-¿Sabés qué me gustaría?
-¿Qué?
-Ser Papá Noel.
Así empieza esta historia. Un día Oscar Ortega y Silvia Soria iban caminando por General Rodríguez y vieron un chico humilde al costado de la ruta. Oscar no dijo nada, pero lo miró durante un buen rato. Más tarde vieron a otros chicos. Y más tarde a otros.
A Oscar y a Silvia les gustaba salir a caminar solos y charlar de sus vidas pasadas, del amor que había conseguido al encontrarse después de dos matrimonios terminados. La de ellos fue una segunda oportunidad. Se conocieron en un supermercado en 2013. Él hizo las compras y al llegar a la caja la vio. “Pagué todo y me quedé preguntándole cosas, porque no me quería ir. Y a la semana volví a hacer las compras aunque no necesitara nada, solo para verla”, recuerda Oscar.
Silvia se dio cuenta, pero le siguió la corriente. Conversaron durante mucho tiempo, hasta que él la invitó a salir. Desde ese día nunca más se separaron. Fue entonces cuando adoptaron la costumbre de caminar juntos. Fue entonces cuando un día, ya después de ver a muchos chicos vulnerables en la calle, él le dijo:
-¿Sabés qué me gustaría?
-¿Qué?
-Ser Papá Noel. Y que pase un chico por la calle y sin importarme quién es regalarle un juguete. Ese sería mi sueño.
No pasó mucho tiempo hasta que se cumplió ese sueño: Silvia a los pocos días y en secreto le hizo un traje con sus propias manos y comenzó a recolectar juguetes entre amigos. Era el año 2014. Cuando se acercó esa Navidad, le pidió a Oscar que abriera el baúl del auto y ahí se encontró con la sorpresa. Oscar se puso a llorar, por la sorpresa, por el sueño a punto de realizarse, por el amor encontrado en una hora inesperada que lo había llevado hasta ahí.
Se vistió de Papá Noel y salió a recorrer las calles para entregar los 110 regalos que logró juntar Silvia ese primer año. “Fue la promotora de hacerme cumplir este sueño y lo vamos a seguir haciendo siempre en la medida en que podamos”, dice Oscar.
Los regalos son mayormente donaciones. Desde marzo comienzan a recibirlas, y nunca pararon. Durante todo el año arreglan los juguetes que están en mal estado, cosen las muñecas o los peluches, limpian los que están sucios, y van envolviéndolos. Esta Navidad sin embargo las cosas no vienen como siempre: producto de la crisis o vaya a saber uno por qué, no llegaron a juntar la cantidad habitual. En el 2018 entregaron 600 juguetes. En lo que va de la colecta de este año, solo tienen poco más de 150. Quienes quieran ayudarlos o donar sus juguetes, puede escribirle a Silvia a este mail: profsilviasoria@gmail.com.
“El chico no hace tanto hincapié en lo que le vas a dar, eso obviamente lo disfruta, pero lo que más los impacta es la imagen de Papá Noel”, dice Oscar desde el living de su casa en General Rodríguez. Tienen muchas fotos colgadas alrededor de la sala: con Silvia, con los hijos e hijas de cada uno de sus matrimonios anteriores, de las mascotas… En todas Oscar se ve un poco más gordo de lo que está ahora. Es que hace pocos meses tuvo un accidente en su casa y casi perdió la pierna. Estaba levantando una plataforma de cemento que se le cayó encima. Estuvo 57 días internado y lo operaron diez veces. Pensó que este año no iba a poder caminar ni, en consecuencia, entregar regalos. Sin embargo, y con el apoyo de Silvia, se recuperó a tiempo. “Ella estuvo todo el tiempo conmigo. No me dejó una vez sola. Y con mucho orgullo lo digo”, dice, mientras intenta no llorar.
Las primeras recorridas que lo conmovieron fueron en los hospitales. Allí vio y ve cada año chicos que pasan la navidad internados. “Por suerte el primer año eran poquitos en el Hospital. No había muchos chicos. Pero fue muy duro y muy conmovedor. La alegría que tenían de recibir a Papá Noel no me la olvido”, cuenta. Sin embargo, lo que más lo golpeó fue en una plazoleta en Luján. “La mirada de unos chicos me impactó. Aparecieron dos chiquitos discapacitados en una sillita y les di un regalo a cada uno y esa sonrisa, ese gesto, ese cariño… no me lo olvido más”.
“Oscar es tan bueno…”, dice Silvia, que lo mira desde el otro lado de la sala. “Vos estás mal, y él te hace poner bien. Es una persona que da desde que se levanta hasta que se acuesta. Por eso mientras podamos, mientras consigamos juguetes, mientras que el físico nos de, lo vamos a seguir haciendo. La satisfacción que nos da hacerlo no tiene precio”. Si todo sale bien, después de esta Navidad comenzarán a organizar otro gran evento para ellos: planean casarse el 9 de enero del 2020. Querían hacerlo antes pero tuvieron que postergarlo por el accidente de Oscar.
Silvia es tan protagonista como él cada entrega. No solo porque fue la promotora, sino porque va a cada una de las salidas. Un año incluso se hizo un traje para ella misma y lo acompañó como Mamá Noel. “Un día él iba a ir solo al hospital de acá de General Rodríguez y como teníamos otro traje le dije que no fuera solo. Me vestí y fui con él”, cuenta.
“La que más recuerdo fue una nena grande, como de 12 o 13 años… Cuando lo vio salió corriendo y gritando ‘Papá Noel, Papá Noel, Papá Noel’.... Y lo corrió y lo abrazó. No sé qué juguete le dio, pero la alegría de esa criatura… Ese día grité bingo”.
-¿Por qué le hiciste ese regalo?
-Para verlo feliz a él. En esa primera salida que hicimos no sé quién era más feliz: si los chicos u Oscar.
-¿Te sigue haciendo feliz verlo de Papá Noel?
-Me genera mucha satisfacción. Mucha alegría. Y si te sigo hablando me pongo a llorar. ¿Qué más te puedo decir de Oscar?
Para Oscar, la celebración de Navidad siempre fue algo feliz. “Eran muy lindas las navidades en mi familia. Ya desde octubre se empezaban a preparar, como buena familia de ascendencia española. Éramos de Flandria, soy original de ahí, y siempre aparecía algun vecino vestido de Papá Noel o algo. Esa figura era importante. La tradición era comer y esperar hasta las 12 para recibir un regalito y después por ahí quemarse con alguna estrellita o un triángulo. Así era como nos divertíamos. En ese momento se estilaba mucho regalar la pelota de fútbol o un autito, o un camioncito o un yo-yo. En mayor proporción o menor, siembre hubo algún regalo. Y yo era el que me encargaba de hacer todas las tarjetas navideñas”, cuenta.
Aunque no lo haya pensado así, algo de eso se le coló a la hora de enunciar su sueño. Como en las mejores épocas de chico, quiso recuperar esa magia, esa alegría. No hizo falta más que decirlo a la persona indicada. Algún chico o chica habrá que, dentro muchos años, recuerden haber conocido a Papá Noel en las calles de General Rodríguez. “Me acuerdo que salía a repartir regalos por la ruta”, dirá. Su recuerdo será justo. “Con poco, con lo que tengamos vamos a hacerlo. Siempre va a salir Papá Noel a la calle”. Lo promete Oscar, y se va en busca de su barba.
Fotos y video: Diego Barbatto
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