El 8 de marzo pasado el presidente norteamericano Donald Trump confirmó la imposición de aranceles del 25% al acero y 10% al aluminio. Desde entonces, el gobierno de Mauricio Macri trabaja para quedar en la lista de países exceptuados. Macri habló por teléfono con Trump, envió a su secretario de comercio Miguel Braun a Washington y Dujovne mantuvo una reunión bilateral con el secretario de Tesoro norteamericano en la reunión del G20 en Buenos Aires.
Ahora, parece que el pedido comienza a ser escuchado. Después de la reunión bilateral, Mnuchin transmitió los argumentos argentinos al representante comercial estadounidense Robert Lighthizer. El gobierno de Mauricio Macri explica que el país solo exporta el 0,6% de todo el volumen de acero que recibe EEUU y solo el 2,3% del volumen de aluminio.
Además, remarca que la balanza comercial favorece a los EEUU en 3.000 millones de dólares, por lo que no genera ningún tipo de riesgo para la industria nacional norteamericana, el principal justificativo de la Administración Trump para los aranceles.
El camino siguió con Lighthizer discutiendo el tema con el propio Trump hasta que hoy, un importante funcionario estadounidense se comunicó con Dujovne para avisarle que es muy probable que Argentina se sume a Australia como los dos países que quedarán por fuera del gravamen. Los primeros fueron México y Canadá, aliados estratégicos de EEUU que, además, están renegociando el Tratado de Libre Comercio.
Con los aranceles, Trump declaró enemigos comerciales a China, Alemania, Japón, Brasil, Corea del Sur y Turquía, que son grandes exportadores de acero y aluminio a los Estados Unidos. Además, abrió las puertas para una guerra comercial, el tema más debatido durante la reunión de ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales del G20 que se desarrolló en Buenos Aires.
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