La orden partió de Adolfo Rodríguez Saá, "el Adolfo" para los amigos, antes de ser elegido presidente -el 22 de diciembre del 2001- a su futuro secretario de Hacienda y Finanzas, Rodolfo "Rolo" Frigeri, un economista peronista que fue presidente del Banco Provincia cuando Eduardo Duhalde gobernaba la provincia de Buenos Aires.
"Tenemos que anunciar que dejaremos de pagar la deuda externa y te tenés que encargar de explicárselo al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al embajador de los Estados Unidos".
Frigeri era un economista que había logrado ser amigo del reconocido Vito Tanzi, jefe de asuntos fiscales del FMI y también del histórico presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Paul Volcker.
"Vamos a tomar el toro por las astas y vamos a anunciar que el Estado argentino suspenderá el pago de la deuda externa y que ese dinero lo utilizaremos para los planes de creación de fuentes de trabajo y progreso social", le dijo Rodríguez Saá a Frigeri en una reunión previa donde armaba su futuro equipo de gobierno. Luego repitió todo en su discurso ante la Asamblea Legislativa del 22 de diciembre del 2001, cuando asumió como Presidente. Quedó registrado como uno de los mensajes más recordados y polémicos de la historia argentina.
En esa Asamblea Legislativa se escucharon aplausos muy largos de legisladores que avalaban el default de la deuda anunciado. Los gobernadores del Partido Justicialista presidenciables, José Manuel de la Sota, Néstor Kirchner y Carlos Ruckauf, manifestaban a los medios, casi a coro, que la decisión implicó el sinceramiento de una situación insostenible.
Hubo además una serie de anuncios: el lanzamiento una nueva moneda, el Argentino, un congelamiento total de vacantes en la administración pública y un plan de empleo para un millón de personas, el aviso de que se venderían no solo los autos oficiales sino también los aviones presidenciales… Pero Rodríguez Saá solo duró 10 días al frente del Ejecutivo. Asumió el 22 de diciembre de 2001 y renunció el 30 de diciembre de ese año. Lo único que hizo fue anunciar el fatídico default.
"La gente me recuerda porque fui el presidente que se animó, en un momento trágico nacional, a hacerse cargo del país y a salvar las instituciones. Ustedes hablan de default, pero lo que yo hice fue suspender el pago de la deuda externa", manifestó recientemente. Además, recordó que cuando anunció esa medida los legisladores lo aplaudieron de pie: "Esa era una situación para ponernos tristes, no para aplaudir".
Hasta ese momento Argentina había sufrido varias crisis de la deuda. En 1982, por el default de México que arrastró a la región. En 1987 bajo el gobierno de Raúl Alfonsín, la Argentina incumplió con los vencimientos y en algún momento sólo hizo pagos simbólicos.
El default de Rodríguez Saá fue el primero que la Argentina declaró formalmente como una cesación de pagos. Hasta ese momento, se había evitado hacer una declaración formal de la quiebra del país. Esa declaración se concretó después del estallido social que dejó 39 muertos, cuyo desenlace fue la renuncia del presidente del gobierno de la Alianza, Fernando de la Rúa.
Era en el comienzo del regreso del peronismo al poder. Rodríguez Saá era gobernador por el Partido Justicialista de la provincia de San Luis desde 1983. El más antiguo de todos ellos.
El default fue la única medida efectiva tomada por ese gobierno. El secretario de Hacienda Frigeri dejó trascender ante el periodismo que no tenía cerrados los detalles del nuevo plan económico. El Gobierno dejó de girar dólares hacia el exterior de las reservas del Banco Central y se inició una renegociación de la deuda con los organismos multilaterales. La Argentina nunca había dejado de pagarles a estas instituciones.
Frigeri evitó expresarse sobre el tema de la deuda, pero destacó ante los periodistas que "no habrá dolarización ni devaluación" y anunció que la Argentina emitiría una especie de tercera moneda, el Argentino, que conviviría con el peso y el dólar . El "Argentino" era una idea del economista David Espósito que fue designado presidente del Banco Nación, pero no pudo asumir.
Rodríguez Saá fue nombrado presidente gracias a un acuerdo de los 15 gobernadores peronistas y debía convocar a elecciones para el 3 de marzo de 2003. Pero quería quedarse más tiempo. Los gobernadores peronistas le quitaron apoyo y tras una tumultuosa reunión en la residencia de Chapadmalal, el 30 de diciembre renunció.
El entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Carlos Ruckauf, le comunicó que se había quedado sin custodia, luz, y apoyo, literalmente. Frente a esa situación y con una gran cantidad de manifestantes que querían entrar en la residencia, Rodríguez Saá tuvo que escapar hacia Miramar. Y desde allí se trasladó en el avión presidencial con parte de su Gabinete, entre ellos su jefe de Gabinete Jorge Capitanich, y el secretario de Deportes Daniel Scioli. Renunció por televisión.
El país tuvo cinco presidentes en 10 días entre el 20 de diciembre del 2001 y el 1 de enero de 2002. Ramón Puerta, senador por Misiones, había ocupado el primer lugar en la línea de sucesión, puesto vacante por la renuncia de Carlos "Chacho" Álvarez a la vicepresidencia. Asumió y convocó a una Asamblea Legislativa para elegir al sucesor, que fue Rodríguez Saá. Luego llegó Eduardo Camaño, un duhaldista que ocupaba desde hacía tres semanas la presidencia de la Cámara de Diputados y estuvo a cargo del país el 31 de diciembre.
El 1º de enero, la Asamblea Legislativa eligió presidente a Eduardo Duhalde, quien decretó el fin de la convertibilidad 6 días más tarde y avanzó con una de las mayores devaluaciones de la historia, llevando el valor del dólar de 1 a 3 pesos en pocos días. Las reservas del Banco Central estaban casi agotadas y los bancos no podían devolver los depósitos a la gente por el corralito instrumentado por Domingo Cavallo en 2001.
Rodríguez Saá se fue de la misma forma que llegó. Repentinamente. "Dejo la presidencia en este mismo instante al presidente provisional del Senado Ramón Puerta, a quien he hablado hace instantes. ¡Viva la Patria!", concluyó en su mensaje por TV desde San Luis. Puerta ya le había anticipado en ese momento que no estaba dispuesto a reemplazarlo. Pero Rodríguez Saá igual le entregó su dimisión al edecán de turno para que se la diera a quien fuera. El daño del default inexplicable ya estaba hecho.
La Argentina recién pudo empezar a salir de esa situación incómoda el 23 de abril de este año por una decisión del presidente Mauricio Macri al pagar los compromisos de deuda reestructurada en los canjes de 2005 y 2010, lanzados por Nestor y Cristina Kirchner, cuyos desembolsos estaban congelados desde junio de 2014 por la justicia de Estados Unidos.
La primera vez que la Argentina se enfrentó a una crisis de la deuda fue en 1890, con el colapso del London Barings Bank, que formaba parte de la Baring Brothers, el acreedor más importante. Para supervisar los pagos posteriores, Inglaterra formó un club de bancos cuya cabeza visible fue Lord Rothschild. Pese a los diferentes programas que se pusieron en marcha, el peso de la deuda externa, llamada ahora deuda pública, nunca dejó de aumentar. Desde la llegada de la democracia en 1983, hasta el anuncio del default a fines de 2001, la deuda externa se multiplicó ocho veces al pasar de 16.000 a 130.000 millones de dólares.
El default no resolvió el problema del endeudamiento permanente de Argentina. En ese entonces la deuda externa pública llegaba a unos 110.000 millones de dólares y en la actualidad totaliza unos 265.000 millones de dólares. El costo de ese default significó para la Argentina aumentar la deuda pública total en más de tres veces.