De trabajar de recolector de basura y dormir en la cárcel a ser la figura de Instituto contra Boca: la historia de Maravilla Martínez

El delantero de 30 años anotó un gol y repartió una asistencia en la Bombonera. No hizo inferiores en ningún club, estuvo cerca de la muerte en un choque y comenzó su carrera profesional a los 22 años tras estar seis meses encerrado en el penal de Campana

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Boca Juniors sufrió un nuevo golpe en la Liga Profesional de Fútbol con una derrota por 3-2 frente a Instituto de Córdoba. El cuadro cordobés tomó la iniciativa desde el comienzo del partido y en los primeros 18 minutos de partido pegó por duplicado: el uruguayo Joaquín Varela se encontró la pelota a metros del arco vacío tras un rebote en el travesaño y Adrián Martínez cerró una jugada colectiva con un remate cruzado que venció la resistencia de Sergio Romero.

Este último futbolista de la Gloria tomó aún mayor protagonismo cuando en los segundos posteriores al entretiempo asistió a Santiago Rodríguez para marcar el 3-1 parcial que sirvió para llevarse los tres puntos de la Bombonera, más allá del descuento y el empuje del cuadro Xeneize. Maravilla, de 30 años, grabó un momento mágico en su carrera profesional y se posicionó en el tercer puesto de la tabla de goleadores con 4 tantos, sólo por debajo de Mateo Retegui (6) y Nicolás Fernández (5).

La carrera de Adrián comenzó “tarde” para un futbolista ya que a sus 22 años todavía no se encontraba defendiendo la camiseta de ningún club de manera profesional. Antes de dedicarse de lleno al deporte, Martínez jugaba de manera amateur en Las Acacias, un pequeño equipo de Campana donde su madre era la presidenta, mientras en paralelo se ganaba la vida como recolector de basura. Sin embargo, un día de regreso a su casa en moto chocó contra un Ford Falcon y estuvo cerca de perder una mano.

“Casi me muero. Estuve un año con la mano mal pero antes, a los cinco meses, llevé el alta a la empresa. Yo quería pasar de estar en el camión de basura, porque ya no podía, a ser barrendero. El médico del trabajo puso que no estaba capacitado para trabajar y me echaron. Al final ni siquiera pude cobrar indemnización”, contó en primera persona el delantero cuando llegó a Córdoba. Lejos de tirar la toalla, se comunicó con un familiar suyo que lo contrató como ayudante de albañil mientras veía una nueva forma de ganarse la vida.

Sus siete meses en el penal de Campana lo llevaron a creer en Dios (Foto: Instituto)
Sus siete meses en el penal de Campana lo llevaron a creer en Dios (Foto: Instituto)

“Cuando todo va bien es una cosa, pero cuando las cosas no se dan… uno busca y llega a lo más profundo. Tenía que agarrarme de algo en ese momento y ahí comencé a creer en Dios. Yo trabajaba, tenía un laburo normal, como cualquiera. Era recolector de residuos, corría toda la noche detrás de un camión. Mi señora también trabajaba en una estación de servicio. Y estando encerrado le hice una promesa a Dios… dije que si se me daba lo de jugar al fútbol lo iba a seguir siempre. Y bueno, de un día al otro me fui a probar a un club y quedé”, relató el delantero de Instituto.

Cuando parecía que nada podía complicarle su sueño de jugar en el fútbol grande, un conflicto familiar irrumpió y terminó varios meses en la cárcel. En 2014, su hermano recibió tres tiros y terminó internado en el hospital. Más de 200 personas del barrio se movilizaron para vengar al integrante de la familia Martínez y le quemaron la casa al supuesto responsable de las heridas. Los delincuentes acusaron directamente a Adrián, que no había estado presente en el momento del incendio, por posesión ilegal de armas y la Policía lo encerró durante seis meses en el penal de Campana.

“Nunca demostré debilidades. Adentro no podés demostrar nada. Matan, apuñalan, sí o sí hay peleas todos los días, toman de rehenes a los policías. Es otro mundo ahí adentro. Nada parecido a lo que reflejan las noticias. Ahí adentro no se puede vivir. Yo viví tres meses en buzones porque no me daban el alta para subir a piso, y era un cuadradito con humedad en las paredes, que no tenía inodoro. Me daban para comer un pan por día y dormía sobre una chapa. Si te llevan una frazada tus familiares, al menos tenés para hacerte un colchón. Si digo todas las cosas que pasan en un penal, mañana me llama el ministro de Seguridad”, detalló sobre su breve experiencia en una entrevista con Página 12.

El deporte entró a la vida de Maravilla para cambiarle su destino. Con apenas un corto paso por Villa Dálmine durante su adolescencia, un conocido le consiguió una prueba en Defensores Unidos de Zárate y quedó a los pocos días. Con 22 años, debutó en la Primera C y anotó 9 goles en 19 partidos en la primera mitad del torneo y otros 21 en 38 cotejos en el segundo tramo. La suerte había cambiado. Atlanta vio talento en Adrián y lo contrataron para disputar la antigua B Metropolitana donde tuvo una buena primera temporada con un gol a River Plate, club del que es hincha, incluido por Copa Argentina.

Adrián Martínez también le anotó un gol a River en 2017

Sus buenas actuaciones en el Bohemio lo llevaron a dar su primer salto profesional hacia el Sol de América de Paraguay donde anotó otros 12 tantos en el torneo local que lo convirtieron en el goleador del certamen. Automáticamente, Libertad puso sus ojos en él y cerró al delantero en busca de que repita su actuación en el siguiente campeonato. Lamentablemente, su rendimiento bajó y el Gumarelo lo cedió a Cerro Porteño y Coritiba de Brasil antes de dejarlo libre en diciembre de 2022.

Instituto siguió de cerca sus últimos años y apostó fuerte para tener a Maravilla en el plantel en su regreso a Primera División. “Cada uno tiene su historia, su lucha en el día a día. A mí me tocó de esa manera. Cada situación me ha hecho crecer. Pero fue Dios... Soy un jugador sin inferiores, que a los 24 años fue probarse en una categoría profesional. Jugar en los lugares que jugué, sólo lo puede hacer Él”, contó ante los micrófonos tras la noche de su primer gol en la máxima categoría frente a Unión de Santa Fe en la segunda jornada.

Y se describió de manera humilde: “No soy un jugadorazo, no hago goles espectaculares. Por ahí la pelota pega en el palo y me queda justo a mí. Tengo eso extra. Por supuesto que también está mi entrega. Pero a veces hay jugadores que hacen todo bien y la pelota no entra”. Además de su tanto frente al Tatengue, ya sumó de víctimas a Newell’s Old Boys e Independiente antes de ser protagonista frente a Boca Juniors.

“Nunca intenté ser futbolista. Pensaba que el fútbol era para renegar, que a los jugadores no les pagaban, que siempre les debían plata”, explicó sobre su perspectiva previa de la profesión. La Gloria ahora escaló a la séptima posición con 13 unidades y los ojos estarán una vez más sobre él en el partido frente a Talleres correspondiente a la novena jornada donde buscará escalar a lo más alto de la tabla de goleadores.

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