Presidir el G20 es sentarse en la cabecera de la mesa económica más importante del mundo. Allí se sientan la Unión Europea y 19 países cuyo producto bruto alcanza el 85% global, reúnen a los dos tercios de la población mundial y el 75% del comercio internacional. Liderar el foro es participar, organizar y establecer la agenda de esa importantísima y compleja mesa. Argentina como presidente del G20 tendrá la difìcil tarea de ser árbitro en medio de intereses cruzados… y propios.
En ese contexto, 22 ministros de Finanzas, 17 presidentes de Bancos Centrales y 10 titulares de organizaciones internacionales se reunirán en el Centro de Exposiciones y Convenciones de Buenos Aires este 19 y 20 de marzo. Nicolás Dujovne y Federico Sturzenegger encabezarán esa mesa para discutir temas centrales para la economía global. La cuestión es que el resto de los comensales llegan preocupados. Hay un elefante en la habitación y por más que el gobierno de Mauricio Macri intente que todos finjan que no está ahí, sí que está.
El tema espinoso es la decisión que el 8 de marzo pasado confirmó en persona Donald Trump: la imposición de aranceles del 25% al acero y 10% al aluminio. La medida amenaza con desatar una guerra comercial. México y Canadá lograron quedar exentos, pero solo mientras se renegocia el Tratado de Libre Comercio con los EEUU.
Pero el resto no. La decisión del republicano es un eslabón más de su política sintetizada en el eslogan "Make America Great Again" (Haz EEUU grande otra vez) y "América first" (EEUU, primero). Proteccionismo.
Apunta principalmente a China y rivaliza con la Unión Europea. Claro que hay más perjudicados, y Argentina es uno de ellos. Cierto es que los envíos de acero y aluminio argentino a los EEUU no son muchos, pero suponen un duro golpe -por su importancia como producto exportable- para Techint (acero) y Aluar (aluminio).
El gobierno de Macri busca negociar una exención de manera bilateral, quiere preservar su buena relación con la Administración Trump, por lo que la discusión no aparece en su agenda para el encuentro de ministros del G20.
"Trabajamos para que la agenda no se subsuma a las necesidades de ningún miembro en particular", aseguró a Infobae Laura Jaitman, la deputy de Finanzas del Gobierno, en la previa del evento. Es que los aranceles no están en la hoja de ruta de la reunión. "Hay muchos temas de tensión, no me preocupa este en particular", agregó.
La cuestión es que por más que la Argentina no quiera tratarlo, y busque una solución bilateral con los EEUU, el asunto va a estallar por peso propio. La Unión Europea ya tiene un documento elaborado para pedir que, efectivamente, el asunto se discuta. Brasil, por más negociación que lleve a cabo el Mercosur, no va a dejar pasar el tema y está dispuesto, incluso, a llevarlo a la OMC. La UE se plegaría al reclamo y China, obviamente, también.
Además, se le suma otro problema a la Argentina de Macri: no avalar la discusión pone en duda la autenticidad de su voto por un mundo multilateral.
En esa encrucijada se encuentra la presidencia argentina del G20. Por ahora, la idea es intentar que los reclamos no sean formales, y que los 39 funcionarios hagan un buen uso de los pasillos para negociar. Pero si el pedido de debate se formaliza, no habrá más remedio.
Las dos prioridades argentinas son el futuro del trabajo y la brecha en infraestructura
Mientras, hay una agenda a seguir. Al tope de la lista están las dos prioridades argentinas: el futuro del trabajo y la brecha en infraestructura. Pero también están los temas clásicos del foro: la arquitectura financiera internacional, el sistema impositivo global y regulaciones financieras.
Y este año, por primera vez, la Argentina decidió sumar el debate sobre las criptomonedas, que tienen el potencial de promover la inclusión financiera pero traen aparejados riesgos evidentes, como la evasión fiscal y el financiamiento de actividades ilícitas. La idea es buscar "una respuesta conjunta que mitigue los riesgos sin desalentar la innovación", explican desde la organización.
La del 19 y 20 de marzo será la primera de cinco reuniones de ministros de Finanzas y presidentes de Bancos Centrales del G20. Antes de que finalice, emitirán un comunicado con las principales conclusiones. Serán las primeras con vista al texto final del G20, que concertarán los líderes de Estado.
Llegar a ese comunicado final en diciembre es complicadísimo y, como anfitrión, la Argentina tiene el gran desafío de encabezar esas discusiones y promover el consenso.
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