Hace unas tres semanas, un integrante de la mesa chica del Gobierno (que integran además de Mauricio Macri, Marcos Peña, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta) comentó: "Mauricio está furioso con Sturzenegger. Si fuera por él lo echa mañana mismo. Pero el FMI quiere que se respete la independencia del Banco Central. Tal vez espera hasta el Mundial".
Aguantó todo lo que pudo. Lo echó el mismo día de la inauguración del Mundial. Sturzenegger supo ser el economista de más confianza del presidente durante el primer año y medio de gestión. Ante cualquier duda sobre temas económicos, Macri tomaba su celular y la consultaba directamente con el titular del Central.
Esa confianza empezó a quebrarse a partir de que Luis Caputo y Mario Quintana se lanzaron a cuestionar al Banco Central, principalmente por la política de tasas de interés altas y dólar barato.
Ni Macri ni Caputo consideran que la famosa conferencia de precia del 28 de diciembre fue un error, sino al contrario: dicen que fue un viraje necesario para salir del dólar súper atrasado de 17 pesos. Pero lo que convenció a Macri de que debía eyectar cuanto antes a Sturzenegger fue el desmanejo de la corrida cambiaria desde el 27 de abril pasado.
Aquella semana Sturzenegger justificó, casi con displicencia, ante el presidente la venta de USD 2.100 millones en tres días para defender el dólar a 20 pesos. "La verdad que fumarnos un salto en el tipo de cambio porque unos pibes quieren salir de las Lebacs no lo veo necesario", le aseguró. Decía que el dólar a $20 era un dólar suficientemente alto y su preocupación era que en mayo la inflación se desacelerara, para que no alejarse de la meta del 15% de inflación en la que ya nadie creía.
Desde entonces el Banco Central perdió el 20% de sus reservas, y el dólar escaló casi 40% en poco más de un mes. Más allá del cambio en el escenario internacional y el cierre del financiamiento para Argentina, en la Casa Rosada piensan que parte de la corrida fue autogenerada por las movidas erráticas del propio Stuzenegger.
Para colmo, esa falta de confianza licuó por completo el "efecto expectativas" del anuncio del acuerdo con el FMI. El viernes, el día después del anuncio, el Banco Nación tuvo que salir a vender una buena cantidad de dólares para evitar un salto más pronunciado del dólar, que igual superó los 25 pesos en el mayorista, la barrera que hasta el día anterior había trazado el Banco Central con una oferta de USD 5.000 millones a esa cotización.
Igual cerró a 25,30 pesos en el mayorista y casi 26 pesos en el minorista. El lunes, sobre el final de la jornada, sin la intervención del Banco Central, una compra por USD 50 millones, llevó la cotización mayorista a 26,20 y el minorista cerró a 26,45 pesos. El martes, el Banco Central cambió de postura y vendió USD 695 millones para hacer retroceder la cotización mayorista a 25,75 pesos y la minorita a $ 26,38.
El miércoles, el Central volvió a vender (USD 100 millones) para morigerar el alza, pero hacia el final de la jornada se corrió del mercado y dejó que el dólar mayorista escalara de nuevo a $ 26,25 y el dólar en casas de cambios y bancos se exhibió en las pizarras a $ 26,70. Ayer directamente el Central se rindió y dejó que el dólar minorista tocara 28,45 pesos.
Tras el anuncio, en apenas 5 días hábiles, el dólar escaló 11%, lo que rinde un plazo fijo en pesos en 4 meses, o tres meses de una colocación en Lebacs. Díficil recrear la confianza en el peso con semejante raid.
Nuevo jefe
Luis Caputo tendrá en el corto plazo el desafío de estabilizar el tipo de cambio. Dar la señal que a cierto tipo de cambio, la cotización no seguirá a lo saltos, sino que acompañará a la inflación. Es la única manera de que en algún momento reaparezca la oferta de dólares, de la exportación y financieros. ¿Cuál es ése tipo de cambio? Nadie lo sabe. La suba del 63% desde principios de diciembre –con una inflación de 16% en el período—no es poca devaluación. Aunque en términos reales, el dólar de 28 pesos es equivalente al dólar con el que salió Macri del cepo.
Caputo avisó que en los próximos días llegarán los refuerzos de USD 7.500 millones del stand-by del Fondo que el Tesoro venderá en el mercado cambiario local. Una señal para el mercado que le grita: "show me the money".
Sin embargo, la Carta de Intención firmada con el FMI, que el Gobierno difundió ayer, deja en claro que el margen de intervención en el mercado cambiario del Banco Central, que ahora conducirá Caputo, será mucho más acotado que con Sturzenegger: "Como parte de nuestro marco de metas de inflación estamos completamente comprometidos con un tipo de cambio flexible y determinado por el mercado. Nos proponemos limitar las ventas de reservas internacionales a períodos en que haya una clara disfunción del mercado", dice el documento. Y advierte: "Incluso en esos casos, planeamos absorber las presiones externas a través de un tipo de cambio flexible y ventas de divisas muy limitadas para acomodar las presiones del mercado cambiario". Los burócratas del Fondo recibirán información diaria del mercado cambiario local para monitorear que se cumpla ese compromiso.
Todo dependerá entonces de la confianza. De que aparezca la oferta de dólares, y de que afloje la demanda. Sino el dólar seguirá levantando vuelo.
Una vez que se estabilice el mercado cambiario, habrá que ocuparse de ver dónde queda la inflación y la actividad económica. En el Memorándum con el Fondo se fija una meta de inflación para este año de 27%, pero se establecen dos límites máximos posibles: 29% y 32%. Si se supera el primero, el Banco Central deberá discutir con los economistas de Washington los caminos a seguir.
Si se traspasa el segundo, entonces será el directorio del Fondo el que deberá autorizar nuevos desembolsos para Argentina. En el documento se dice además que para relajar la política monetaria (bajar las altas tasas de interés), el Banco Central deberá realizar las consultas pertinentes al staff técnico del organismo. Traducido: la caída del nivel de actividad será el único freno a la aceleración de los precios.
Si la devaluación siguiera su curso, sólo una recesión muy profunda evitaría que se superaran este año aquellos umbrales de inflación.