Son las seis de la tarde y Cristiano Rattazzi recibe a Infobae con una gran sonrisa y su habitual simpatía, en su fabulosa casa de Manantiales. Sentarse en uno de los sillones de su espacioso living es como estar navegando en un barco en medio del mar. La vista sobre el océano es absolutamente increíble.
El presidente de Fiat Chrysler Argentina pasa sus veranos en esa mansión desde hace 10 diez años, cuando su gran amigo Adolfo Cambiaso (padre) le dijo que el terreno contiguo a su casa estaba disponible y decidió construir allí Villa Azul.
Mientras dialoga con Infobae alguien lo llama desde la calle. Cristiano no duda en levantarse del sillón y salir a saludar: "Me gusta esa cercanía con la gente que me da esta casa: muchos pasan y me saludan desde la calle, amigos, pero también gente que sabe que vivo acá", cuenta mientras vuelve a sentarse para empezar la entrevista.
A pesar de que está de vacaciones, confiesa que nunca se desconecta del trabajo y mantiene casi la misma rutina que en Buenos Aires. "Allá, todos los días me despierto a las seis de la mañana y hasta las siete hago gimnasia. Después, voy a la oficina y hago miles de cosas. Y no salgo hasta muy tarde: cuando llega la medianoche, saludo y me voy a dormir", explica.
"En el verano mi rutina es igual. Tengo más tiempo para hacer deporte, jugar tenis… Últimamente no he tenido tiempo de hacer windsurf y kitesurf pero voy a volver a hacerlo. Nunca me desconecto en serio de la oficina, siempre estoy conectado. Y es que ha cambiado totalmente la manera de trabajar, así que ahora estás conectado todo el tiempo", asegura.
A los 69 años, Cristiano está tan lleno de energía y vitalidad que -en un futuro cercano- no planea mermar su actividad profesional y le cuesta imaginarse qué hará más adelante. Lo único que tiene claro es que quiere pasar más tiempo en Punta del Este y disfrutar de su casa, pero eso recién será dentro de 15 años.
"Mi pasión, aparte de hacer deportes, es volar. Tengo una empresa con un socio, que hace servicios de helicópteros y se llama Modena, así que seguramente -mucho más adelante- voy a ocuparme de eso y de volar más, porque ahora no tengo tiempo. Me encanta volar helicópteros y aviones, hacer windsurf que es otra de mis pasiones. Pero por ahora no, por ahora Fiat Chrysler Argentina es mi parte importante", deja en claro.
-¿Cuándo y por qué empezó este romance con Punta del Este?
-Creo que muchos argentinos tenemos un romance con Punta del Este. Hay que ir muchos años para atrás, cuando la Argentina estaba entre los primeros siete países del mundo y Uruguay era la "Suiza de América Latina". Tenía las mejores playas, los mejores bancos y era un país más evolucionado en la parte financiera. En Argentina estaba toda la parte industrial, económica, agropecuaria… eran dos potencias. En ese entonces, Uruguay era solo para quien podía cruzar, porque no había tantos puentes y, de hecho, sigue habiendo pocos.
Desde que nací, en 1948, vivíamos en Buenos Aires y veníamos a veranear acá, en familia; siempre fue un placer. Después, con las evoluciones de los países -ambos ya un poco decadentes- siempre Uruguay era un cambio de una Argentina que cada diez años se iba al tacho y empezaba de vuelta. Habían destruido media Argentina, decían "pero ahora empezamos bien", y terminaba cada vez peor.
Ahora, es la primera vez que hay una situación bastante inversa, que podría hacer que -de acá a diez años- Argentina vuelva a estar entre los primeros diez países del mundo. Y la verdad es que esa es una aspiración que tengo y que espero que mis hijos puedan vivir.
-¿Realmente cree que en diez años Argentina puede estar dentro de los primeros diez países del mundo?
-Si hace todo bien, sí. El problema es, como bien dicen mis amigos del Gobierno, y también como siempre digo yo, es muy lindo que tengas ideas perfectas para gobernar y hacer todas las cosas que habría que hacer para que el país sea súper exitoso, como Alemania, por ejemplo; pero para eso primero tenés que ganar las elecciones, porque si no las ganás son solo consejos de afuera. Hay que ganar las elecciones y para ello tenés que mantener cierta popularidad, que no es populismo.
Saliendo del populismo, tenés que mantener la popularidad suficiente para que te sigan votando y puedas hacer las cosas bien. Y eso es lo que ha hecho el Gobierno hasta ahora.
Todas las leyes, los decretos… son todos hacia el camino correcto, menos la mexicaneada que le hizo la gente del Frente Renovador sobre el mínimo no imponible. No salió bien para el futuro de la Argentina, va a haber que rever esa parte. Pero todas las otras leyes salen a favor de un país más abierto, más competitivo, avanzando en las reglas modernas de la liberalización, de orden, de respeto de las leyes, etcétera.
Muchas veces, entre las cosas que la gente te dice, te preguntan: "¿por qué tuvieron que hacer la reparación histórica que nadie la pedía urgente?". Mi respuesta es que la ley misma decía que había hacerse. Por lo tanto, si la ley dice algo, no hay que esconder las cosas debajo de la alfombra por otros diez años porque nadie proteste mucho. El Gobierno dijo: "Está la ley, ya tengo juicios en contra, entonces, apliquémosla".
Por otro lado, también le dieron a cuatro millones de jubilados que nunca aportaron nada y es difícil darles el mismo tratamiento a los que nunca aportaron. Hoy es imposible sacárselo porque hay que ayudarlos. A futuro, habrá una cierta diferenciación entre los que aportan y aportaron, y los que nunca aportaron nada. Es obvio: si aportas estás ayudando a tu futuro. Si no aportás nada, tendrá que mantenerte el Estado.
-¿Son cambios que se necesitaban?
-Ese tipo de cambios el Gobierno los está haciendo bien y el país está avanzando. Con dificultad, porque el país viene de un desastre total. Son 85 años de desastre. Lo último ya fue "Alí Babá y los cuarenta ladrones". Pero ahora, parece que el país quiere cambiar, porque si no, no hubiesen tenido ese contundente triunfo en las elecciones.
Evidentemente, siguen algunos problemas garrafales: 30 por ciento de pobreza… Uno se pregunta: ¿cómo eso puede pasar en Argentina? El populismo llega a Venezuela, que prácticamente está destruida. Pensá que, si no hubiéramos seguido este camino, el camino probable era Venezuela. Los ves frustrados, destruidos, sin comida… ¡y todavía la última vez lo votaron!
Entonces, el populismo es un pulpo que agarra y convence de algunas cosas que son inviables: termina con un país inviable y destruido pero que mantiene cierta fuerza popular. Haber salido del populismo en votaciones normales es una ventaja extraordinaria. Es una esperanza de volver a la Argentina de hace 85 años, donde era uno de los países más prósperos del mundo.
-¿Cómo ve el avance de los procesos judiciales y las detenciones relacionadas con el Gobierno anterior?
-¡Pero eran Alí Babá y los cuarenta ladrones! ¡Pero lo eran en serio! Era el gobierno de Alí Babá (risas)… Entonces, alguien tiene que ir preso. El problema es que, como tuvieron el 54 por ciento de los votos, dicen "hago lo que quiero". Es un poco como lo del príncipe feudal, a quien todas las actividades tenían que pagarle una gabela.
Era la misma mentalidad: "yo soy el príncipe feudal porque gané con el 54 por ciento de los votos, entonces todos me deben tributar algo". Pero en el mundo moderno, ¡eso es robar! En el "tributo", cada uno aprovechaba a hacer su parte y la verdad es que termino como Alí Babá y los cuarenta ladrones.
Hoy en día el cambio es total. Decir que el Estado se vuelva totalmente puro… ni en los Estados Unidos, ni en España, ni en Inglaterra el Estado es totalmente puro porque no hay un controlador contínuo. Pero hoy en día es un Estado decente, no se puede hablar de lo que fue. Entonces, tiene un potencial y están yendo a hacer las cosas correctas.
Grandes exponentes peronistas me dijeron que esperan tener un país viable en un futuro, y no uno como lo dejó Cristina. Quieren un país que funcione, para construir sobre eso y hacer un país viable. Hay un grupo de peronistas lógicos, de centro, que quieren hacer las cosas bien.
Por otro lado, evidentemente hay un grupo de perdidos, porque recordemos que los negocios que se hacían ya no pueden hacerlos más, porque están fuera del poder. Y para esas personas, que pensaban el poder en términos de negocios, es un duro golpe.
Pero para los que piensan el poder en términos de servicio, como mi madre (Susanna Agnelli), que fue Canciller de Italia y vicecanciller por diez años, alcalde del Monte Argentario también por diez años… Ella era puro servicio. Era una persona especial pero hoy en día, para muchas personas, estar en el poder es servicio. Y ese es un cambio total e importantísimo.
-Entonces, ¿qué nota le pondría al Gobierno de Mauricio Macri si tuviera que calificarlo?
-Le pondría un 9 y medio: va siempre hacia el camino correcto. Nunca titubeó.
-¿Están llegando las inversiones del exterior?
-Están llegando pero el país tiene que dar una cierta promesa de que, cualquier compromiso que tome, se va a respetar. Hasta acá, cada diez años, han tirado por la borda la plata de la gente, confiscaron ahorros, no pagaron deudas… Ahora, van dos años y la Argentina cambia, porque acá se hizo cualquier cosa.
El país tiene que cambiar muchas cosas: el populismo, la apertura, la idea de que las importaciones se pelean con falsos sistemas… todo eso tiene que cambiar.
-¿Le gustaría participar en política? Fue fiscal de mesa en las últimas elecciones, por ejemplo.
-Soy vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), así que estoy en política empresaria. Me parece que hoy es muy importante en la Argentina tener gente en política empresaria. Yo quiero un país abierto, competitivo, respetado por el mundo, querido, sin inflación, sin pobres… Me encantaría tenerlo, pero el populismo ha hecho exactamente lo contrario.
Ahora, de eso a estar en política, a menos que sea absolutamente necesario -como le pasó a mi madre, que en cierto momento sintió que era necesario que fuera alcalde del Monte Argentario para arreglar miles de cosas-, sería un honor, pero la verdad es que prefiero hacer mi parte desde el sector privado, que en el fondo tiene una función política.
-¿Qué valores les transmitió a sus hijos Alexia, Manuela y Urbano?
-No creo mucho en transmitir valores… Tal vez no necesiten trabajar, pero lo bueno es que tienen el privilegio de haber estudiado en los mejores colegios, en las mejores universidades.
Y por eso tienen que trabajar para devolverle al mundo todo lo que les han enseñado y hacer las cosas bien. Pienso mucho en los valores de despertarse temprano en la mañana y trabajar duro durante toda la semana.