"Nací de la panza de mi papá": la historia de la nena de 5 años que tiene mamá y papá trans

Se llama Génesis y vive junto a su familia en Victoria, Entre Ríos. Es la primera vez que sus padres, ambos transexuales, permiten que hable con un medio. ¿Qué sabe? ¿Qué pregunta? ¿Cómo es su vida en un pueblo en el que todos se conocen? Una nueva edición de la serie #VidasTrans

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Falta poco para la hora de ir al jardín y Génesis ya tiene el pintorcito puesto. Tiene 5 años, es hija única y es ella la protagonista de todas las fotos que hay en este comedor. Hay, en una y otra pared, fotos de cuando era bebé: ella todavía con el cordón umbilical, ella a upa, ella y sus primeros reflejos de sonrisa. Pero hay una, enmarcada en un portarretratos oval, en la que Génesis es protagonista pero no se ve: todavía está en la panza de su papá, le falta un mes para nacer.

Es un mediodía de sol en Victoria, una pequeña ciudad de Entre Ríos con espíritu de pueblo. Karen, su mamá, arranca unas hojas de burrito de un cantero, las pone en el mate y convida. Es una mujer trans, tiene 33 años y un sólo dato alcanza para imaginar la vida que tuvo: recién el año pasado pudo terminar la primaria.

Le pasó lo que le pasa a la mayoría de las mujeres trans: a los 7 años ya odiaba hacer las típicas "cosas de varones" y terminó en la calle a los 14, después de haber escuchado a su papá pedir que lavaran con lavandina la jarra de la que ella había tomado. Se fue de su casa todavía como varón, afuera empezó a ser Karen.

—Se me desmoronó la vida—cuenta ahora a Infobae Docs. Pasaron casi 20 años y en el silencio que sigue se ve al dolor volver.

Apenas había entrado en la adolescencia cuando la prostitución se convirtió en la única forma de sobrevivir. "Era una niña", repite: una niña que siempre esperó que alguien fuera a buscarla y la obligara a volver a casa.

Por eso se emociona así cuando pone play en el televisor y muestra el video del momento en que alzó a su hija por primera vez, mientras su marido se recuperaba de la cesárea. Dice que cuando se la apoyó en el pecho y se dio cuenta de que el contacto físico había hecho que dejara de llorar, le hizo una promesa en silencio: "Siempre te voy a cuidar: nunca, nunca, nunca te voy a dejar sola".

Del living de Susana a su casa de pueblo

Karen Bruselario y Alexis Taborda se conocieron el 9 de mayo de 2012. En el Congreso de la Nación se debatía la "Ley de identidad de género" y ellos, junto a otros activistas, viajaron a Buenos Aires para participar de la vigilia.

Karen había nacido en Victoria, a pocas cuadras de donde ahora vive con su familia. Siempre se había sentido discriminada y no le había resultado fácil pasar desapercibida. Victoria tiene hoy poco más de 30.000 habitantes: 100 veces menos que los que hay en la Ciudad de Buenos Aires.

Alexis había nacido y crecido a unos 60 kilómetros de ella, en Rosario: en una ciudad enorme pero en el interior de una familia cristiana practicante. A él también le había llevado años poder decir en su casa que, aunque había nacido con un cuerpo de mujer, siempre se había sentido hombre. No había información ni Internet y en su mundo -y en la iglesia, todos los domingos- eso era "pecado": un pasaje al infierno en primera clase. Le ponían un vestido con volados para ir a la Iglesia pero, en casa, orinaba parado.

— Fueron muchos años sin poder decir quién era, porque yo me sentí varón desde los 6 años. Y como no lo podés decir, no existís. El silencio te come por dentro, te saca las ganas de vivir— cuenta a él, que ahora tiene 32 años, frente a la cámara de Infobae Docs.

Hay una foto del día en que se sancionó la ley: Alexis y Karen están dándose un abrazo. Ninguno de los dos recuerda ese momento pero la imagen dejó en evidencia que algo, más allá de sus voluntades, había sucedido entre ellos. "Y un día me levanté y resulta que no podía parar de pensar en ella", dice Alexis, con pudor.

Unos meses después, él dejó Rosario y se mudó a Victoria con Karen. La alianza que ella lleva en el anular es la que él le entregó, arrodillado en la costanera del pueblo, el día en que le pidió casamiento. "El amor me dio ganas de vivir", sigue él.

Ya existía una ley pero se sabía poco del tema: se sabía lo que era una mujer trans, transexual o travesti (es básicamente lo mismo pero depende del término con el que cada una se siente identificada). Pero nada se sabía acerca de lo que era un hombre transexual (es decir, alguien que nació con un cuerpo biológicamente femenino pero se autopercibe como hombre). Por toda esa rareza, en 2013 los invitaron al programa de Susana Giménez.

"Qué genial", dijo Susana cuando le contaron la historia de amor. Después, se enredó: "Porque esto terminó de una manera.. eh, vos embarazado…porque vos sos… eh perá, porque yo ya sé que me voy a confundir, como siempre. Perá, eh, no". Tuvo que leer para salir del brete: "Alexis es el que está embarazado".

Ni las luces de los estudios de televisión ni las notas en la prensa mundial que siguieron cambiaron la realidad que vivía, y sigue viviendo, el colectivo trans: como ninguno de los dos tenía trabajo, Karen recién pudo dejar la prostitución a los 28 años, mientras Génesis crecía en el útero de su marido.

El deseo de ser padres

Recién se recupera de la tristeza de haber revuelto los 12 años de prostitución y todo su combo -los ataques, los abusos, el desprecio, el alcohol y las drogas que usó para hacer dormir al dolor-, y hablar de la maternidad le devuelve la sonrisa.

"Mi sueño era ser mamá pero me parecía algo inalcanzable", dice Karen. Había pensado en la adopción aunque ¿cuántos años de evolución faltaban para que un juez de familia le diera un niño a una pareja de transexuales? ¿Cómo iban a mostrar que eran aptos, si no lograban siquiera conseguir un trabajo?

Y así apareció una puerta alternativa en la que ninguno de los dos había pensado jamás. Si bien hay mujeres trans que deciden hacerse la vaginoplastia (una cirugía en donde se extraen el pene y otras estructuras genitales masculinas y se construye una cavidad vaginal), Karen había conservado sus genitales. Alexis había tomado hormonas masculinas desde los 18 años -por eso tenía barba y voz gruesa- pero tampoco se había hecho la faloplastia y seguía teniendo capacidad de gestar.

El deseo de formar una familia era enorme y Alexis estaba por convertirse en el primer hombre transexual de Latinoamérica en tener un hijo. Sin embargo, el embarazo fue traumático.

"Mi infancia estuvo bien pero la adolescencia fue terrible", recuerda él. "Estaba jugando a la pelota cuando me vino el período por primera vez. Me acuerdo que mi mamá me dijo 'felicitaciones' y para mí fueron las felicitaciones del horror". Los cambios en el cuerpo que vinieron con la pubertad -la menstruación, el crecimiento de las mamas, de las caderas- hicieron cortocircuito con el varón que se sentía.

Lo mismo pasó durante la gestación de Génesis: "Tuve que desconectar mi cabeza de mi cuerpo para poder portar a mi hija. Hubo momentos de 'no aguanto más', no me podía mirar al espejo, mi cuerpo era mi lucha", cuenta Alexis. "Yo no digo que estuve embarazado, me suena chocante. Digo que porté a mi hija durante 9 meses, fui un recipiente para ella. Yo la traje al mundo pero soy el padre".

Como estaba seguro de que un parto vaginal le iba a resultar "una tortura", Génesis nació por cesárea una semana antes de la Navidad de 2013.

La génesis de Génesis

La nena, que ahora volvió del jardín y dibuja en un extremo de la mesa, tiene un título que desconoce. Es la primera hija de transexuales en el mundo en haber sido concebida por vía natural y no por inseminación artificial. Parece que no hay secretos en esta casa, al menos eso se ve en su dibujo: está su mamá, con tacos y pelo largo, y su papá, con panza.

— Yo nací en la pancita de papá— dice la nena.
— ¿Y eso que te hace?— le pregunta su mamá.
— ¡Feliz!— contesta.

Karen se ríe con la respuesta. Su intención era que Génesis contestara "eso me hace única", como le enseñó, pero que dijera "me hace feliz" la emociona. Mientras Génesis busca a una muñeca llamada "Ricitos de oro" -todavía dice 'Disitos de odo'- Alexis le pregunta cuál es el "gran secreto" que papá le contó hace poco. Primero pone cara de desconcierto Génesis, después dice:

—¡Ah! Ya sé. Que papá ha sido nena pero se volvió nene. Y que mamá ha sido nene pero se volvió nena.

Después se baja de la silla, le habla a su papá en el oído y lo deja al borde del llanto. Le dice que fue ella quien eligió estar en su panza, nadie sabe de dónde sacó la ocurrencia.

Claro que tuvieron miedos: "Victoria era un ciudad muy conservadora, no sabíamos si la gente lo iba a tomar bien. Ya había habido un caso parecido en Estados Unidos y los religiosos les habían querido prender fuego la casa porque decían que el chico era obra del diablo", cuenta Alexis. No fue eso lo que pasó en Victoria y quien lo cuenta es Cecilia Mildenberger, la directora del jardín al que va Génesis.

Hace 33 años que es docente, 5 que es directora y es la primera vez en su vida profesional que tiene "una familia diversa". Sonríe la maestra. Dice que se llenó de miedos cuando Génesis salió sorteada para entrar al jardín "Vaquita de San Antonio" pero que las otras familias lo tomaron "como algo natural": incluyeron a Karen y a Alexis en el grupo de padres y nunca nadie le planteó algún "pero".

Ella misma, que está a punto de jubilarse, se llevó un aprendizaje: "Me encontré con padres más presentes que muchos otros padres tradicionales. Yo pensaba que era otra cosa y ellos todos los días nos están enseñando algo. El amor que le tienen a Génesis, la dedicación que tienen con esa nena nos ha sorprendido a todos. No sé las demás seños pero yo, particularmente, lo que siento es alegría".

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