El déficit fiscal financiero, el "problema" real del que todavía no se habla

El Presidente y el ministro de Hacienda pusieron el foco en el ahorro primario. Pero también hay que pagar los intereses de la deuda. Mayor esfuerzo del sector privado

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El ministro de Hacienda, Nicolás
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el secretario Rodrigo Pena, explicaron el alcance de las medidas para bajar el desequilibrio de las finanzas públicas (Adrián Escandar)

Luego del ajuste violento de los mercados, que nada tuvo de transitorio, sino que ya se extendió por más de 120 días, y que se  manifestó en una brutal devaluación del peso de más del 60%, el presidente Mauricio Macri y su gabinete económico reconocieron la necesidad de recortar el déficit fiscal.

Pero una vez más, erróneamente se pone el poco en las cuentas primarias, esto es en la diferencia entre los gastos corrientes y los ingresos corrientes, sin considerar la cuenta financiera, es decir el pago de intereses de la deuda, que para 2019 se proyecta en un crecimiento del 50 por ciento.

Una vez más, erróneamente se pone el foco en las cuentas primarias, esto es en la diferencia entre los gastos corrientes y los ingresos corrientes

Se trata de un viejo artilugio que puso en práctica en Brasil el ex presidente del Banco Central de ese país, entre comienzos de 1999 y fines de 2002, para disimular la inquietante realidad de las finanzas públicas, como si el pago de intereses no fueran una cuenta a pagar y que permanente se podía financiar con más deuda, a un ritmo del 3,3% del PBI, como se proyecta para las nuevas proyecciones para el año próximo.

Es como si una familia se conformara con que los ingresos corrientes de cada mes les alcance para pagar solo los gastos en alimentos, servicios del hogar, gastos escolares y medicamentos y algún que otro en esparcimiento, mientras que los gastos con el uso de la tarjeta de crédito en los meses previos los refinancia de modo recurrente. Se sabe que cualquiera sea la tasa de interés, esa práctica es insostenible, más aún si sus ingresos se licúan con la inflación y menores horas de trabajo por la recesión.

Un fenómeno similar, y claramente más grave, ocurre a nivel país, porque con la devaluación el PBI de la Argentina ya no es más de unos USD 550.000 millones al año, sino que se contrajo, y el monto total de la deuda pública, por el contrario, sube, ya supera el 60% del PBI; y para peor, el 70% está nominada en moneda extranjera, de modo que la devaluación potencia las necesidades de pesos para poder pagar los intereses.

De ahí que en las  proyecciones para el año próximo se observa que, pese al ahorro previsto equivalente a 2,6% del PBI a nivel primario, el cargo financiero se eleva en 0,4% del PBI, y el resultado final es de una mejora relativa de 2,3% del PBI.

Hacienda prevé bajar en 2,6% del PBI el déficit primario, y proyecta una suba del cargo por intereses que impide que todo el ahorro se traslade al resultado final, y al consecuente aumento de la deuda pública

Esa dinámica es lo que inquieta a "los inversores internacionales que ya han dicho que están dispuestos a financiar a la Argentina, pero no tanto", dijo a Infobae la economista Diana Mondino; más aún porque por efecto de las medidas anunciadas y la devaluación previa derivaron en una aceleración de la recesión, que restará recursos fiscales genuinos; mientras que el efecto de la suba de las retenciones dependerá del precio final de los prductos que se exporten, los cuales los fija el mercado internacional y están en descenso.

Una vez más el mayor esfuerzo se le pide al sector privado

La búsqueda del "equilibrio fiscal" fueron las dos palabras más utilizadas por el presidente Mauricio Macri en su mensaje al país; pero de las proyecciones que difundió el Ministerio de Hacienda se destaca que ese equilibrio esperado será solo antes del pago de los abultados y crecientes intereses de la deuda pública, interna y externa.

Pero además evitó destacar que una vez más el esfuerzo recaerá sobre el sector privado, mientras que no se dio señal alguna de recorte relevante de gasto del Estado, excepto a través del freno de la obra pública que se proyecta concentrar en manos de empresas privadas. Por esa vía se explica casi un tercio de la reducción del desequilibrio final.

Poco más de un quinto del ahorro se proyecta por el efecto de la rebaja de los subsidios a los servicios públicos, distribuidos entre el sector privado y las provincias.

Hacienda proyecta obtener en un año sin crecimiento y con más impuestos a las exportaciones recursos tributarios extras por 1,3% del PBI, y ahorrar otro 1,2% del PBI con rebaja de subsidios y recorte de la obra pública

Y algo más de un tercio por los recursos esperados con el cambio del esquema sobre las retenciones a las exportaciones para el conjunto de las exportaciones del país, tanto primarias como de todos los productos elaborados.

Para peor, se emitió una señal que afecta a las reglas de juego para atraer inversiones y avanzar hacia la formalización del trabajo como se propone el Presidente, al postergar la suba del mínimo no imponible de las contribuciones a la Seguridad Social, prevista para el año próximo.

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