En julio de 2018, la actividad económica cayó un 2,7% respecto del mismo mes del año pasado, según el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del Indec. El organismo estadístico también consignó una suba de 1,4% respecto de junio.
La combinación, que a primera vista parece conflictiva, en realidad se explica por dos razones: la baja base de comparación que dejó junio, cuando se registró una caída del 6,7% interanual y la marginal estabilidad cambiaria que se experimentó en julio, mes en el cual el dólar terminó bajando un 5%, una anomalía cuando se considera la devaluación acumulada en lo que va del año.
El factor sequía continua encabezando la desaceleración económica, con el rubro agroganadero que cayó un 10% respecto del año pasado. Pero también se destacó el empeoramiento del consumo privado frente a la escalada de la inflación, con una caída del 6,4% en los sectores minoristas y mayoristas. También se puede observar en la baja de 5,1% en la industria manufacturera.
Desde agosto pasado, la variación de 3,7% al -2,7% informado hoy representa una brecha de 6,4 puntos porcentuales, sustancial aunque también es importante notar que la diferencia establecida en julio de 11 p.p. fue el reflejo más fuerte del punto de inflexión que vive la economía desde el comienzo de las turbulencias en abril.
Rendimiento dispar
Dentro de la caída general que vienen reflejando las últimas ediciones del EMAE, continúan habiendo algunos pocos rubros que presentan una evolución positiva.
En el caso de julio, se destacaron los sectores de la pesca, que pasó de una caída del 16,7% en junio a un crecimiento del 5,9%; y la intermediación financiera que aprovechó la "pax cambiaria" para maximizar su rendimiento a 7,1%, creciendo por vez número 19 de forma consecutiva.
La caída en actividad económica relevada por el EMAE del Indec es tomada por varios en el sector privado como una previa de lo que termina siendo el dato concreto de producto bruto de la economía informado trimestralmente. El último dato comunicado por el ente confirmó lo que muchos esperaban: la economía entró en un sendero de caída durante el segundo trimestre del año.
Una baja de 4,2% respecto del año anterior se explicó por la combinación de la corrida cambiaria experimentada entre abril y mayo de 44%, la sequía de principio de año y el empeoramiento en consumo producto de la escalada inflacionaria. La expectativa para lo que queda de 2018 y el primer trimestre del 2019 es que el sendero recesivo continúe, encontrando un piso en marzo del próximo año.
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