El día y la noche. El acceso de la Argentina a los mercados tuvo un vuelco sustancial en tan solo seis meses. A principios de enero, el Gobierno colocó bonos por USD 9.000 millones en el mercado internacional, a una tasa promedio de 6% anual en dólares para financiarse a diez años. La última semana festejó la renovación de Letes, a un plazo de un año y un rendimiento que crece licitación a licitación, del 5,5% anual.
El acuerdo de USD 50.000 millones alcanzado con el FMI no apunta cómo erróneamente se transmite a solucionar todos los problemas de financiamiento que presenta la Argentina, sino a recuperar la confianza de los mercados. Y así figura, con toda claridad, en el resumen ejecutivo que el staff del Fondo le preparó al directorio antes del visto bueno.
En el ministerio de Hacienda lo reconocen. La plata del Fondo cubre una parte importante de los vencimientos hasta el final del mandato de Mauricio Macri, pero no todos. Y además no hay un sólo centavo previsto para prestarle a las provincias ni a las empresas, que sólo en lo que resta del 2018 enfrentan vencimientos de capital e intereses por deuda emitida en el exterior por unos USD 2.000 millones.
No sólo el Gobierno precisa recuperar el acceso a los mercados para complementar lo que aporte el FMI. Las provincias y las empresas no reciben ni un centavo del organismo
El caso de Molino Cañuelas resultó una buena síntesis del desafío que enfrentan las empresas. A fin de año había contratado un banco de inversión para que la ayude a buscar capital en Wall Street, a través de la colocación de acciones. Pocos meses después contrató a otro banco internacional, Lazard, pero con otras intenciones: refinanciar una millonaria deuda de USD 760 millones, ante la imposibilidad de pagar los vencimientos de corto plazo.
La pregunta sobre si Argentina podrá recuperar el acceso a los mercados antes de fin de año permanece sin respuesta. Pero los grandes operadores de mercado reconocen que no hay realmente interés de los inversores por incorporar más riesgo argentino en sus carteras. Y del otro lado hay una enorme cantidad de inversores locales que se llenaron de bonos para aprovechar que tienen una ventaja impositiva respecto a otras opciones de inversión. Son los que están esperando agazapados para salir a vender apenas haya un repunte de precios, que por ahora no llega.
Luis "Toto" Caputo utilizó desde la entidad toda la artillería tradicional para los casos de corrida cambiaria. Subió fuerte las tasas de interés y además "secó" la plaza de pesos con una suba de encajes que continuará esta semana (dos puntos más el miércoles). Y al mismo tiempo alentó el ingreso de dólares con la emisión de un bono "dual", que básicamente ofrece un seguro de cambio para el que se anime a invertir en la Argentina en un título que vence en febrero de 2020, dos meses después del recambio presidencial.
Por ahora los bonos no presentan ninguna señal concreta de recuperación, pero por lo menos dejaron de caer. Un Bonar 2024 está rindiendo 7,5% anual en dólares, cuando arrancó el año en 5%
Estabilizar el tipo de cambio es una condición necesaria para empezar a regenerar la confianza de los inversores. Pero no es suficiente, como ya quedó demostrado en estas dos últimas semanas. Lo dijo el economista y ex presidente del Banco Nación, Carlos Melconian en una entrevista con Luis Novaresio: "Con la plata del FMI no alcanza". Por el momento, en Hacienda se conforman con poco: "Estamos viendo que los bonos dejaron de caer. Tampoco hubo emisiones de deuda importantes de países emergentes en estas últimas semanas", observan.
Pero los bonos argentinos fueron por lejos los más golpeados en lo que va del año en todo el mundo emergente, al igual que el peso y las acciones locales. Por ahora no aparecen señales de recuperación, aunque el riesgo país sigue por las nubes en torno a los 570 puntos básicos, tras haber iniciado el año en 350. Un Bonar 2024, que era uno de los favoritos a principios de año, rinde hoy 7,5% anual en dólares. A esos niveles, es imposible salir a financiarse.
En estas condiciones no será fácil ni siquiera cumplir con lo que queda del programa financiero hasta 2019. Para el año que viene, contando los USD 12.000 millones que giraría el FMI y más préstamos de organismos, aún restarían conseguir USD 8.000 millones (sería todo en el mercado interno). Pero además hay que refinanciar los vencimientos de Letes, algo que se puede hacer cuesta arriba a medida que se acerquen las elecciones.
Los inversores todavía no creen que el Gobierno cumpla con el recorte de $ 300.000 millones de gasto que tiene por delante. Pero más les preocupa quién ganará las elecciones en octubre de 2019
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, fue testigo personal de la desconfianza de los inversores cuando le tocó hablar el último lunes en un almuerzo organizado por el JP Morgan en su casa central de Park Avenue, en Nueva York. Las preguntas fueron insistentes en dos planos: cómo hará el Gobierno para recortar el déficit a 1,3% del PBI, sobre todo en un año electoral, y qué pasará con las políticas del Gobierno luego de las elecciones presidenciales.
Pero ninguno de estos interrogantes tiene respuestas en el corto plazo. Dujovne ya reconoció que precisa un recorte de $ 300.000 millones para cumplir con la meta comprometida con el FMI. Y eso es lo fundamental para seguir recibiendo el financiamiento.
En estas semanas, Hacienda terminará de definir el plan para llegar al 1,3% de déficit primario. Habrá un poco de todo: traspaso de subsidios a las provincias (especialmente Ciudad y Provincia de Buenos Aires), menos obra pública y licuación de sueldos estatales. El Fondo también decidió mirar para otro lado y le permite al Gobierno que venda activos del fondo de la ANSES (el FGS) por $ 60.000 millones e imputarlo como ingreso corriente. Al igual que la venta de inmuebles en poder del Estado nacional.
Pero lo que desvela a los inversores es la gran incógnita sobre el resultado electoral de 2019. No se trata sólo de saber quién será el futuro Presidente, sino si se mantendrán o no las actuales reglas de juego, que son muy diferentes a las del kirchnerismo. La mayoría de los candidatos se muestran reacios a sostener el nuevo enfoque que intentó Cambiemos, basados en una economía sin controles de cambios, más inserción internacional y que refleje el verdadero precio de los servicios públicos, entre otras cuestiones.
Depender de la plata del FMI y de bonos con seguro de cambio para atraer algunos dólares al mercado local es por ahora la única opción que le queda al Gobierno. Mientras, tiene un par de meses para definir cómo será el ajuste y para mostrar que la economía tiene posibilidades de recuperarse rápido de la recesión, como prometio Dujovne en Nueva York. Pero nada será suficiente si no se recupera el acceso al mercado internacional.
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