La economía parece haber llegado a un punto de saturación de la capacidad para reducir la inflación y recuperar la senda del crecimiento, después de un 2017 en que el Gobierno obtuvo notables logros, tanto económicos, como políticos.
Algunos economistas advierten sobre la pérdida de vitalidad que desde los últimos meses de 2017 comenzaron a evidenciar diversos índices de actividad, con algunas excepciones como la venta de automotores; la fortaleza de la reactivación de la construcción; y el turismo local e internacional, principalmente, porque aseguran que el gradualismo que eligió el Gobierno para atacar vicios estructurales genera más costos que beneficios.
E incluso, otros, como Diego Giacomini, en línea con su colega y amigo, Javier Milei, avanzan un paso más y explica el fenómeno diciendo que "en el Gobierno nadie sabe de macroeconomía, y por tanto no toma conciencia de que todos los males de la Argentina se originan en el plano fiscal".
El director de la consultora Economía & Regiones, creada por el actual ministro del Interior y Obras Públicas, Rogelio Frigerio, y que vendiera a fines de 2015 cuando se incorporó al Poder Ejecutivo Nacional; además de profesor de Macroeconomía y coautor con Javier Milei y Federico Ferrelli Mazza de los libros: Política Económica Contrareloj; y Otra Vez Sopa: Maquinita, Infleta y Devaluta, hizo un análisis crítico de la política del Gobierno, pero también detalló en esta entrevista con Infobae su propuesta con Javier Milei para que se puedan cumplir las metas de inflación y crecimiento.
– En las últimas semanas pareciera que se anticipó la suba de las tasas de interés en el mundo, sobre esa base ¿cómo ve la coyuntura económica de la Argentina bajo ese nuevo escenario?
– En el Gobierno nadie piensa la macroeconomía, porque en el Gobierno nadie sabe de macroeconomía, y por tanto cometen errores que demuestran que es así.
– ¿Por qué lo dice, en qué se basa para ser tan descalificativo con un equipo donde abundan los economistas, incluyendo a su ex jefe en Economía & Regiones, como es el ministro del Interior y de Obras Públicas, Rogelio Frigerio?
– Empecemos primero por lo monetario. ¿Por qué digo que no saben de macroeconomía?, porque desde el comienzo no tuvieron un diagnóstico acertado sobre que la madre de todos los problemas era lo fiscal; y que había que atacar rápidamente, e ir al hueso con un programa consistente. Puntualmente el Gobierno tendría que haber hecho al final de 2015 un proyecto de Presupuesto 2016 propio, atacando lo fiscal con una reforma del Estado que llevara a una baja del gasto público, para permitir reducir el déficit y de ese modo poder bajar impuestos.
“Desde el comienzo no tuvieron un diagnóstico acertado sobre que la madre de todos los problemas era lo fiscal; y que había que atacar rápidamente, e ir al hueso con un programa consistente”
– ¿Eso lo podría haber hecho, dado que asumió con un Presupuesto aprobado por el Congreso, o hacerlo simplemente para consumo propio para que no sufriese demoras su implementación?
– Si hubiese identificado que el principal problema era lo fiscal lo tenía que corregir, y para eso el principal instrumento es el Presupuesto, y no lo hizo habiendo sido recién electo, y con el Presidente el 10 de diciembre de 2015 hablándole a las cámaras. En cambio, hizo todo lo contrario.
– ¿Por qué dice hizo todo lo contrario, no empezó por comenzar a normalizar la economía con la eliminación del cepo, las retenciones y negociar con los holdouts el fin del default parcial, entre otras medidas?
– A ver, recibió un gobierno con un desastre fiscal, porque el déficit era de 5,9% del PBI; y con un récord de 17 Ministerios; y en lugar de cambiar esa política que es la madre de todos los problemas, diseñando un nuevo Presupuesto 2016, no solamente dejó el que hizo Axel Kicillof, sino que desde el primer minuto, mostrando que no tenía diagnóstico correcto, hizo todo lo contrario. ¿Por qué? Porque los cargos ministeriales los agrandó a 23; las secretarías y subsecretarías las aumentó 25%; elevó el gasto público en su inicio; y bajó impuestos al campo sin cambiar la política de gasto público y agrandando el Estado, de ahí que creciera el déficit fiscal.
La meta fiscal
– ¿No comparte lo que dice el Gobierno que el déficit fiscal disminuyó dos años después?
– No, 2017 cerró con un déficit fiscal un punto porcentual superior; y esto ¿cómo lo financió?, tomando deuda. Cuando inicia el Gobierno tenía subsidios económicos equivalentes a 4% del PBI; y un déficit primario de 4% del PBI, en números redondos. Pasó la mitad del mandato sin diagnóstico y con la política fiscal equivocada hoy tenemos subsidios económicos de 2,5% del PBI, porque los privados hacemos el esfuerzo de pagar más tarifas, aumentaron entre 300% y 400%; y el déficit primario sigue siendo de 4% del PBI. Eso es la mejor muestra de que el gradualismo es muy costoso porque nos endeudamos cada vez más, en estos dos años la Argentina tomó deuda por USD 96.000 millones;
“El déficit primario sigue siendo de 4% del PBI. Eso es la mejor muestra de que el gradualismo es muy costoso porque nos endeudamos cada vez más”
– El Gobierno le podrá decir que cambió la calidad del déficit y que es menor, porque eliminó gran parte de las ataduras que recibió; y elevó la cobertura de la ayuda social…
– El déficit fiscal total subió un punto del PBI, porque el que cuenta es el financiero. Además, no comparto ese criterio porque el sector privado hace un esfuerzo enorme, pagando un incremento notable de las tarifas de los servicios públicos, y que ha implicado un ahorro en materia de subsidios económicos de 1,5% del PBI; y el Gobierno más que se gastó eso aumentando planes sociales, jubilaciones con la reparación histórica; y como el gradualismo es costoso, aumentando el pago de intereses de la deuda pública; entonces el déficit fiscal es más alto. Fíjese que interesante lo que sucedió con las jubilaciones y que demuestra que nadie en este Gobierno piensa la macroeconomía en términos dinámicos, porque nadie sabe de macroeconomía, y el único objetivo es permanecer en el poder, ganar elecciones; y la economía está al servicio de eso; y sobre esa base se toman medidas contrapuestas.
– ¿Cuáles?
– El principal problema que tenía era el fiscal, y con vista a las elecciones de medio turno del 2017 saca la Reparación Histórica, la cual tenía un costo de 1% del PBI por año, un poco más.
– Ahí el Gobierno le puede decir que lo financia con los impuestos que cobró con el blanqueo y una economía menos informal…
– Vamos por partes. Primero, decide aumentar el gasto en jubilaciones, que es la parte más problemática del déficit fiscal, porque el rojo de la Anses explica casi la mitad del desequilibrio global de las finanzas públicas; segundo, le baja la presión tributaria al campo, pero le termina subiendo la presión tributaria a otros privados con el blanqueo.
– ¿Eso no está bien, que pague menos el que pagaba y comience a pagar el que no pagaba los impuestos?
– Si, pero la presión tributaria total no bajó y es de las más elevadas del mundo. Además, aumenta el gasto en jubilaciones con un motivo electoral que es la cuenta del Presupuesto nacional más elevada con 10% del PBI y ese rubro genera un déficit fiscal de 3% del PBI que es casi la mitad del financiero. Y eso está por arriba de su plan macroeconómico.
“Aumenta el gasto en jubilaciones con un motivo electoral que es la cuenta del Presupuesto nacional más elevada con 10% del PBI y ese rubro genera un déficit fiscal de 3% del PBI”
– ¿Por qué?
– Porque le obliga a cambiar las metas inflacionarias originales, es decir por motivos electorales vuelve para atrás, primero había bajado los impuestos, pero los vuelve a subir con el blanqueo. Y las metas fiscales es mentira que las cambia para dar lugar a la Reparación Histórica, porque lo que se cambia es prácticamente el doble del costo financiero que esa ley generó; lo cual muestra que decidieron gastar más por el proceso electoral 2017. Pero, además, mire qué interesante: en 2017 gana las elecciones; y a partir de ahí ya está pensando en 2019, nuevamente la política por sobre la macroeconomía; con ello vuelve a tomar medidas contradictorias.
Proyecciones macroeconómicas
– Usted dice que esa estrategia le sirvió al Gobierno para ganar las últimas elecciones, pero ¿le va a servir para ganar las del 2019, porque inicialmente el mercado las aceptó convencido de que respondía a un proceso de "normalización" de la macroeconomía, ahora ya no?
– En materia de nivel de actividad, lo mejor de Cambiemos está finalizando. El segundo semestre de 2017 fue lo más alto en términos de aumento del PBI; habrá rebotado un 2,8% en todo el año, sustentado principalmente en que la base de comparación de 2016 era muy baja. Pero ahora eso no va a estar en 2018; por tanto, este año, probablemente, como hay un arrastre estadístico de 1% del PBI tal vez termine mostrando una variación positiva de 2%, que va a ser menor que la del año anterior. De ahí que la gente no lo va a percibir. La inversión, como mucho, llegará a 17% del PBI, muy por debajo en comparación con la región que menos invierte del mundo, como es Sudamérica, que está en 22%, y donde hay países como Chile que llega al 25 por ciento.
– ¿A cuánto tendría que ascender la inversión en términos del PBI para que la Argentina pueda crecer a un ritmo del 3,5% como prevé el Presupuesto nacional?
– Para que la inversión pueda generar trabajo, porque es la llave para aumentar la productividad, y con más capital genere un crecimiento de los salarios por sobre la inflación, necesitaría, por lo menos 5% del PBI adicional, es decir una tasa de inversión del 22% del producto.
– En el escenario actual ¿qué cree que debería hacer el Gobierno para que la gente acepte consumir menos, es decir ahorra más, para que pueda dar paso a ese aumento de la inversión?
– El primero que tiene que ahorrar es el Estado, porque al 17% de inversión global en términos del PBI se llega con un desahorro del 11% del Estado nacional en su conjunto que representa un 45% del PBI: 7% del PBI en la Administración Central; 1% en las provincias; más 3% del cuasi fiscal que genera el Banco Central con su política de regulación monetaria con la colocación de Lebac a altas tasas de interés; mientras que el sector privado ahorra el equivalente a 28% del PBI. Por tanto, no se le puede pedir más ahorro a las familias y empresas. De ahí que no haya mejora de la productividad, que no haya aumento de capacidad instalada de producción y que por ende no se creen empleo, y en consecuencia no mejore el consumo privado, y los salarios no le puedan ganar a la inflación.
“El primero que tiene que ahorrar es el Estado, porque al 17% de inversión global en términos del PBI se llega con un desahorro del 11% del Estado nacional en su conjunto que representa un 45% del PBI”
Propuesta de cambio de modelo
– ¿Cuál es su propuesta para que el Gobierno pueda salir de esa trampa?
– No veo que el Gobierno esté pensando en salir de ese circuito, porque no le veo pensando en qué hay que hacer para que mejore la macroeconomía de largo plazo, por eso no salimos. Lo único en que piensa es en surfear la ola para llegar a las próximas elecciones y con chances de ganarlas y quedarse en el poder.
– ¿Dónde ve ese proceso?
– El Gobierno después de las elecciones de octubre, que las ganó de manera fabulosa, hizo en materia de macroeconomía todo lo contrario de lo que había hecho antes: decide hacer un acuerdo con los gobernadores, y les dice "no se preocupen, ustedes van a contar con el mismo dinero en términos reales de acá hasta las próximas elecciones, para no ganarse enemigos políticos a cambio de que le brinden su apoyo, basado en el poder del príncipe; pero en ese acuerdo también dispone transferirle a la gobernadora María Eugenia Vidal $40.000 millones más en 2018; y $60.000 millones más en 2019, los cuales van a ser inyectados quirúrgicamente en los municipios del conurbano bonaerense donde ganó el kirchnerismo. De ese modo, los gobernadores no pierden; la provincia de Buenos Aires gana; Nación no pierde, me pregunto ¿quién financia todo eso?, los privados; ¿quiénes?, los jubilados. Por tanto, fíjese; ajustan la fórmula de la movilidad jubilatoria; luego de que habían aumentado el gasto en jubilaciones cuando necesitaron ganar las elecciones de medio término, es decir una vez más va en el sentido contrapuesto al de 2017; y por eso decide relajar la meta de inflación.
– ¿Con ese giro de política, que afecta al gasto social de modo directo, porque alteró el empalme de ajuste de jubilaciones y planes asistenciales, usted cree que el Gobierno podrá ganar las próximas elecciones?
– Es un gran desafío. Si creo que en los próximos dos años el Gobierno va a volver a incumplir con las pautas de inflación y de crecimiento del PBI, y va a llegar a 2019 con un PBI por habitante exactamente igual al que heredó a fines de 2015; y 5% menos que el de 2011; y con una relación de deuda PBI 20 puntos porcentuales más elevada, como mínimo.
Reacción de los inversores
– ¿Los inversores seguirán financiando el déficit fiscal de la Argentina, pese a que no cumple repetidamente con los objetivos de inflación y crecimiento que se propuso para honrar sus compromisos?
– Hasta ahora se mostraron dispuestos a financiar el exceso de gasto público, es decir el déficit fiscal, pero aclaraban que no iban a financiar el plan de obras públicas, o proyectos de la economía real. Ahora se ve un cambio, siguen con voluntad de prestar para cubrir el rojo fiscal porque la Argentina le ofrece una tasa de 7% en dólares y en el resto del mundo les pagan 2%. Pero, ¡cuidado!, advierten que lo que está haciendo el Gobierno es insustentable, por tanto, si no cambian, nosotros vamos a vender nuestros bonos antes de que todo salga mal y vamos a salir, por eso ya comenzó a subir el riesgo país más que en el resto de los países de la región.
– Frente a este escenario usted, junto a Javier Milei, elaboraron un plan de salida, ¿en qué consiste?
– Nosotros tenemos un plan monetario y un plan fiscal, para sugerir cambiar las cosas y que la macroeconomía vaya en el sentido que juzgamos adecuado para bajar la inflación; que aumente la inversión; que haya generación de empleo y que suban los salarios; es decir para que la Argentina recupere el sendero del crecimiento perdido; para eso hay que atacar las dos esferas, la fiscal y la monetaria.
El plan fiscal
– ¿En qué consiste el plan fiscal, dadas las restricciones que imponen el contexto social y la elevada presión tributaria sobre las familias y las empresas?
– La Argentina tiene que atacar el gasto público, es decir atacar un tema que nadie quiere encarar, como es el origen del abultado déficit fiscal: cuánto y dónde hay que achicar el Estado. Nosotros hemos identificado que se puede empezar por la obra pública, porque no tiene con qué recursos llevarla a cabo, lo cual no quiere decir que no haya que hacerla, sino que la tiene que delegar en el sector privado. Para eso el Gobierno nacional debería haber diseñado un sistema de incentivos y garantías que propicie que los privados inviertan en obra pública.
“El Gobierno nacional debería haber diseñado un sistema de incentivos y garantías que propicie que los privados inviertan en obra pública”
– Uno podría decir que eso es válido para las obras que luego el Estado las puede entregar en concesión, como una ruta, puertos, etc., pero no para construir hospitales y escuelas, hacer cloacas, o urbanizar un barrio…
– En el mundo hay experiencias con buenos esquemas de incentivos y garantías, donde el sector privado actúa en obras en el espectro más amplio que se imagine, inclusive en áreas como las que usted menciona. Hoy la obra pública representa 2,3% del PBI, con lo cual si se trasfiriera ese gasto a manos de privados se podría reducir el déficit financiero de 7% del PBI a 4,7% del PBI.
– ¿En qué otra área se puede cortar el gasto público?
– En transferencias discrecionales a provincias, no sólo para obras, sino incluso para financiar gasto corriente, como es el pago de salarios; eso representa alrededor de 1,3% del PBI.
– Eso era tolerable cuando el Gobierno nacional no cumplía con la Ley de Coparticipación de Impuestos y retenía de las provincias el 15% de la recaudación de impuestos que les correspondía redistribuir entre las 24 grandes jurisdicciones, ahora no. ¿Por qué cree que las mantiene?
– Acá vamos al grano, la obra pública es un gasto enteramente político. La transferencia de ingresos a provincias es otro gasto enteramente político. Si usted le suma el 2,3% del PBI anterior más este 1,3%, y todo eso se lo ahorrara ya estaría bajando el déficit de 7% del PBI a 3,4%. Entonces, ¿cuál es el mensaje que queremos dar? Que es mentira que el déficit fiscal no se puede bajar, sino todo lo contrario, se lo puede reducir muchísimo y rápidamente, si primero se hace el diagnóstico correcto; luego la decisión política de hacerlo; y por último mostrar coraje para encararlo.
– Y aún no ha tocado el exceso del gasto público en empleos, en particular en el orden provincial y municipal, como lo que resta de eliminación de los subsidios económicos, en ese caso siempre contemplando una red de contención social…
– Exacto, ya estamos en 3,6% del PBI que se puede ahorrar. Vamos a los subsidios económicos que representaban 2,8% del PBI a fines de 2017, y que hasta ahora se los ha recortado mal, porque se lo hizo únicamente con un instrumento, como es el aumento de tarifas; pero en las empresas prestadoras de servicios públicos la tarifa no es la única variable relevante para su ecuación económico-financiera, sino también hay otras como el esquema de financiamiento, nada de eso se tocó. De ahí que con esa eliminación se pasaría en corto plazo a un déficit fiscal financiero de sólo 0,6% del PBI.
“Con la eliminación de la inversión en obra pública, de las transferencias discrecionales a provincias y con el fin de los subsidios económicos se pasaría en corto plazo a un déficit fiscal financiero de sólo 0,6% del PBI”
– Si se llegara rápidamente a ese escenario, también se reduciría el riesgo país, y con ello el pago de intereses de la nueva deuda pública…
– Claro, se necesitaría menos financiamiento y se pagarían además menos intereses por la deuda pública. Y con un beneficio adicional, ese financiamiento que absorbe el Estado pasaría a estar disponible también más barato para el sector privado, que al ver que se elimina el déficit fiscal saldría a invertir, no sólo el argentino, sino del resto del mundo, que en los últimos 4 años redujo la inversión en la Argentina a medio punto del PBI, cuando para recuperar la proporción que tenía sobre el total en la región históricamente se debería de multiplicar por 8, es decir subir a 4% del PBI.
La política monetaria
– Dos palabras sobre la política monetaria que propone con Javier Milei, ¿En qué consiste?
– Nosotros creemos que la única forma de mantener la inflación a raya es aplicando una política monetaria que no emita de más, es decir por arriba del aumento de la demanda de dinero. Sobre esa base presentamos una propuesta que consiste en abandonar las metas de inflación y pasar a un régimen de control de agregados monetarios, de modo que sea el mercado quien determine el nivel de la tasa de interés. (Muestra el siguiente cuadro que luego pasa a explicar):
– ¿Cómo afecta en ese giro de política monetaria el abultado monto de Letras del Banco Central en circulación, que me acaba de mostrar que asciende a más de 11% del PBI?
– Proponemos que las Lebac se desarmen en dos etapas, una de shock (corto plazo) y otra gradual (mediano y largo plazo). En el corto plazo, se hace un canje voluntario por Bonos del Tesoro. De acuerdo con nuestras estimaciones, alcanza con un canje del 35% del total, y como pasarán a pagar menor tasa se reducirá el costo cuasifiscal, como mostramos en el cuadro.
– ¿Qué más dice el cuadro?
– Qué para ganarle a la inflación hay que dejar de emitir de más y desarmar la bomba de las Lebac, que al cierre de 2017 representaban el 11,3% del PBI y podría reducirse en tres años a un 2% del PBI; y junto con la eliminación del déficit cuasi fiscal se podrán cumplir las metas de inflación de 2018 del 15% y llegar al 5% en 2020.