Desde chica, como muchos niños, Tiffany Geigel tenía un sueño, el de convertirse en bailarina profesional. Sin embargo, siempre fue muy diferente a sus pares en cuanto a estatura, cuello y columna.
Nunca encajó en el clásico estereotipo de una bailarina. Sus huesos mal formados se deben a una rara enfermedad genética. Vive una lucha diaria entre el dolor corporal al prejuicio de las personas.
"Mis padres me miraron a los tres años y me dijeron que podía ser lo que yo quisiera ser, siempre y cuando me esfuerce y fue así que me anotaron en mis primeras clases de baile", dijo la puertorriqueña criada en Nueva York.
A pesar de los esfuerzos de Tiffany, las miradas y crueles opiniones de las personas siguen lastimándola, debido a los efectos visibles que produce la enfermedad que padece la bailarina, llamada el síndrome de Jarcho Levin.
"Nunca me hicieron bullying en el colegio; mis compañeros me aceptaron tal y como soy. Fue de adulta que experimenté discriminación. En las calles de Nueva York, extraños incluso me sacaban fotos y se reían en mi cara", afirmó Tiffany.
La danza forma una parte muy importante de su vida, ya que alcanzó su objetivo a pesar de los distintos obstáculos que se le fueron presentando. Además, obtuvo los títulos de bailarina profesional en ballet, tap, jazz, salsa y danza estilo Bollywood.
Los últimos ocho años los dedicó a la enseñanza, dándoles clases de baile a jóvenes de 18 años. Hoy en día se encuentra en la "ciudad que nunca duerme", dedicándose a ser bailarina de ballet y también manager de diferentes espectáculos de Broadway.
Su carrera requiere entrenar cuatro días a la semana durante cuatro horas seguidas sin parar. "Tengo un dolor constante pero por suerte lo puedo aguantar, ya que no me gusta tomar la medicación si puedo manejar el dolor", dijo Tiffany y agregó: "Es gracias a la danza que me mantengo tan saludable, realmente me salvó la vida".
Tiffany tiene un gran futuro por delante, con proyectos laborales que involucran diferentes rubros como el modelaje y la actuación, y su sueño es abrir su propio estudio de danza
"Nunca pensé en ser una inspiración para las personas, pero me llegan muchos mensajes de personas con diferentes discapacidades y padres de chicos con el síndrome, que me ven a mí como un futuro posible en la vida de sus hijos"
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