La "salvaje" reforma brasileña que desvela desde a Mercado Libre hasta Techint

En qué consisten los cambios en el mercado laboral. Las empresas, en alerta por una mayor pérdida de competitividad

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Paolo Rocca, número uno de
Paolo Rocca, número uno de Techint

Paolo Rocca y Marcos Galperín compartirán por primera vez un escenario en poco más de dos semanas, durante el Coloquio de IDEA en Mar del Plata. Las diferencia generacional de estos dos poderosos ejecutivos es obvia, pero también los separa un abismo desde el punto de vista de su recorrido empresario. Mientras que el primero se transformó en el hombre más rico de la Argentina a partir del desarrollo de la industria siderúrgica, siendo por décadas el máximo representante de la industria en el país, el segundo lo logró a partir del uso intensivo de la tecnología, liderando la creciente tendencia al e-commerce a nivel regional. A pesar de esta evidente distancia, a los dos los une la misma preocupación: los imposibles costos laborales que soportan las empresas en la Argentina.

Tanto el grupo Techint como Mercado Libre tienen su base de operaciones en la Argentina, pero además importante presencia regional. Por eso al final del día Rocca y Galperín deben lidiar con la falta de competitividad de la Argentina. Ambos tienen presentes el mismo dilema: ¿por qué seguir aumentando la cantidad de empleados en la Argentina, cuando resulta mucho más baratos tenerlos en otras oficinas o plantas regionales?

Los altos costos en dólares de un empleado argentino en relación al resto de los países de la región se tornan un problema reiterado y que por momentos resulta insalvable. La ecuación es la misma, no importa si se trata del sector industrial o de servicios: un empleado en Argentina cuesta 30% más caro en dólares que en Brasil y más de 50% más que en México. Algo similar sucede en relación con otros países de la región. Desde Techint se cansaron de enviarle estudios con estos datos al Gobierno de Cristina Kirchner, pero nunca obtuvieron respuesta. Galperín ahora está haciendo lo propio con la administración Macri.

Hugo Moyano y Gustavo Morón,
Hugo Moyano y Gustavo Morón, superintendente de Riesgos de Trabajo

La ecuación tiene dos componentes: salarios que son más altos en dólares que el promedio de la región, pero al mismo tiempo altas cargas laborales que impactan en las empresas pero que no necesariamente llegan al bolsillo del empleado. Y esto trae consecuencias no deseadas. La Argentina es un país de baja competitividad a la hora de exportar (de hecho las ventas al exterior se contrajeron desde USD 80.000 millones a USD 57.000 millones en los últimos seis años) y también se vuelve poco atractivo para la inversión, ya que en otros mercados de la región es mucho más barato contratar, siempre realizando el cálculo en dólares.

La reforma laboral aprobada en Brasil –que modificó una antigua legislación de 1943- no hace otra cosa que volver a correr el arco. Al flexibilizar las relacionales entre empresas y empleados, acentúa las rigideces del mercado argentino. Si en algo se pusieron de acuerdo Gobierno, empresarios y sindicatos es que la Argentina no se puede quedar de brazos cruzados, ya que la economía sólo seguirá perdiendo competitividad, le costará cada vez más exportar y atraer inversiones. El detalle es que nadie sabe muy qué es lo que habría que hacer. O al menos nadie se anima a expresarlo. Sin posibilidad de conseguir una mejora por el lado del tipo de cambio (ya que a un salto del dólar automáticamente le sigue la escalada inflacionaria) queda trabajar en las famosas reformas "estructurales", como en el plano tributario o el laboral.

Mauricio Macri junto a Marcos
Mauricio Macri junto a Marcos Galperín en una visita a las oficinas de Mercado Libre (Presidencia)

Pero, concretamente, ¿en qué consiste la reforma laboral que aprobó Brasil hace un mes y que muchos describen como "salvaje"? El economista de CAME, Carlos Schwartzer, realizó un interesante resumen de los puntos principales, entre los que se encuentran los siguientes:

1. La jornada de trabajo, en realidad actualidad de 44 horas por semana con un límite de 8 horas por día, será de hasta 48 horas por semana con 12 horas diarias.

2. El tiempo empleado en el viaje no se puede contar como horas trabajadas.

3. El trabajador que realice una demanda contra una empresa, si la pierde tendrá que pagar los derechos que ahora son responsabilidad del Gobierno.

4. Uno de los puntos estratégicos y más polémicos es el que plantea que "lo acordado valga por encima de lo legislado". En otras palabras, una persona podría llegar a un acuerdo con la empresa que no se ajuste totalmente a las normativas en vigor.

5. El intervalo intrajornada puede ser reducido a 30 minutos.

6. El teletrabajo pasa a ser una modalidad específica de contratación, respondiendo al auge del "home office".

7. Fue incluida en el texto la modalidad de trabajo "intermitente", en el cual el empleado sólo percibe una remuneración cuando es convocado para realizar una tarea.

8. Los salarios pueden ser reducidos por medio de acuerdo entre empleador y trabajador, siempre que no sea inferior al salario mínimo.

9. Aumento del plazo del trabajo temporal, que pasará de los 90 a los 120 días, renovables por otros 120. Esos contratos no prevén el pago de una multa por despido sin justa causa.

Todas estas condiciones van de la mano de un fuerte incremento de las multas a las empresas que mantengan a trabajadores no registrados, es decir "en negro".

Marcos Galperín se refirió al tema a través de su cuenta de Twitter, desatando una fuerte polémica: "Viendo la reforma laboral brasilera, Argentina puede imitarla, salirse del Mercosur o resignarse a perder millones de empleos".

Pocas horas antes, el titular de Copal y vicepresidente de la UIA se había manifestado en otra dirección: "No hay margen en la Argentina para llevar adelante una reforma de estas características". Y luego de reunirse con los jefes sindicales esta semana, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, manifestó que "la reforma laboral brasileña no es el espejo en el que se debe mirar la Argentina".

Por el momento, el Gobierno también decidió aplicar su enfoque gradualista para los cambios del mercado laboral: lo único definido por ahora es un blanqueo para quienes están en negro. Pero eso no resuelve los altos costos y rigideces que tanto critican los empresarios.

En los despachos oficiales también evitan hablar de una nueva legislación laboral para no traer recuerdos de la flexibilización de la década de 1990 o de la "Banelco" para aprobar cambios en el mercado en el año 2000, que terminó con la renuncia del vicepresidente, "Chacho" Álvarez, en lo que fue el principio del fin del Gobierno de Fernando de la Rúa. Por eso, se seguirán impulsando acuerdos sectoriales, como los que en su momento alcanzaron los petroleros, mecánicos (SMATA) y los fabricantes (e importadores) de motos.

Pero además del futuro del mercado laboral, también aparecen en la agenda temas aún más urgentes. Fue en el encuentro que Triaca mantuvo esta semana con los banqueros nucleados en Adeba. Participaron su presidente, Jorge Pablo Brito, el director ejecutivo, Norberto Peruzzotti, e históricos del sector como Eduardo Escasany y José "Chicho" Pardo. El tema que surgió ahí no fue el nuevo marco laboral sino algo mucho más acuciante para los banqueros: las paritarias del 2018.

El sector podría ser un verdadero "caso testigo", ya que el convenio con los bancarios vence a fin de año. El ministro de Trabajo fue lacónico en su respuesta: "Para nosotros, la meta de inflación tiene un techo del 12% y es lo que vamos a tener en cuenta para negociar con los empleados estatales", explicó. Pero pensar en un ajuste salarial del 12% cuando la inflación de este año llegaría al 22% luce casi de ciencia ficción. Junto a los nuevos ajustes tarifarios, la pauta salarial se transformará en uno de los temas más acuciantes luego de las elecciones legislativas.

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