El cruce entre las visitas del presidente Mauricio Macri al exterior con la llegada de mandatarios y figuras políticas de primera línea a la Argentina cumplen con un objetivo claro del gobierno de Cambiemos desde lo discursivo: abrirse al mundo.
Pero detrás de esa idea hay una necesidad concreta, basada en la convicción de que la economía argentina no debe crecer solamente impulsada por el consumo. Convencer a las empresas extranjeras de que inviertan en la Argentina se convirtió en uno de los principales desafíos en los primeros 15 meses.
Hay 370 compañías que prometieron invertir en 478 proyectos, pero hay solo un 30% terminado o en ejecución. "Estamos en el radar del mundo; ahora hay que pasar a la consolidación", insisten una y otra vez desde la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio, que preside Juan Procaccini.
Procaccini hoy es el brazo del gobierno nacional para atraer a los inversores. Con entusiasmo, cuenta a sus allegados que "Arabia Saudita quiere venir", pero "Japón dará la sorpresa" al concretar un acuerdo de inversiones tras la visita oficial de Macri al país asiático a mediados de mayo. "Esperamos anunciarlo antes de fin de año", se entusiasma en las reuniones informales cuando le preguntan sobre el balance de esa gira.
Pero más allá de las expectativas, de lo que diga el mercado financiero con sus notas o del resultado de las elecciones legislativas, las empresas privadas quieren bajar sus costos, y hay tres cambios que piden para invertir con más fuerza. Son tres llaves que dependen de tres ministerios y que podrán abrir, según los privados, la puerta de la "lluvia de dólares":
1. Logística e infraestructura (Dietrich): rutas, caminos, puertos y trenes forman parte del pedido de los inversores. Ese conjunto de promesas está bajo la lupa del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, quien esta semana se reunió con 106 empresarios norteamericanos para presentarles el Plan Nacional de Transporte.
Las redes de accesos viales a Bahía Blanca y a Rosario, las obras de transformación de las rutas 3 y 226 y la extensión del tren Roca a Vaca Muerta son algunas de las que se englobaron en el régimen de participación público-privada. Por ejemplo, la empresa YPF espera que la llegada del tren a Loma Campana, en Neuquén, le permitirá bajar los costos logísticos asociados a la producción de petróleo y gas no convencional. Con todo, la eficiencia energética también entra en juego.
2. Reforma tributaria (Dujovne): el Ministerio de Hacienda tiene la llave de un pedido que une tanto a empresarios locales como del exterior. La presión impositiva de la Argentina está entre las más altas del mundo, y a la hora de conseguir mejor rentabilidad, surgen una y otra versiones sobre el peso de los impuestos en las conversaciones con inversores.
El ministro Nicolás Dujovne está trabajando con su equipo económico para presentarle un borrador de la reforma a Macri, que ante todo avanza con cambios en ingresos brutos y el impuesto al cheque. El desafío para llegar al 2018 con una reforma seria no es menor: el Gobierno tiene que cuadrar la decisión de bajar impuestos con la reducción del déficit fiscal.
Las empresas privadas que quieren entrar a la Argentina piden al Gobierno bajar los costos para invertir
3. Reducir costos laborales (Triaca): otra vez con la bandera de menores costos para las empresas, el Gobierno impulsa la reforma laboral, que buscará bajar costos laborales sin reducir los salarios de los empleados.
La rebaja de las contribuciones patronales está en la mira de las empresas, y el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, ya planteó el tema en la mesa de Diálogo de Trabajo y la Producción en la que se sienta la CGT. Con todo, esta reforma avanzará después de las elecciones legislativas de octubre.
Mientras que los países de la región reciben una inversión extranjera directa en torno al 4,5% de su PBI, la Argentina hoy está estancada entre un 1 y 1,5 por ciento. "Son de seis a ocho mil millones de dólares por año. Deberíamos llegar a USD 25.000 millones anuales", calculan en la Agencia de Inversiones.
El camino es largo porque las tres llaves que piden los inversores requieren cambios estructurales, algunos se verán después de 2019. Y una vez más, ese año buscará comprobar si existe o no la continuidad de las políticas de largo plazo que no sólo el mundo espera, sino que la Argentina tiene que demostrar.
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