Negociación clave con el FMI esta semana para dominar al dólar

La sede del Fondo Monetario Internacional (Foto archivo: AP)

La parte fiscal del acuerdo que se firmará en un par de semanas con el FMI ya es cosa juzgada: el Gobierno se comprometió a alcanzar el déficit cero el año que viene y así será plasmado en el proyecto de Presupuesto 2019 que mañana el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, presentará en el Congreso. El camino hacia el equilibrio fiscal incluye las dos medidas más fuertes que había sugerido el Fondo en la anterior negociación pero que habían quedado de lado: la aplicación de retenciones adicionales al campo y un freno temporal a la baja de impuestos previsto en la reforma tributaria.

El problema sigue siendo la política monetaria. Casi todos los economistas coinciden a la hora de calificar aquel acuerdo firmado en mayo: un verdadero mamarracho. Y también dentro del Gobierno reconocen los errores que se cometieron, aunque prefieren culpar al ex titular del BCRA, Federico Sturzenegger, quien renunció a los pocos días de su implementación. El techo de inflación se había fijado en 32%, un objetivo que ya quedó totalmente desactualizado.

El FMI había dispuesto en esa negociación que las reservas netas no podían bajar en ningún momento de la vigencia del acuerdo e incluso que debían subir un poco durante el 2019. De esa forma, se dejó al Central sin la posibilidad de intervenir en el mercado de cambios, salvo tocando para arriba o para abajo las tasas de interés. Un programa absurdo teniendo en cuenta las características de economía bimonetaria de la Argentina.

La suba del dólar está corrigiendo rápido los desequilibrios de la cuenta corriente. Se reduce la salida de divisas por viajes y se achica el rojo comercial. Pero no frena el ahorro en moneda dura, por lo que la demanda se mantiene muy firme

Así, el Fondo buscaba asegurarse que lo viene buscando desde el primer momento: que el dólar flote libremente y llegue "al precio que el mercado considere". El ajuste del tipo de cambio está corrigiendo con rapidez el gran déficit de cuenta corriente que sufría la economía argentina. Ahora ya se van muchos menos dólares por viaje y la balanza comercial pasaría del déficit rápidamente al superávit el año próximo. Todo está directamente vinculado a un tipo de cambio real alto, el mayor en los últimos diez años a fuerza de una brutal devaluación.

Lo que siguen sin tener en Washington es que ese dólar alto no enfrenta adecuadamente el mayor desafío que tiene la Argentina en los meses que vienen: el atesoramiento en moneda dura como resguardo. No importa que el dólar se vaya a las nubes: los argentinos igual quieren seguir comprando, porque no confían en su moneda. Y creen (con buena dosis de razón) que es la mejor manera de cubrirse ante el salto inflacionario.

Por eso, la intención del titular del BCRA, Luis Caputo, es poder intervenir con mucha más decisión en el mercado cambiario. No sólo para ponerle un freno a la suba de la divisa sino eventualmente incluso para hacerla caer de los niveles actuales. Así, se les daría un mensaje a los operadores que también pueden perder especulando con la compra de dólares. Pero la realidad hasta ahora es otra: quien viene comprando divisas desde abril ganó una fortuna. Los últimos 30 días, por ejemplo, el salto ya acumula una rentabilidad del 35% en pesos, algo imposible de conseguir con ningún otro negocio.

La última semana mostró una clara mejora de los bonos, lo que se reflejó en una baja del riesgo país y menos desconfianza. Sin embargo, localmente siguió la presión sobre el dólar, que terminó en un nuevo récord de $ 40,50

Estabilizar el dólar sería la primera señal para cambiar el humor interno. Y además alentaría el ingreso de capitales para apostar a las altas tasas de interés en pesos, que el Central fijo en 60%.

La evolución de los mercados en esta última semana mostró un comportamiento extraño. Se registró presión alcista sobre el dólar, que terminó la semana en un nuevo récord a $ 40,50. Sin embargo, el riesgo país operó en baja y cerró a 657 puntos. Hubo fuerte saltos en los bonos que venían más castigados, ante compras de inversores extranjeros. El próximo acuerdo con el FMI y el respaldo de gobernadores para conseguir el déficit cero fueron buenos argumentos para que algunos fondos decidieran posicionarse en bonos argentinos, que ofrecen altos retornos.

Localmente el dólar sigue siendo el termómetro de la desconfianza. Con una inflación que este mes se acercará al 6% y una economía en franca caída, es lógico que la única cobertura termine siendo la compra de divisas.

Los rumores sobre una vuelta a la Convertibilidad o dolarización fueron desmentidos de plano por el Gobierno. Justamente el programa económico es exactamente al revés. El dólar flotante es supuestamente el instrumento que permite amortiguar los impactos negativos que recibe la economía. Claro que ahora a costa de un gran impacto en la inflación y en la actividad económica. Sin embargo, las palabras del asesor de la Casa Blanca, Larry Kudlow, dejaron flotando que la idea al menos había sido comentada con el Tesoro norteamericano.

Volviendo a las idas y vueltas del mercado cambiario local, hubo al menos cuatro etapas desde que se firmó el acuerdo con el FMI:

-Licitaciones del Tesoro sin intervención del BCRA: fue especialmente desde fines de junio y julio. Con USD 100 millones diarios habían conseguido estabilizar la divisa en alrededor de $ 28.

-Licitaciones del Banco Central: luego de que el Tesoro ya acumuló los pesos necesario, fue el BCRA quien salió a la cancha con ese esquema, pero el dólar se descontroló hasta casi $ 40.

-Ventas directas del BCRA: Lo empezó a aplicar esta última semana, recuperando algo de "músculo" para influír en el precio. Pero los montos fueron muy bajos.

-Mezcla de intervención y licitación: Fue la táctica del viernes, luego de la suba de 3% que había mostrado la divisa el día anterior. Por primera vez en mucho tiempo hubo ventas en el arranque de la rueda y eso ayudó a contener la suba.

En todos los casos hubo un seguimiento estricto del FMI. Al fin y al cabo, razonan, son los dólares que presta el organismo los que se estarían utilizando para vender al mercado. Y, como se viene repitiendo en los últimos meses, la idea es no financiar la corrida como sucedió en episodios del pasado.

El Central vuelve a arriesgar con la licitación de Lebac, aunque esta vez tomó más recaudos para que los $ 150.000 millones que liberará no vayan en forma masiva al dólar. Sin embargo, los resultados aún no están garantizados

Por lo pronto, el Central tendrá que pasar una nueva prueba esta semana, cuando acelere el programa de eliminación de Lebac. Volcará $ 150.000 millones al mercado para rescatar estos títulos por un monto similar. Y ya avisó que pondrá reservas a disposición para quienes deseen dolarizarse. En el medio, dispuso un aumento de cinco puntos en los encajes para absorber pesos de los bancos y el Tesoro saldrá a colocar dos bonos en moneda local para inversores institucionales. El objetivo es reducir la demanda de divisas.

Para muchos, el planteo para este nuevo Supermartes se trata de una maniobra no exenta de riesgos. Tras la anterior experiencia de rescate de Lebac por $ 120.000 millones, se produjo el salto del dólar de $ 30 a $ 40. Luego de aquella experiencia, ahora se ofrece ya de antemano el menú de opciones que tendrán los inversores y así se busca minimizar el impacto sobre el tipo de cambio.

La mejora de los bonos trajo algo de alivio en la última semana. Y demostró que no es imposible recuperar de a poco la confianza perdida. Ahora resta que el mercado cambiario también arroje señales en la misma dirección. Y a partir de allí empezar a recorrer un largo camino, soñando con ponerle un freno a la crisis y soñar con una reactivación a principios del año próximo. Es a lo que se puede aferrar el Gobierno para llegar con más chances a las elecciones del año que viene.

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