Martín Berardi: "Hay que ser optimistas, pero también hay que estar preocupados"

El director general de Ternium Argentina y presidente de la Cámara Argentina del Acero analizó en una entrevista con Infobae la dicotomía entre el humor de los empresarios y el de los consumidores

“Si queremos crecer 3,5% de manera sostenida, todos los economistas dicen que hay que llevar la inversión en el PBI al menos a 20%, y estábamos en 16 o 17%. Cuando se hace ese esfuerzo es que se está ahorrando más y gastando menos”

Los grandes indicadores macroeconómicos dan clara cuenta de la consolidación de la reactivación de la actividad productiva y comercial, fenómeno que se reflejó en enero en el récord de patentamientos de automotores y motos, la firmeza del mercado inmobiliario, la suba del empleo neto y el desempeño de la recaudación tributaria, en especial del IVA-Consumo, entre otros.

La reciente gira del presidente Mauricio Macri volvió a cosechar elogios sobre el rumbo de la gestión del Gobierno y el potencial productivo, comercial y para inversiones que recuperó el país. Sin embargo, entre los consumidores no se comparte ese cambio de ánimo, y se mantiene una alta volatilidad, según se trate de meses en los que los bolsillos se ven más afectados por los aumentos de tarifas y de impuestos provinciales, o de los que mejoran por el aumento de las jubilaciones y los ajustes de salarios que se vayan acordando en paritarias.

Martín Berardi es director general de la flamante Ternium Argentina, el principal brazo del holding argentino Techint de Paolo Rocca que abandonó el nombre de Siderar tras la compra del 43,3% de la brasileña Compañía Siderúrgica del Atlántico. El estrecho vínculo de los productos del conglomerado industrial que dirige con las principales actividades del país le dan un lugar privilegiado a la hora de exponer, en diálogo con Infobae, su visión sobre la dicotomía que se advierte entre el humor de muchas familias y el de los empresarios.

-En las últimas semanas los grandes empresarios renovaron su respaldo al rumbo del Gobierno de Cambiemos, probablemente más explícito afuera del país que adentro. Al mismo tiempo, surgieron indicadores de pérdida de confianza de los consumidores, mientras los inversores internacionales mantienen su propensión a invertir en bonos de la deuda, pero toman reparos y suben las tasas de interés exigidas. ¿Cuál es su lectura después de haber cerrado un año en el que la producción de acero creció un 12%, pero el PBI Industrial apenas lo hizo 1,8%; y el empleo registrado se recupera a tasas muy modestas del 0,1%/0,2% por mes?
Creo que la dirección del Gobierno es la correcta; y que la sociedad votó en octubre la gradualidad. Y la gradualidad abre el debate sobre qué es primero y qué después: esto es lo que me parece vamos a vivir estos años hasta que la situación macroeconómica termine de corregir todas las distorsiones. Entonces va a haber un poco de todo, sectores que están más dinámicos con otros menos activos esperando que se vayan corrigiendo los factores que los detienen; pero en todos se advierte que los proyectos de inversión vuelven a estar sobre los escritorios. Es decir, el 2018 se rompe un ciclo. Veníamos desde 2011 con un año de crecimiento y un año de decrecimiento, llevamos así casi seis o siete años, y el primero que se va a crecer de modo consecutivo va a ser este; todos los economistas dicen que el PBI va a volver a aumentar entre 2,5% y 3%. Esto cambia el humor, claramente. Y usted dijo bien: los empresarios quizás mejor que los consumidores.

-¿A qué atribuye esa aparente dicotomía?
-A que la economía está creciendo más del lado de la inversión que del lado del consumo. Ese es un cambio que había que hacer, porque si crecemos sólo sobre la base del consumo nos vamos quedando sin stock de inversiones para seguir creciendo; es decir la economía se queda sin gasolina, de alguna manera. ¿Por qué ahora el crecimiento se muestra sostenido? Porque los proyectos de inversión duran más y van avanzando. Es muy importante la energía, ya sea las renovables como las no convencionales; es muy relevante todo el plan de infraestructura y lo que está demandando el sector de la construcción. Ahora el consumo, por otro lado, cuando se suben las tarifas públicas, evidentemente la gente tiene que cambiar su mix de consumo, empieza a gastar más en servicios, como el transporte, luz, gas y agua; y menos en otros, y genera ruidos y en algunos casos mal humor, pero era un cambio social que tenía que darse. Si queremos crecer 3,5% de manera sostenida todos los economistas dicen que hay que llevar la inversión en el PBI al menos a 20%, y estábamos en 16 o 17%. Cuando se hace ese esfuerzo es que se está ahorrando más y gastando menos. Y eso la sociedad lo reciente.

“La dicotomía entre el humor de los empresarios y el de los consumidores se explica porque en este etapa la economía está creciendo más del lado de la inversión que del lado del consumo”

-Usted dirige una parte importante de un conglomerado industrial que es multiplicador de actividades, porque el sector siderometalúrgico abastece a la construcción pública y privada, al agro, a las industrias automotriz y de línea blanca, al sector energético, tanto energía eléctrica como petróleo y gas, a la minería… ¿Por qué cree que el sector cerró un muy buen 2017 y la industria manufacturera en su conjunto creció muy poco, tras una fuerte caída previa?
-Es muy buena su pregunta. Le diría que el consumo de acero creció en 2017 entre 11% y 12%, según el sector, fuertemente impulsado por la obra pública, el agro que fue dinámico a partir que le sacaron las retenciones y le liberaron las exportaciones de algunos productos, y la energía que comenzó a mostrar en la segunda mitad del año un ritmo importante. Sin embargo, hubo otras actividades que no tuvieron crecimiento. El sector automotriz al que usted se refirió depende mucho de Brasil, porque la mitad de su producción va a ese destino. Por eso cuando la economía brasileña se cae de 3,7 millones de automotores a 2 millones es inevitable que nos compren menos. Esperamos que para 2018 la producción automotriz rebote junto con Brasil. La venta de autos estuvo muy por encima de la producción; y en esta economía que se está ajustando de una macro desbalanceada a una más integrada al mundo, más en equilibrio con el resto de los países, y en esta gradualidad donde aún hay muchas cosas para corregir, los que sufren son los sectores transables, por eso en esta etapa funciona la construcción, todo lo que tiene que ver con la inversión pública en infraestructura, la energía eléctrica y el gas. Pero los transables, los productos que se venden al exterior, necesitan tiempo; y es posible que las inversiones en esos rubros llegue un poco después.

“Los productos que se venden al exterior necesitan tiempo; y es posible que las inversiones en esos rubros llegue un poco después”

-Para eso se requiere enfrentar cuestiones que se van resolviendo lentamente…
– Claro, acá se abre un capítulo, que es una de las discusiones que tenemos con el Gobierno: ¿cúal es el dilema que tiene la Argentina, la ecuación que necesita resolver: achicar el Estado y agrandar el sector privado, o no achicar el Estado, pero que crezca mucho la actividad de los particulares? Pero si nosotros esperamos a que se corrijan todas las variables macroeconómicas para lanzarnos a invertir vamos a haber perdido 3 o 4 años; y la ecuación es que se reduzca el déficit fiscal, porque es la madre de todos los problemas. La sociedad entiende que ese desequilibrio va a bajar gradualmente, y eso va a hacer que se requiera tomar menos deuda gradualmente; y que los tipos de cambio puedan converger hacia el nivel del de los principales socios comerciales de la Argentina. Ahora bien, ¿qué pasa durante ese proceso de 3 o 4 años? ¿Cómo hacemos para invertir en el mientras tanto?

“Si nosotros esperamos a que se corrijan todas las variables macroeconómicas para lanzarnos a invertir vamos a haber perdido 3 o 4 años; y la ecuación es que se reduzca el déficit fiscal, porque es la madre de todos los problemas”

-Esa era la pregunta obligada que le iba a hacer…
-Acá, como le decía antes, los proyectos están sobre la mesa, pero hay sectores que van a necesitar acuerdos especiales para no esperar que se acomoden todas las variables y lanzar la inversión lo antes posible. Porque si esperamos, vamos a haber perdido 3 o 4 años, y en la economía se habrá gastado toda la gasolina.

-¿En qué nivel están los proyectos de inversión del sector siderometalúrgico? Sobre todo porque el uso de la capacidad instalada supera el 83%, que es como decir que opera al máximo del potencial técnico, cuando el promedio de la industria trabaja a menos del 70 por ciento…
-Nosotros necesitamos ampliar la capacidad instalada. Por eso le dije que todo el sector transable de la economía y en especial la cadena metalmecánica, necesita hacer inversiones, los proyectos están en la mesa, el tema es cómo viabilizarlos en un momento en el que la Argentina es todavía cara y los proyectos de inversión tienen una componente local más grande que la operación. Esto mucha gente no lo sabe, pero veamos la siderurgia: acá el 65% depende de insumos importados o dolarizados, como el carbón, mineral, electrodos, refractarios, gas natural, combustibles, que están ligados a precios internacionales y 35% depende de costos locales. Pero en un proyecto de inversión los equipos importados representan el 25%, el 75% es el montaje. Por tanto, el hecho de que la Argentina sea cara y aún tenga que corregir ciertas variables macro torna difícil poner en marcha los planes en carpeta.

-¿Esto se lo han planteado al Gobierno?
-Sí, lo que estamos haciendo en distintas ventanillas y empujando a nuestra cadena de valor es plantear de qué manera, con incentivos fiscales, con promoción, podemos hacer que esos proyectos no esperen tres años y se lancen hoy.

-¿Cuál es la respuesta que reciben de los distintos ministerios?
-La respuesta es que están dispuestos a los acuerdos sectoriales, y piden llevar los proyectos. Me parece que en este 2018 el Gobierno se va a dar cuenta de que estas cosas hay que acelerarlas. Porque no se puede hacer inversión pública, ya que eso genera déficit fiscal. Los programas de participación público-privada van a ser clave, pero también hay que incentivar que esas iniciativas tengan contenido local. Vaca Muerta es un ejemplo de una política de acuerdo sectorial bien hecha.

“Vaca Muerta es un ejemplo de una política de acuerdo sectorial bien hecha”

-Eso llamó la atención: el Gobierno había avanzado con acuerdos sectoriales, como Vaca Muerta, construcción, automotriz, calzado, pero luego pareciera que los frenó…
Nuestro grupo empresario la vio con claridad y se lanzó con una inversión de USD 2.300 millones, de los cuales ya lleva ejecutados unos USD 700 millones en el proceso más lento, que es el montaje y trabajo de superficie que llevó unos siete meses, pero ahora avanza a un ritmo de USD 80 a USD 90 millones por mes; y que está impactando sobre la economía ya hoy. Y lo bueno del petróleo y gas no convencional es que tiene un alto contenido local, por tanto moviliza a toda la economía; salvo los equipos de perforación que pueden ser importados, todo el resto, como logística, tubos y caños, estructuras, todo es local, se mueve rápido y tiene impactos positivos. Nosotros creemos que en 2018 la energía va a dar buenas señales para el conjunto de la economía.

“Nuestro grupo empresario vio con claridad el acuerdo sectorial de Vaca Muerta y se lanzó con una inversión de USD 2.300 millones, de los cuales ya lleva ejecutados unos USD 700 millones”

-¿Eso explica entonces la demora de la industria en ser un sector activo como generador de empleos de modo directo? Aunque por lo que usted comenta, está contribuyendo a generarlos en actividades vinculadas del lado de la demanda, para convertirse en actor del lado de la oferta en rubros como la energía no convencional.
-Eso es lo que más se movió en el 2017. Nosotros vemos en estos proyectos una fuerte integración local, y es más: en nuestros programas Propymes hemos hecho reuniones para analizar de qué manera toda la red de proveedores pueda darnos servicios en Vaca Muerta, porque a la larga o a la corta eso deriva en más consumo de acero y en el crecimiento del mercado interno.

-Un tema que desde hace tiempo inquieta al sector es la competencia de la siderometalúrgica de China en toda América Latina, muchas veces a precios de dumping. ¿Cómo está ese frente y cómo le afecta a la Argentina?
-Ese es el segundo punto. El primero le mencioné: cómo hacemos en la transición hacia la estabilización macroeconómica para adelantar proyectos que quizás los actores económicos los mantengan postergados durante 2 o 3 años. Hay que generar condiciones sector por sector. El segundo es qué señales damos en un mundo donde el comercio mundial y la globalización está cuestionada; y por tanto bajo análisis: Brexit; Trump; el rol de China, hay señales complicadas. Como industria y como sector nosotros decimos: ¿podemos competir con Latinoamérica? Por supuesto. ¿Con los EEUU? Por supuesto. ¿Con Europa? Por supuesto: en este caso si el acuerdo con Europa se negocia inteligentemente va a ser beneficioso. Ahora China juega a otra cosa: generó un exceso de capacidad instalada en nuestra industria de 500 millones de toneladas de acero, que es una clara demostración de que no es una economía de mercado, porque si hubiese hecho las cuentas no hubiese hecho esas inversiones nunca.

“Como industria y como sector nosotros decimos: ¿Podemos competir con Latinoamérica? Por supuesto. ¿Con los EEUU? Por supuesto. ¿Con Europa? Por supuesto: en este caso si el acuerdo con Europa se negocia inteligentemente va a ser beneficioso. Ahora China juega a otra cosa”

-¿A cuánto asciende el consumo mundial de acero?
-Unas 1.700 millones de toneladas.

-Con semejante excedente de oferta de un 30% del consumo global, el escenario de precios internacionales del acero no luce auspicioso. ¿Es así?
-No necesariamente, porque lo que está haciendo China es tratando de cambiar y frenar la producción de las plantas que ya no cumplen con las normas ambientales, eso significó la baja de unas 150 millones de toneladas, hay una señal positiva. Y segundo, el mundo está ahora seteado para crecer más: crece EEUU, crece Europa, crece América Latina… Entonces la visión de nuestra industria es positiva.

-Pero apareció un tercer actor…
-¡Donald Trump!

-El 2-3-2, ¿de qué se trata?
El comercio mundial se maneja como el agua, cuando usted cierra un dique el agua va para otro lado. Si Trump cierra las fronteras, y quiere ir al proteccionismo y levanta la producción de muchos bienes en los EEUU, el resto del mundo tiene que frenar; o el Sudeste Asiático tiene que salir a buscar otros mercados; ese es el problema. El tema del comercio internacional no tiene que ser dogmático, sino que hay que analizarlo como un juego de ajedrez, es decir, tener presente el famoso chiste de los rusos también juegan (recuerda cuando Brasil hacía la estrategia de ataque en un mundial de fútbol). Es un partido donde no se puede jugar sin ver lo que hacen los otros. Si los EEUU les cierra las puertas a China y la declara economía no de mercado; si Europa dice que no es una economía de mercado; que Latinoamérica diga lo mismo es un suicidio. ¿Qué hacen los EEUU? Va a haber que pensarlo. ¿Qué hace México que está al lado? Recientemente, bajo la sección 201, que es un sistema de salvaguardas en los EEUU, le acaban de imponer un derecho de importación a los lavarropas mejicanos, pese al NAFTA, del 20% para el primer millón 200 mil unidades y de 50% sobre el excedente, y contra 11 países. Pero el dato es que incluyeron por primera vez a su vecino del sur. Por tanto, es una señal de que está jugando fuerte. Después vino la 2-3-2, que es otra sección, que establece que por cuestiones de defensa y seguridad interior se pueden frenar las importaciones de aluminio, acero y otros productos, por tanto puede pasar cualquier cosa. Trump tiene 90 días, que vencen el 19 de abril, aunque puede decir antes, o extenderse. Se trata de una investigación que empezó en abril de 2017. Es un partido entre grandes.

-El caso de América Latina luce diferente, porque salvo Brasil y México, el resto de los países, como en particular la Argentina, no pueden sostenerse con el consumo interno. ¿Qué puede hacer?
-Nosotros tenemos que mantener el pie en los EEUU; y también que como industria y como sector, si es que hay un pie, en Europa; y en América latina. Ahora lo que hay que articular es si el mundo aumenta el proteccionismo, nosotros no podemos ser el canal en el que se vuelque todo lo que sobre del Sudeste Asiático. Ese es el mensaje. Es una señal que no hay que descuidar.

“Lo que hay que articular es si el mundo aumenta el proteccionismo, nosotros no podemos ser el canal se vuelque todo lo que sobre del sudeste asiático. Ese es el mensaje”

-No hablamos mucho de la competitividad, salvo de la necesidad de los acuerdos sectoriales para adelantar las inversiones. ¿Qué me puede decir?
-Exacto. ¿Cuáles son los factores de competitividad que consideramos nosotros importantes. El primero se vincula con la reforma impositiva, que creemos que está en la dirección correcta, pero también es gradual; el segundo es la convergencia de los tipos de cambio; en los dos gobiernos de Cristina Kirchner se apreció mucho el peso, se atrasó el tipo de cambio, cuando el mundo, después de la crisis de 2008/2009 se devaluó contra el dólar. Ahora tenemos que ir viendo una convergencia.

-¿Cuál es el tipo de cambio real que le iría bien, o necesita como piso el sector siderometalúrgico?
-No tenemos un nivel de tipo de cambio determinado porque depende de lo que hacen los demás, si el Euro pasó de 1,05 a 1,30 dólares por unidad la Argentina no necesita devaluar tanto; si el Real pasó de 4 a 3,15, es decir todo depende de cómo se muevan las monedas de los principales socios comerciales. Por tanto, no hablamos de devaluación, sino de cómo convergen los tipos de cambios a situaciones de equilibrio conocidas, como antes de la crisis del 2008; o quizás del 2011 antes del cepo; es decir que el comercio no estaba alterado por desbalances de monedas. Hoy nosotros vemos la convergencia positiva, esto es, no atrasar el tipo de cambio y dejar que el resto del mundo se aprecie. La tendencia mundial es que el dólar se devalúe un poco. Eso sería un puntito a favor.

“Nosotros no hablamos de devaluación, sino de cómo convergen los tipos de cambios a situaciones de equilibrio conocidas, como antes de la crisis del 2008; o quizás del 2011 antes del cepo; es decir que el comercio no estaba alterado por desbalances de monedas. Hoy vemos la convergencia positiva, esto es no atrasar el tipo de cambio y dejar que el resto del mundo se aprecie”

-¿Y el tercer punto? Me imagino que la reforma laboral…
-Exactamente, que obviamente tiene que ser por sector.

-En esta industria, ¿cómo está la relación con los sindicatos?
-Como sector la situación es heterogénea. Nosotros como Ternium Argentina no podemos decir que hemos tenido impedimentos por temas gremiales a lo largo de la historia. Tuvimos dos representantes de la Unión Obrera Metalúrgica en el directorio de la compañía por muchos años, y con el voto unánime de todos fuimos a Sidor en Venezuela, hicimos las inversiones en México, hicimos las inversiones en Usiminas de Brasil, con fondos que salían de Siderar… Es decir, los trabajadores estuvieron de acuerdo en que nosotros nos globalicemos. Incluso ellos tienen acciones en un fideicomiso y en un momento dado, el administrador vendió parte de esas tenencias y compró Ternium, con lo que los trabajadores pasaron a tener acciones de una empresa que cotiza en Wall Street, no solo de Siderar. Por tanto, nos caracteriza tener muy buena relación con el gremio e invertimos mucho en tecnología. Si usted va a algunas de nuestras plantas laminadoras verá a un técnico mirando 700 pantallas y controla un proceso automatizado, que contrasta con la época cuando entré a Siderar, que se movía con un sistema de palancas manuales. La tecnología va a seguir incorporando nuevas cosas y eso la reforma laboral lo tiene que prever.

-¿Los índices de productividad cómo están respecto de otros países?
-En nuestra industria están muy bien, a nivel global país hay mucho por hacer. Nosotros al globalizarnos pudimos ver qué productividad tenían nuestros pares, cuando fuimos a México, a Brasil, Canadá, Europa; tanto Tenaris cuando se globalizó, como Ternium cuando se globalizó, pudimos ver cómo estaban los otros y no estábamos mal. Pero acá debo decir que el Grupo Techint tuvo una tradición de sentar la base de competitividad sobre una producción de bienes complejos a alta productividad, esa ha sido la base de sustentabilidad, no tenemos ni recursos naturales más baratos, ni energías más baratas que el resto, lo único que hemos tenido para globalizarnos es una gestión distinta.

-¿Cómo está viendo el mercado siderometalúrgico?
-Positivo. El 2018 vamos a volver a crecer entre 10 y 12 por ciento.

-¿Y el mix de consumo interno y exportaciones?
-Vamos a vender al mercado interno el 90% de la producción de Ternium Argentina. Tenaris es otra historia.

-¿Por qué?
-Porque el mercado de los tubos petroleros es un mercado de nicho; los jugadores son globales, Tenaris es uno de los grandes actores globales, con otros dos o tres; mientras que el mercado de los productos laminados planos y largos de acero es muchísimo más grande y la estrategia de Ternium Argentina es regional, sólo estamos en las Américas, porque la estrategia se basa más en el servicio que en un desarrollo tecnológico complicado.

-Al pasar habló de Ternium Argentina, y no de Ternium Siderar, ¿por qué?
-Es que cambiamos la razón social Siderar y ahora somos Ternium Argentina a partir de la entrada en CSA, Compañía Siderúrgica del Atlántico, una de las mayores siderúrgicas de Brasil, que le compramos a Thyssenkrupp, con lo que nos convertimos en el primero, a lo sumo el segundo, mayor operador en Latinoamérica, y el nombre Ternium empieza a tener un peso, con proveedores y clientes globales, para reclutar recursos humanos, enorme.

-¿El aditamento Argentina no lo debilita al nombre, por todas las asignaturas pendientes de que me habló que están en vías de corrección gradual?
– No. Cuando usted habla con el mundo financiero hoy ve a la Argentina con mejores ojos de lo que los argentinos lo vemos. Es como que hay enormes expectativas afuera del rumbo que tomamos. Nosotros advertimos que hay que implementar las cosas, pero afuera hay optimismo. Hay que ser optimistas, pero hay que estar preocupados porque la gradualidad exige discusión y debate: qué necesitamos primero, y después. La sociedad votó la gradualidad, pero hay que adaptarla, porque implica que los tipos de cambio van a converger gradualmente; la reforma fiscal y laboral van a ser graduales; el déficit y el empleo público se van a reducir gradualmente, y comenzar a subir el empleo privado. El tema es en esa gradualidad cómo hacemos para invertir ahora y no esperar 2 o 3 años.

Fotos: Martín Rosenzveig