El lado injusto del discurso del presidente Macri

Hace algo más de 140 años, Carlos Marx postuló que el principio que debería guiar a una sociedad comunista es: "de cada cual según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades"

Nadie en su sano juicio puede pretender que Mauricio Macri cumpla con el precepto marxista, y sería necio criticarlo por no hacerlo. Pero no es ninguna locura aspirar a que una sociedad capitalista respete la primera mitad de aquel principio marxista y funcione de manera tal que cada individuo aporte el esfuerzo acorde a sus capacidades.

Lejos de eso, y en el marco del anuncio para profundizar el ajuste y llevar el déficit fiscal a cero, el Presidente planteó ayer que "Todos tenemos que ceder en algo si queremos avanzar".

¿Todos? ¿Incluso los que padecen severas necesidades y tienen escasos recursos para ceder, y que ya vienen padeciendo el mazazo de la recesión y de la pérdida de poder adquisitivo?

Es cierto que Macri también dijo que "para cubrir lo que falta durante esta transición, que se ha transformado en emergencia, vamos a pedirles a quienes tienen más capacidad para contribuir, me refiero a aquellos que exportan en la Argentina, que su aporte sea mayor". En palabras, se parece a la segunda mitad de un postulado marxista compatible con el capitalismo.

Pero en los hechos, lo que van a aportar los que en la Argentina tienen más capacidad es tan poco, que las palabras del Presidente pierden buena parte del sentido.

En los hechos, lo que van a aportar los que en la Argentina tienen más capacidad es tan poco que las palabras del Presidente pierden buena parte del sentido

Ejercicio contundente

En primer lugar, suponiendo que quienes tienen más capacidad para contribuir sean los exportadores, las medidas anunciadas ayer capturan una parte de la fabulosa ganancia adicional derivada de la devaluación, pero la parte que capturan es pequeña y el beneficio que les queda sigue siendo extraordinario. Un par de cálculos elementales lo demuestra.

Para un exportador de aceite o harina de soja, si ahora vendiera productos por USD 100 con la cotización de $20 de principios de año y el viejo esquema de retenciones, obtendría una facturación neta de $1.540, ya que a los $2.000 se le restarían $460 en concepto de impuesto (23 por ciento).

Con el dólar a $40, la facturación bruta sería de 4.000 pesos, a los que habría que restar 720 pesos correspondientes al 18% de la nueva retención y otros $400 derivados de la nueva retención equivalente a $4 por cada dólar exportado. En definitiva le quedaría un ingreso neto de 2.880 pesos.

Es decir que en las nuevas condiciones al exportador le está quedando un ingreso que es casi un 90% superior al que tendría si se hubiera mantenido la situación como a principios de año.

Por supuesto que la diferencia de rentabilidad entre un caso y otro no es 90%, ya que la devaluación también impacta en los costos dolarizados de la producción. Pero sin lugar a duda la medida de ayer deja a los exportadores con una mejora de tal magnitud que resulta obsceno presentarla como algo parecido a un aporte equitativo.

La medida de ayer deja a los exportadores con una mejora de tal magnitud que resulta obsceno presentarla como algo parecido a un aporte equitativo

La inequidad es tan elemental como que los exportadores están muchísimo mejor mientras el grueso de la población tiene más carencias que antes. Es probable que una mejora en la rentabilidad de los exportadores sea conveniente para el país en su conjunto. Lo que no es admisible es que en una reconocida situación de emergencia, los de abajo pierdan y los que están muy arriba ganen demasiado.

En segundo lugar, cuál es el fundamento para afirmar que "los que tienen más capacidad para contribuir" son solo los exportadores.

En el país hay una elite con mucha espalda a la que Mauricio Macri no le "pide" ningún aporte para afrontar la "emergencia"; lo que es más injusto aún al considerar que buena parte de los sectores más ricos de la sociedad tienen sus activos bien dolarizados y también se han enriquecido con la devaluación.

Fue por eso que se veía venir, que estaba cantado, que había sido aconsejado por economistas de líneas diversas y había trascendido en los medios, que en la obsesiva persecución del déficit cero Mauricio Macri iba a incluir un aumento en el impuesto a los Bienes Personales.

Pero tampoco. Hay ciertos privilegios que no son tocados ni siquiera en un país en emergencia.