Se complica contener al dólar: ¿será hora de volver a subir las tasas?

El Central tuvo que multiplicar su oferta de reservas para que no suba la divisa, pero igual no consiguió convencer a los inversores. ¿Se calmará el mercado en abril con la liquidación del agro?

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El titular del BCRA, Federico
El titular del BCRA, Federico Sturzenegger

El 5 de marzo el Banco Central intervino por primera vez en el año en el mercado cambiario, dejando de lado la política de flotación libre que venía manteniendo desde agosto del 2017. Ese día fueron USD 30 millones y al principio alcanzó con esa suma ínfima, provocando una caída de más de 20 centavos en el precio de la divisa. Pero las intervenciones continuaron y el viernes tuvo que salir a vender  USD 413 millones. Se trata de una cifra sustancialmente mayor pero sobre todo reveladora: hoy existe mucha más demanda de dólar en el mercado que oferta de divisas disponible.

El titular del BCRA, Federico Sturzenegger, se vio obligado a salir a justificar esta semana por qué cambió de opinión y decidió intervenir en el mercado cambiario utilizando reservas. Tras la reunión del Comité de Política Monetaria, explicó a través de un comunicado que mayores aumentos de la divisa pondrían en peligro el proceso de desinflación, tras el pico de 2,4% divulgado en febrero. Fue la primera vez que desde el Central reconocieron algo que todo el mundo sabe: un salto abrupto del dólar va directamente a precios. Así lo demuestra el aumento de la inflación mayorista de casi 10% en sólo los dos primeros meses del año.

El Central tuvo que multiplicar su intervención para contener al dólar. La demanda de divisas hoy supera con amplitud la oferta disponible

Y si bien se aclaró que el régimen es de flotación cambiaria con intervenciones sólo puntuales, en el fondo se abandonó un dogma que el presidente del BCRA venía sosteniendo desde el principio de su gestión: la principal virtud de la flotación cambiaria es que actúa como gran amortiguador de los desequilibrios externos. En otras palabras, si el mercado atraviesa una situación en la que la demanda de dólares supera la oferta, entonces el ajuste debería ocurrir a través del tipo de cambio. Ahora, en vez de permitir que el dólar siga ajustando se optó por plancharlo hasta nuevo aviso y aumentar la oferta artificialmente, a través de la venta de reservas.

El impacto sobre precios

El objetivo declamado dejar al dólar quieto (el minorista alrededor de $ 20,50) es evitar un impacto sobre los precios. Pero hay otra causa tanto o más poderosa: tentar a los inversores para que vuelvan a apostar a la tasa en pesos, poniendo en marcha la "bicicleta financiera" que el año pasado dio muy buenos resultados. Sin embargo, el "carry trade" viene demorado o por lo menos no tiene la potencia que le gustaría al Gobierno en este momento. El motivo es que en general los inversores se muestran reacios a pasarse a pesos. La tasa del 2,3% mensual que surge de las Lebac es considerada insuficiente. Aún cuando se vendieron casi USD 950 millones de reservas en diez días, nadie tiene certeza de que el tipo de cambio efectivamente se quedará quieto y mucho menos que pueda bajar desde estos niveles.

Con este escenario en la cabeza, la conclusión obvia es que demandan más tasa para pasarse a pesos. ¿Alcanza con el rendimiento de 26,75% anual que paga la Lebac a 28 días? Por lo que se vislumbra del comportamiento inversor, la respuesta es negativa. Es decir que para frenar el proceso dolarizador que se aceleró desde el arranque de 2018 sería necesario dar una mayor "zanahoria" para incentivar el pase a pesos.

El manual señala que en este escenario de presión cambiaria y con proyecciones de inflación que superan con amplitud la meta, el BCRA debería pensar en subir las tasas. Pero es inviable políticamente.

La lógica indica que el Central debería retomar la suba de tasas por dos motivos: para contener la inflación y para desalentar nuevas subas del tipo de cambio. Pero no lo hará, porque generaría más confusión y por la fuerte presión política que lo obliga a ir en sentido contrario luego de la flexibilización de las metas de inflación del 10% al 15% que decidió el equipo económico a fin de año. Con toda la evidencia a mano de que la inflación de este año apunta más al 20% que al 15% de las metas, las reglas del "inflation targeting" elegido por el Central para bajar la inflación estarían marcando la necesidad de un mayor apretón monetario, que por ahora no sucederá.

A la espera de los agrodólares

No queda otro remedio, por lo tanto, que esperar el efecto del ingreso de divisas por la cosecha de soja. La apuesta oficial es que a partir de abril esos dólares que hoy faltan los aporte el campo. Si bien es cierto que habrá una caída significativa de la cosecha de soja por la sequía (según la Bolsa de Cereales se perderá más del 20% de la superficie sembrada), los precios más altos equilibrarán por lo menos una parte de la caída de las cantidades vendidas.

Pero aún subsisten dudas respecto al equilibrio del mercado cambiario. Sin nuevas colocaciones de deuda en el exterior a la vista, tampoco sería suficiente con los dólares de la soja. Por lo tanto, la expectativa está puesta en que se produzca un cambio de portafolio, es decir que aquellos que están dolarizados opten por pasarse a pesos. Pero no es el escenario más probable al menos para el corto plazo.

Los inversores ya no están tan positivos con Argentina. Demanda más tasa para comprar bonos en dólares y se muestran reacios a pasarse a pesos.

El palpable cambio de humor de los mercados en relación a la Argentina también se siente en el tipo de cambio. La presión no es otra cosa que la fuerte demanda de los inversores, que buscan dólares a toda costa. La venta de divisas en los bancos no baja de los USD 2.000 millones netos por mes. La gente prefiere asegurarse los dólares que andar probando con otras opciones que podrían ser más rentables, como una Lebac o un plazo fijo ajustado por UVA (inflación más una tasa promedio del 3% anual). Sin embargo, son cada vez menos los que están dispuestos a correr el riesgo.

Los cañones de la política, y en particular de la jefatura de Gabinete, le apuntan directamente a Sturzenegger. No pasa tanto por los problemas para contener la inflación, ya que se entiende que también las tarifas tuvieron un efecto sobre el índice en los últimos tres meses. Pero sí hay fuertes cuestionamientos por haber dejado que el dólar subiera de manera tan repentina desde fines de diciembre.

El Central se acordó ahora de usar su poder de fuego para frenar la escalada del tipo de cambio, pero ya convalidó un incremento de 20%. "Nos gusta que el actual nivel del dólar porque salimos del fuerte atraso cambiario del 2017. Pero el ajuste fue demasiado abrupto y en buena parte se irá a precios", señalan fuentes oficiales.

Primero fue el Tesoro el que salió a vender dólares, ahora es el turno del Central, que empezó haciéndolo a cuentagotas y ahora decidió apretar el acelerador. Pero ninguna de las dos estrategias resultó del todo convincente.

Mañana y pasado será la cumbre de ministros de Economía y presidentes de Bancos Centrales, que también reúne a gran cantidad de banqueros y ejecutivos de fondos de inversión internacionales. Será una buena oportunidad para tratar de cambiar la onda y confianza perdida de los mercados en la Argentina y el gradualismo del Gobierno de Mauricio Macri.

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