Dos medidas del Gobierno para calmar al dólar y a los inversores

Los activos argentinos volvieron a ser los más golpeados entre los emergentes en una semana de furia para los mercados. Así y todo, el ala económica busca mostrar poder de fuego y capacidad de reacción

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Nicolás Dujovne, ministro de hacienda,
Nicolás Dujovne, ministro de hacienda, y Luis Caputo, ministro de Finanzas

En un movimiento calcado respecto al de hace dos semanas, el Tesoro salió el viernes a vender divisas en el mercado cambiario para ponerle un freno a la escalada del dólar. A través del Banco Nación se desprendió de USD 400 millones para evitar que el tipo de cambio mayorista supere los $ 20, pese a que el cierre para el público promedió los $ 20,20.

La venta ayudó a reforzar la idea de que no se avalará un salto mayor del tipo de cambio en medio de un ajuste de los mercados financieros a nivel global, pero que a los activos argentinos le pegó particularmente. Durante toda la semana hubo escasa oferta de divisas y los exportadores retrajeron sus ventas. Pero además en el exterior también se dejó de vender futuros de tipo de cambio a plazos superiores a dos meses, una muestra clara de la incertidumbre que se apoderó de los inversores que hasta hace un mes apostaban ciegamente por la Argentina.

Sin la intervención del Gobierno, claramente el dólar hubiera superado el viernes con amplitud los 20 pesos, algo a todas luces inconveniente. Un salto adicional del tipo de cambio hubiera generado nuevas olas de remarcaciones entre importadores, pero también en la industria local que utiliza insumos importados, como el sector automotor. Además representaría un elemento adicional de incertidumbre para el consumidor y para los hombres de negocios.

No hace falta que el Central intervenga para evitar un salto mayor del tipo de cambio. El Tesoro tiene dólares de sobra para vender en el mercado

La existencia de un proceso de "desacople" entre la evolución del tipo de cambio y las expectativas económicas es cuanto menos dudosa.  Y lo mismo puede decirse respecto a la correlación entre el tipo de cambio y la inflación, más allá de que el Banco Central insista con la idea de que el famoso "pass through" ya se ha reducido a una mínima expresión.

Para calmar al dólar no es necesaria la intervención directa del BCRA, lo que al menos le permite a Federico Sturzenegger mantener (a media asta) la bandera de la "flotación libre" del tipo de cambio. De hecho, la última intervención de la autoridad monetaria fue en agosto pasado, antes de las PASO.

Alcanza con los dólares que consiguió el propio Tesoro para calmar al mercado. La participación definida por Luis "Toto" Caputo el viernes implicó un cambio en la estrategia que se llevó adelante durante el 2017 y el arranque de 2018: ahora ya no todos los dólares se venden al BCRA. "Si el mercado demanda dólares se los vamos a dar. No es algo malo, porque no obliga al Central a emitir pesos y luego salir a esterilizar", explicaron altas fuentes oficiales a Infobae.

No habrá feriado de Carnaval para los inversores argentinos. Las miradas estarán puestas en la apertura del mercado en Nueva York y en especial en la evolución de la tasa del Tesoro norteamericano a diez años.

El grueso de los dólares del Tesoro siguen teniendo como destino al BCRA. Sólo el viernes las ventas a través de esa vía ascendieron casi a USD 2.000 millones, lo que llevó a una gran emisión de dinero por parte del BCRA y el consiguiente aumento de la base monetaria. Pero si el mercado no se tranquiliza, aumentarán todavía más las ventas a privados y se reducirán los montos que debe comprar el Central.

La falta de oferta cambiaria sería, por otra parte, circunstancial. A fines de marzo empezaría la liquidación fuerte de los sojeros y eso ayudaría a equilibrar el mercado. En el cortísimo plazo, todavía falta que se liquiden localmente algunas emisiones de deuda de las últimas semanas, como los USD 500 millones que consiguió AYSA a fines de enero con un bono a cinco años.

El castigo a los bonos argentinos luce exagerado. Es cierto que el Gobierno depende mucho del financiamiento, pero tiene dos activos: ya consiguió el 42% de lo que precisa para el año y demostró capacidad de financiarse internamente

La presión cambiaria fue en realidad un reflejo de la decisión de muchos inversores de desprenderse de activos locales. Así se vio en la fuerte caída que sufrieron todos los bonos argentinos, en especial los de duración más larga. El riesgo país siguió en aumento y el viernes ya superó los 420 puntos básicos, un incremento de 20% en lo que va del año. Ningún mercado emergente, con excepción de Polonia, sufrió semejante deterioro.

Algunos títulos argentinos como el emblemático Bono Centenario (emitido el año pasado a 100 años) acumulan una caída de más de 15 dólares desde los máximos y su rendimiento se acerca al 8%. Pero títulos a diez años volvieron a superar la tasa del 7% anual en dólares, cuando habían llegado a niveles de 5,5%. Este deterioro complica al Gobierno a la hora de salir a buscar financiamiento internacional y directamente le cierra a las empresas y a los bancos la posibilidad de conseguir crédito externo.

Federico Sturzenegger y Marcod Peña
Federico Sturzenegger y Marcod Peña (Adrián Escándar)

También en este caso el Tesoro mostró reacción en medio de la incertidumbre. Esta semana colocó bonos en pesos por 70.000 millones, el equivalente a 3.600 millones de dólares. Entre la emisión de enero y la de la semana pasada, el Gobierno consiguió el 42% de todo lo que precisa financiar a lo largo de 2018. Todavía restan unos USD 18.000 millones. Aún hay mucho tiempo para esperar que se tranquilicen las aguas y volver al mercado internacional o de lo contrario se insistirá con más emisión de deuda entre inversores locales.

La colocación de deuda por montos significativos en el mercado local también resultó una señal para inversores, al demostrar que no existe una dependencia tan importante del mercado externo.

En forma paralela, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, también procuró consolidar el mensaje de austeridad. El Gobierno mantiene su plan de reducir a 3,2% el déficit primario para este año, casi un punto menos que el nivel de 2017. Claro que si se mantiene la turbulencia internacional, el sendero de gradualismo fiscal podría resultar insuficiente. Pero todavía resulta prematuro pensar que será necesario acelerar el ajuste de las cuentas públicas.

Para los mercados no habrá Carnaval. Si bien será feriado en la bolsa porteña, los inversores seguirán desde el primer minuto la apertura de Wall Street y en especial la evolución de la tasa a diez años, que esta semana se acercó al crítico nivel de 3% anual. La gran ola de ventas de la semana pasada dejó heridos, pero el viernes también aparecieron señales favorables. Algunos informes de grandes operadores norteamericanos, como PIMCO, salieron a recomendar a compra de acciones en el mercado norteamericano. Pero en especial ponen el ojo en activos emergentes. La caída de precios, dicen, brinda una excelente oportunidad de compra.

Tras la caída de 10% que sufrieron las acciones en Nueva York en poco más de una semana, se valora la solidez de la economía norteamericana: este año crecería al 2,8%, hay una situación cercana al pleno empleo, y no hay indicios importantes de inflación. Por lo tanto, serían infundados los temores de quienes hablan de una crisis financiera en marcha.

Y esto es lo que también podría suceder con los bonos argentinos. A rendimientos del 7%, los brokers ya empiezan a recomendarle a sus clientes que compren bonos argentinos, especialmente del tramo medio de la curva de dólares.

Mostrar poder de fuego para evitar una excesiva volatilidad cambiaria y cintura para conseguir financiamiento aún en un contexto más complejo de suba de tasas. Con estos dos argumentos, el Gobierno apuesta a pasar la tormenta y recuperar el rumbo, aunque los golpes de las últimas semanas no serán fáciles de digerir.

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