
Pero semejante nivel de tasas no sólo afecta en forma directa a la actividad económica. También profundiza los desequilibrios que arrastran las finanzas públicas. El costo para el Banco Central de emitir bonos de corto plazo para absorber pesos se va multiplicando semana a semana. El stock de Leliq crece sin parar y amenaza con transformarse en otras bola de nieve, incluso peor a la que se había formado con las Lebac, que ahora están en vías de desaparición.
El plan “emisión cero” provocó un nuevo salto de la tasa de interés con dos efectos simultáneos: un gran aumento del costo de financiamiento de las empresas y nuevamente el aumento de los pasivos del Central por la emisión de Leliq
Las Leliq tienen un rendimiento del 72% anual, según la colocación del viernes. Como el Central paga semanalmente a los bancos, la tasa de interés se capitaliza, por lo que en el transcurso de un año esa tasa efectiva es del 100%. Para los bancos es un negocio redondo: captan plazos fijos del público a tasas del 45 a 50% para luego colocarlo en el BCRA a más del 70%.
El problema lo tiene una vez más el BCRA. Las Leliq empezaron siendo un monto mínimo pero su crecimiento es exponencial. El stock ya suma $ 450.000 millones pero aumentará mucho más en el corto plazo por dos razones: el rescate de Lebac y las altísimas tasas de interés que se pagan semanalmente.
Esta necesidad de refinanciar a diario grandes volúmenes de Leliq hace que se vuelva mucho más díficil bajar las tasas de los niveles actuales. La esperanza es que el dólar toque el piso de la banda de flotación cambiaria negociado con el Fondo y el Central pueda emitir pesos para comprar divisas. Ese escenario podría aportar algo de alivio para que bajen un poco los rendimientos.
El dólar se estabilizó, pero ahora la urgencia es empezar a bajar las tasas de interés para no profundizar el impacto sobre la economía. Sin embargo, no hay señales de que esto vaya a resultar sencillo.
Alberto Bernal, estratega de XP Securities, escribió el viernes un informe para inversores indicando que "en las próximas dos semanas" el dólar debería tocar el piso de las bandas cambiarias. A fin de mes, ese nivel sería de $35, teniendo en cuenta el ajuste de 3% mensual que se utilizará para actualizar el piso y el techo del corredor cambiario.
El viernes dejó una señal preocupante. El Central bajó un poco más de un punto las tasas que paga por las Leliq, pero el dólar revirtió la caída que venía mostrando y pasó en cuestión de minutos de $ 36,05 en el mercado mayorista a $ 36,75, incluso por encima del cierre anterior. Tan sólo el amague de una baja de tasas automáticamente repercutió en un aumento del tipo de cambio. Esta semana quedará más claro si se trató de una mera casualidad.
La montaña de Leliq que acumulará el Central y los intereses astronómicos que tendrá que pagar llevaron a algunos economistas a realizar advertencias extremas. Fueron los casos de Agustín Monteverde y Carlos Rodríguez, que plantearon el peligro concreto de encaminarse hacia un nuevo "Plan Bonex" si no se revierte rápido la suba de tasas. En otras palabras, sería necesario refinanciar las Leliq con bonos mucho más largos, pero con el riesgo de dejar ilíquidos a los bancos para responder ante una salida de depósitos.
Las tasas arriba del 70% no se pueden justificar por la suba de la inflación que habría llegado al 7% en septiembre y apunta al 5% en octubre. Ese fuerte ajuste de precios es un fenómeno relacionado con la devaluación.
Para adelante, se supone que la inflación en realidad se ubicaría en niveles cercanos al 25% en los próximos doce meses. Por lo tanto, se estaría pagando ahora una increíble tasa real (descontada la inflación) de más del 45%. La más alta de la historia argentina. A fines de 2017, por ejemplo, el Central pagaba tasas del 30% para una inflación esperada del 20%. Fue antes que Jefatura de Gabinete decidiera un cambio de las metas de inflación para forzar la reducción de tasas.
El éxito de este segundo plan en marcha del Fondo, aun sin que se haya firmado el nuevo acuerdo, dependerá de que se recupere rápido la confianza. Así el público y las empresas dejarán de comprar dólares y aumentará la demanda de pesos. Eso permitiría estabilizar el tipo de cambio y al mismo tiempo bajar las tasas de interés, poniendo en marcha un círculo virtuoso.
El próximo desembolso del Fondo de USD 13.000 millones debería ayudar para equilibrar el tipo de cambio y que las tasas puedan descender gradualmente. Del otro lado la cercanía del proceso electoral y las grandes dudas sobre el futuro Gobierno después del 10 de diciembre del año que viene condicionará de ahora en más cualquier recuperación más sostenida.