A partir del fenómeno de la economía de red, sustentada en un capital social de normas informales favorables al desarrollo de múltiples vínculos e interacciones, cada año crecen las posibilidades de creación de empresas-red en la actividad agrícola. Los aportes teóricos de los costos de transacción y el principio de contractualización, como forma de establecer las nuevas relaciones, son el sustento de toda red.
El ámbito rural presenta empresas red cada vez más especializadas, con un nivel de competitividad que hace de la agricultura extensiva un modelo único en el mundo. Así, la producción resulta, también, del aporte de elementos intermedios procedentes, no sólo de proveedores, sino también de subcontrataciones mediante actores externos.
La subcontratación opera sobre un conjunto de productos o de servicios, donde una empresa, que brinda las órdenes, puede confiar su realización a otras, denominadas subcontratistas, que trabajan junto a ella o siguiendo sus directivas. Los operadores agrícolas contractualizados muestran el modo en que la empresa emisora de órdenes controla y determina la forma de producción.
Estos agentes agrarios, así ligados, son supervisados por las empresas emisoras de órdenes, que aportan también su ayuda técnica a aquéllos.
Este fenómeno de red se fundamenta en contratos formales o verbales entre agricultores e industrias y servicios agroindustriales para el suministro de productos agrícolas. Allí se establecen determinadas especificaciones relativas a la compra-venta (precio, situación del producto, forma de pago, etc) pero también al proceso (calidad, fecha de recolección, etc).
El nivel de competitividad de la agricultura extensiva en Argentina la hace un modelo único en el mundo
En la Argentina es común el arrendamiento anual (contrato accidental) para la producción de commodities agrícolas. De esta forma, un "gestor-gerenciador- empresario" – que en general no es propietario de tierras o tan sólo es tenedor de una reducida superficie- puede ser un importante productor agrícola.
En una suerte de coordinación horizontal, tal productor alcanza, mediante contratos de arrendamiento, altos volúmenes de producción con bajos costos unitarios.
El fenómeno de coordinación horizontal es una realidad creciente, desde la aparición de las sojas transgénicas. Es que el sector agropecuario no puede dar respuesta, a partir de lo que pasa tranqueras adentro, a la dinámica económica de la producción de alimentos. Etapas nuevas y otros agentes aparecen en el proceso productivo. Ellos influencian y hasta determinan la dinámica conjunta de todo el proceso productivo, que arranca desde el final, esto es desde el consumidor para llegar al principio, esto es al campo y sus proveedores. De esta forma se extienden, mediante relaciones contractuales, todo tipo de conexiones horizontales a lo largo de las cadenas.
En la empresa red, unos poseen la tierra, otros ponen parte de los servicios y otros más grandes -integrados o coordinados verticalmente- desarrollan la cadena hacia su final entrega.
En el actual modelo, un “gestor-gerenciador-empresario” puede ser un gran productor aún sin ser propietario de tierras
Como cualquier instrumento, éste es una innovación organizacional que puede – y de hecho lo hace- contribuir al crecimiento de la producción para el país. Brindar un marco institucional adecuado es la palanca imprescindible para que este tipo de organización opere en favor del desarrollo, en tanto y cuanto se hagan respetar las legislaciones vigentes.
En este sentido, una parte importante de un marco institucional adecuado es que la palabra oficial se cumpla. La previsibilidad consecuente es el horizonte que necesita la producción para realizar su tarea. Así las cosas, resulta imprescindible que se efectivice el cronograma de reducción de alícuotas en los derechos de exportación del complejo sojero.
Desde el lado de la producción agrícola, la de la soja no es la única actividad. El trabajo en la tierra se compone de otros rubros como los correspondientes al trigo o al maíz; y ellos son dependientes de la soja en todo programa conservacionista que exige la rotación de cultivos.
En otras palabras, no existe el productor sojero. O al menos no debería existir. Existe el productor agrícola.
(*) Manuel Alvarado Ledesma es Economista. Profesor de la Maestría de Agronegocios de la UCEMA.