La Canasta Básica Alimentaria de la Ciudad de Buenos Aires que indica el nivel de ingreso mínimo que un adulto equivalente debe tener para no ser considerado indigente, registró en septiembre un aumento de 3,8%, estimó la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL).
La CBA para una familia tipo integrada por dos adultos y dos menores ascendió a $6.055,70, equivalente a casi 202 pesos por día. De ahí que quien no haya alcanzado ese ingreso mínimo por todo concepto, incluyendo subsidios, como la Asignación Universal por Hijo, se ubicó por debajo del denominado umbral de indigencia.
"En los últimos 12 meses el incremento alcanzó al 19,4% revirtiendo la tendencia decreciente que se venía observando desde el cuarto trimestre del año pasado".
El umbral de indigencia se elevó 3,5% en septiembre y 19,4% en un año
El daño de la inflación
Semejante aceleración de los precios de alimentos básicos superó la que habría registrado el índice general de inflación, que fue estimado por el consenso del mercado en torno a 1,5 por ciento.
De ahí que una vez más quedó demostrado que la inflación castiga proporcionalmente más a los bolsillos de los pobres e indigentes, en general sin empleo o con ocupaciones precarias, que a los sectores con un puesto formal, o un haber jubilatorio superior a los valores mínimos.
Gracias a que septiembre fue otro mes sin aumentos de tarifas de servicios públicos, el umbral determinado por el valor de la Canasta Básica Total (CBT), que marca el ingreso mínimo que un adulto equivalente debe tener para no ser considerado pobre, subió en septiembre 2,5%, acumulando en los últimos 12 meses un aumento del 21,9%. Se elevó a $13.878,10, equivalente a casi $463 por día.
La variación anual de la canasta de pobreza quebró nueve meses de desaceleración
En este caso la serie de FIEL registró un punto de quiebre de la "desinflación" que había mostrado desde diciembre de 2016 hasta agosto, cuando tocó un mínimo de alza interanual de 18,6 por ciento.
Aparente flexibilidad de la política monetaria
Un factor que algunos economistas advierten como posible acelerador de la tasa de inflación fue un aparente relajamiento de la política monetaria del Banco Central, porque dejó que a nivel primario las tenencias de efectivo por parte del pública se incrementaran 34% en comparación con el nivel de septiembre de 2016; mientras que los agregados más amplios se aceleraron al 36 por ciento.
El Informe Monetario Mensual muestra también que semejante aceleración de la creación de dinero estuvo concentrada en el sector público, a través de la política de colocación de deuda externa para financiar al Tesoro, habida cuenta que mientras los depósitos del sector privado subieron 23%, los del conjunto de organismos oficiales y empresas públicas se incrementaron 43,3 por ciento.
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