Daniel Devoto recibió la silla de ruedas que había comprado en Chile y que estaba retenida en la aduana argentina hace varios meses. La historia empezó en 2006 cuando intervino en el asalto a una joven del que resultó gravemente herido. Un disparo del delincuente lo dejó paralítico. Durante largas años ahorró, vendió rifas -hasta sorteó una camiseta de Rosario Central- para comprarse una silla bidepestadora que le permitiera volver a apreciar el mundo desde arriba, de pie. La compró en Chile, por 1.300 dólares, pero desde el 28 de octubre de 2016 no emigraba del depósito de la Aduana.
Los organismos nacionales prohibieron la entrega del instrumento porque carecía de documentación habilitante, según comentaron fuentes de Aduana a Infobae. El damnificado había hecho la compra por correo privado que permite comercializar hasta 50 kilos y mil dólares de límite. La operación de la silla de ruedas superaba estos estándares. Demandaba autorización de dos entes regulatorios: el departamento de tecnología médica de ANMAT y un certificado de la Secretaría de Industria de la Nación emitido por la Política Industrial de la Subsecretaría de Industria (DAPI).
En el medio de la historia hubo un pedido elevado a la Dirección de la Aduana a través de Change.org, una plataforma de cambio social con más de 176 millones de usuarios. Más de 77 mil inscriptos habían firmado la solicitud que reclamaba la devolución de la silla a Daniel, y que ahora califica como victoriosa. El instrumento comprado estaba conservado en un depósito que castiga la retención con diez dólares diarios. Por los días que habían transcurrido desde la compra hasta la fecha de entrega, la familia rosarina tendría que haber depositado por cargos extra más del dinero que había invertido en la silla de ruedas.
Pero una vez que el caso adquirió estado público, las autoridades aceleraron los trámites para facilitar la entrega de la silla bidepestadora. Desde Aduana afirmaron que la compra requería un trámite de importación general, que no había ingresado al país por las vías correspondientes. Con la deuda condonada y los requisitos otorgados, Patricia, sobrina y apoderada de Daniel, retiró el producto. Ahora, la silla del héroe nacional está en manos de su familia y él podrá volver a pararse luego de once años.
LEA MÁS:
El pedido del héroe nacional que aún espera su silla de ruedas
Mágicos y valientes: los pequeños grandes logros de personas con discapacidad