Marcelo Scaglione: "El acceso a la OCDE nos da una mirada que va más allá del mandato de Macri"

El representante de la Argentina ante la OCDE aseguró a Infobae que la Argentina recibiría la invitación formal al acceso en 2018. Fue compañero de universidad de Emmanuel Macron, actual presidente de Francia

El ingreso no está garantizado. No se consigue en cuestión de días, meses y ni siquiera es tarea de un solo presidente: entrar a la OCDE es una política de Estado, esas de las que tanto faltan en la Argentina. Con eso en mente, el gobierno de Mauricio Macri se puso como objetivo que el país sea miembro pleno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y el primer gran paso es recibir una invitación especial para comenzar ese camino.

"Nuestro objetivo es que esa invitación llegue en junio de 2018, en concordancia con la presidencia argentina del G20", aseguró Marcelo Scaglione, subsecretario en el Ministerio de Hacienda y representante del gobierno argentino ante la OCDE.

Scaglione fue electo en este rol tras su experiencia internacional que, entre otras cosas, incluyó dos años en la Escuela Nacional de Administración de Francia -ENA, por sus siglas en francés-, donde tuvo la oportunidad de conocer a Emmanuel Macron, presidente de Francia, quien por entonces era su compañero de curso. "Es una persona fuera de lo normal", dijo en diálogo con Infobae, en una entrevista en los estudios de la redacción en la que habló de todo: el rol de la OCDE, por qué será útil para la Argentina y la necesidad de profesionalizar la carrera del empleado público, tomando algunos elementos del modelo francés, entre otros.

— Nuestro país ya participa de algunos programas o acuerdos o políticas de la OCDE. ¿Cuál sería la ventaja ahora de convertirnos en miembros plenos?

— Tiene de alguna manera un primer objetivo, un gran beneficio para la Argentina, y es que la OCDE es el brazo ejecutivo del G20, cuya presidencia acaba de asumir nuestro país. El primer beneficio es ser parte de la gobernanza mundial. A través de sus 250 comités y grupos de trabajo, representa las mejores prácticas a nivel internacional en las políticas públicas y lograr entrar en ese organismo le da al país un upgrade en todo su proceso de transformación.

— ¿Cuándo considera el Gobierno que la OCDE le enviará la invitación formal para empezar la candidatura?

— Ingresar a la OCDE es primero difícil y complejo, no todo el mundo accede. La OCDE se creó en 1961 con 20 países y tiene ahora 35. Es decir que entraron únicamente 15 países en más de 50 años a través de tres procesos que se han hecho en forma sucesiva. Para ingresar a la OCDE hace falta la unanimidad de todos sus miembros no solamente respecto de un país sino respecto de un paquete de países. No se ingresa a la OCDE en forma individual. Hoy la Argentina ya tiene presentada su candidatura, que tiene el apoyo de los 35 miembros. Pero en el grupo están Perú y Brasil por América Latina, y Rumania, Croacia y Bulgaria por Europa.

— ¿Y esa invitación cuándo llega?

— Nos hemos propuesto como objetivo lograrla a más tardar en dos años. Este proceso comenzó en junio de 2016, nuestro objetivo es para junio del 2018 en concordancia con la presidencia del G20. Es un objetivo cuyas variables no controlamos, pero es lo que proyectamos.

— A partir de esa invitación, ¿cuánto puede llevar en promedio para que la Argentina sea miembro pleno?

— De la experiencia de los últimos países latinoamericanos que han ingresado o que están en proceso de acceso, puede durar entre tres y seis años. Nosotros estimamos que una vez recibida la invitación y con el modelo de organización que hemos puesto en marcha en el gobierno argentino, un plazo de cuatro años podría ser un ambicioso pero realizable.

“Emmanuel Macron es una persona fuera de lo normal. Desde el momento que uno interactuaba con él, ya se daba cuenta de que iba a llegar lejos.”

— ¿Hicieron una exploración, una búsqueda de coincidencias con otras fuerzas políticas y sectores de la sociedad para asegurar que exista un consenso en torno a este objetivo de ingresar a la OCDE?

— Completamente. Una de las primeras decisiones fue trabajar en el día a día con el Congreso nacional. En febrero de este año se creó en la Cámara de Diputados un Comité Parlamentario OCDE que está presidido por Patricia Giménez, vicepresidenta de la Cámara de Diputados, integrado luego por diputados tanto de Cambiemos como de la oposición. Y uno de los ejemplos que me gusta nombrar es el de la Ley de Responsabilidad Penal Empresaria que se aprobó hace pocos días. Primero costó que avanzara en Diputados, luego se aprobó por unanimidad en el Senado, con lo cual hay un trabajo muy importante al cual se sumó la OCDE, expertos de otros países y logramos luego que con unanimidad del Senado volviese a Diputados y también se aprobara con un amplio consenso. Y ese ejercicio lo estamos haciendo con muchas otras leyes, como la Ley de Defensa de la Competencia, donde se ha trabajado de manera estrecha con los especialistas de la OCDE. Para cada uno de los temas asociamos a los diputados y senadores de la oposición porque se trata de una política de Estado. Siempre decimos que el acceso a la OCDE tiene que perdurar más allá del gobierno del presidente Macri. Es un legado que estamos dejando a las próximas generaciones de argentinos.

¿Se podrá sostener este ejercicio de consensuar una política a largo plazo?

— Creo que en Argentina lamentablemente la última generación que se propuso cambiar el país fue la Generación del 80, en función de todas esas ideas que venían de Francia y de Europa. Tuvimos una Constitución extremadamente transformadora y progresista pero luego de esa Generación del 80 no hubo ninguna otra que se planteara el país a treinta, cuarenta, cincuenta años. Por eso es tan importante este proyecto de acceso a la OCDE, porque nos da una mirada que va más allá del mandato del presidente Macri; de hecho, el presidente nos obliga a trabajar pensando en las próximas generaciones.

Marcelo Scaglione, representante argentino ante la OCDE, en los estudios de Infobae.

— La OCDE hizo una revisión de la economía y presentó un informe. Muchas de las recomendaciones concuerdan con las reformas que está emprendiendo el gobierno: la previsional, la laboral y la tributaria. ¿Cómo se equilibra para que esas recomendaciones no finalicen en condicionamientos para entrar?

La OCDE no es el Fondo Monetario. Y esto lo quiero decir de manera muy clara porque a veces se la quiere presentar como el nuevo FMI. La OCDE realmente a través de sus doscientos cincuenta comités y grupos de trabajo tiene a los mejores expertos mundiales de los treinta y cinco países miembros en una amplia variedad de temas que van de temas económicos, fiscales, de competencia, de comercio, de inversión, a temas sociales, de educación, salud, ambiente. Las pruebas PISA de las cuales se habla mucho pocos saben que fueron inventadas por la OCDE, esas pruebas miden el impacto en la calidad educativa en todos los países del mundo.

— Usted seguramente fue elegido por su experiencia internacional, que en parte se inició con haber estado dos años en la famosa Escuela de Administración de Francia. Y además coincidió en la misma camada que el hoy presidente de Francia, Emmanuel Macron. ¿Cómo fue esa experiencia?

— Bueno, en primer lugar la Escuela Nacional de Francia junto con la Escuela Kennedy de Harvard son los dos grandes centros de estudio de gobierno en el mundo. Es una experiencia increíble. Y la interacción entre los franceses y los extranjeros es extremadamente rica. Emmanuel ya desde el comienzo era una persona fuera de lo normal; aparte me tocó ser el presidente de los estudiantes extranjeros, con lo cual tenía relación con los 189 alumnos de nuestra camada. Y ya desde el momento que uno interactuaba con Emmanuel ya se daba cuenta de que iba a llegar lejos. Nunca pensé que iba llegar lejos tan pronto, pero tenía puesta la esperanza en que iba a ser uno de los actores de la sociedad francesa.

“Si uno no tiene una administración pública bien formada, bien calificada, todo buen liderazgo puede perderse”.

— Tenía fama de alumno brillante ya desde el secundario…

— De hecho, terminó entre los primeros quince lugares sobre 189. Los alumnos tienen la capacidad de decidir si van a la Inspección General de Finanzas, al Tribunal de Cuentas o al Ministerio de Relaciones Exteriores, son las tres salidas más prestigiosas. Y Emmanuel eligió estar en la Inspección General de Finanzas.

— ¿Cree que la Argentina debería tener su propia Escuela Nacional de Administración para profesionalizar a los funcionarios públicos?

— Cada país tiene que encontrar el sistema que se adecúe mejor a su cultura. Cuando se creó el INAP en la presidencia de (Raúl) Alfonsín, se buscó de alguna manera replicar el sistema francés basado en la meritocracia. Todo el mundo puede acceder a la ENA, a condición de pasar los exámenes, y para eso es necesario estudiar mucho y realmente esforzarse mucho. Es un sistema meritocrático. Desde el gobierno se están haciendo muchos trabajos con la Escuela Nacional de Administración, los está llevando adelante el Ministerio de Modernización.

— ¿Pero está en agenda?

— Está en agenda. Este año vino la directora de la Escuela Nacional de Administración de Francia, Nathalie Loiseau, luego designada por Emmanuel Macron como ministra de Relaciones Europeas. Y Nathalie se ha reunido con el ministro Andrés Ibarra y se han firmado distintos convenios para que a través de la Escuela Nacional de Administración se logre esa actualización y ese mejoramiento de lo que construye la formación del funcionario público. Porque si uno no tiene una administración pública bien formada, bien calificada, todo buen liderazgo puede perderse.

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