Un 27,3% de la población estuvo debajo de la línea de pobreza durante el primer semestre de este año, mientras que un 4,9% no logró cubrir sus necesidades básicas, entrando en la indigencia. De acuerdo con datos del Indec, el período entre enero y junio del 2018 representa una leve desmejora de la situación social.
Ese aumento se explica por el insuficiente aumento del empleo, más aún frente a un singular crecimiento de la oferta de trabajadores y a que se aceleró la inflación, y debilitó el poder de compra de las familias.
Las expectativas por los datos parciales de la segunda mitad del año –que se harán públicos a comienzos de 2019– indican que quedará nítidamente reflejado el efecto negativo del mayor impacto de la devaluación y de la suba de los precios sobre la capacidad de compra de los salarios y jubilaciones.
Se prevé que la medición del segundo semestre reflejará con nitidez los efectos negativos del mayor impacto de la devaluación y de la suba de los precios sobre la capacidad de compra de los salarios y jubilaciones
Combinando un primer período de recuperación económica de los primeros tres meses del año con el punto de inflexión que representó el comienzo de las turbulencias cambiarias, provocaron que la medición del primer semestre fuera 1,6 puntos porcentuales superior al de final de 2017, cuando totalizó 25,7%. La medición del Indec tiene en cuenta el nivel de vida en los 31 centros urbanos más poblados del país.
Sin embargo, respecto de igual tramo del año anterior se mantuvo la tendencia bajista, porque aún las estadísticas oficiales dieron cuenta de crecimiento neto del empleo, mientras que los ajustes por la movilidad jubilatoria posibilitaron atenuar el efecto de la mayor inflación.
El aumento corta la tendencia a la baja que venía formándose en los últimos tres semestres anteriores, luego de la reformulación del Indec. A finales de diciembre del año pasado, unas 7 millones de personas estaban clasificadas como en situación de pobreza.
Con el mínimo cambio respecto de fin del año pasado, ahora 7,5 millones de personas se encontraron en situación de pobreza durante la primera mitad del año, mientras que el dato de indigencia de 4,9% de la población representa a 1,3 millones de personas.
En agosto, el organismo estadístico había relevado un aumento de 3,6% en la línea de pobreza, definida por la canasta básica total (CBT), a $6.753. Mientras tanto, el mínimo necesario para cubrir las necesidades alimentarias fue de $2.701, un 2,8% mayor que el dato de julio.
De los desagregados regionales, se destacaron los casos del Noreste (30,2%) y el Noroeste (28,6%) como los de mayor personas en situación de pobreza. También se destacan algunos ejemplos provinciales como es el caso del de Gran Buenos Aires, donde el 31,9% de la población estuvo clasificado como pobre, debido a la combinación de aumentos inflacionarios generales y el efecto tarifario en los frentes de transporte y energéticos que pegaron en mayor medida ahí.
Desde el cambio de la metodología de medición de la pobreza e indigencia, en el segundo semestre de 2016, se redujo la población afectada en 1,9 millones y 560 mil personas, respectivamente
Fuentes del Gobierno destacaron que desde que se modificó la metodología de medición de la pobreza por parte de la gestión anterior, a partir del segundo semestre de 2016 la pobreza se redujo en 4,9 puntos porcentuales, desde un pico del 32,2% de la población. Significó una mejora para 1,9 millones de personas.
Mientras que en el caso de la indigencia, que comprende a personas y hogares que no reúnen los ingresos mínimos para poder comprar la canasta básica alimentaria, la reducción en ese período fue de 1,4 puntos porcentuales, disminuyó en 560 mil personas.
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