Los Pumas 7 fue uno de los tres equipos que lograron subirse al podio en los Juegos Olímpicos que se desarrollaron en Tokio. La medalla de plata de Las Leonas y el bronce del equipo masculino de vóley fueron las otras preseas que logró la delegación albiceleste en su incursión por la capital de Japón.
“Fue un año raro para todo el mundo y nosotros no fuimos la excepción. En nuestro caso, supimos aprovechar todo lo que tuvo que ver con la pandemia y el encierro, porque siempre nos mantuvimos activos y conectados. Apenas pudimos volver a entrenar, lo hicimos de inmediato para ganar tiempo”, explicó en diálogo con Infobae Gastón Revol, uno de los referentes que hizo historia en el país del Sol Naciente.
La hazaña comenzó mucho antes del 28 de julio del 2021. Se trató de un proceso que concluyó con el triunfo sobre Gran Bretaña para que el elenco liderado por Santiago Gómez Cora se transformara en La Nueva Generación del Bronce. “Siempre tuvimos en mente el podio, a pesar de los rivales durísimos que nos tocaron en el grupo. Confiábamos mucho en nuestras herramientas y desarrollamos un trabajo de más de un año en el que pusimos mucho énfasis en los detalles que servían para potenciar al equipo. El grupo confió mucho en el proyecto y se formó una combinación de juventud y experiencia, mientras que yo era como el abuelo de todos”, señaló entre risas el cordobés.
La presencia de Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur en la fase inicial no representó ningún temor para Los Pumas. “Cuando aparecieron dificultades, surgió la unión del grupo. Fue clave la convicción que tenía el equipo, porque sabíamos el material que teníamos para ir a pelear por un podio”, explicó la experimentada figura de 34 años.
El debut fue con paso firme. El triunfo por 29 a 19 frente a Los Wallabies significó una muestra de la capacidad con la que contaba el elenco argentino. “Sabíamos que ese primer partido era clave para la cabeza y mantener las chances de la clasificación. Arrancar ganando contra un rival, que es uno de los mejores equipos del mundo, dio mucha confianza. Sobre todo por la manera en que se dio. Fuimos muy superiores. Capaz no estábamos preparados para alcanzar una diferencia tan grande contra Australia: en el primer tiempo nos fuimos 24 a 0 y fue un partido para manejarlo en la parte final con más comodidad, pero terminamos pidiendo la hora. Más allá de eso, demostramos que estábamos para pelear bien arriba”, recordó Revol con su característica tonada cordobesa.
Una derrota con Nueva Zelanda (35-14) y la reivindicación frente a Corea del Sur (56-0) sirvieron para que Los Pumas accedieran a los cuartos de final, donde esperaban Los Springboks. Otra potencia. “Ese era el partido que fuimos a buscar. Además de la importancia que le dimos al primero para meternos en la siguiente fase, el de Sudáfrica era el escollo que queríamos superar. Sabíamos que teníamos que quebrar esa barrera para mantener el objetivo de ir a luchar por una medalla”, reveló Gastón Revol. Y continuó: “Si bien conocíamos lo que significaba el rival, nos mantuvimos tranquilos con alguna ansiedad normal por afrontar un compromiso de esas características. Disfrutamos mucho de esa situación. Yo sentía que estaba jugando en el patio de mi casa, hasta que me viene a pasar lo de la expulsión cuando apenas había comenzado el partido. Fue un baldazo de agua fría. Un cachetazo impensado para mí y para el grupo. En ese momento pensé que lo perdíamos”…
Sus lágrimas que recorrieron el mundo dieron cuenta de ello. El fullback rompió en un llanto desconsolado que expuso al desnudo sus sentimientos más íntimos. “Estaba destruido. Fueron muchos años de sacrificio para que se terminara de esa forma. Fue una acción sin intención, en la que reaccioné de esa forma por la velocidad de la jugada. Me quedaba afuera y más allá de mi sensación, sentía que había dejado al equipo en jaque mate ¡Liquidado! Después pasó lo que todos vimos y pasé de una tristeza absoluta a una felicidad plena. Ya no me importaba si podía jugar o no en las semifinales. Estaba alegre por lo que habían logrado los chicos”, recordó.
La sanción de cuatro partidos privó al cordobés de participar en las instancias decisivas del certamen. Según su mirada, la severa determinación de las autoridades se ampara exclusivamente en lo que refleja el reglamento. “No considero que haya sido injusto, porque en las imágenes se ve cómo mi hombro impacta contra la cara del sudafricano. No hay mucho para reclamar”, analizó a la distancia, aunque también subrayó que debió considerarse la intención y desde ese punto de vista “con la amarilla hubiese bastado”.
“Apenas terminó el partido, me sentí muy bien porque todos los chicos me fueron a saludar. Todos sabían lo que significó todo ese proceso para mí y fue muy lindo recibir todo el cariño de ellos. Había una instancia de apelación, la que no le comunicamos a nadie para que no le den más vueltas al tema. Fui con el manager a dar nuestros argumentos, pero recibimos una respuesta negativa. Quisimos dejar todo ahí para que el equipo se concentrara en esos partidos que quedaban. Desde ese momento, cambié la cabeza y me puse a disposición desde otro rol: el de transmitir calma y confianza desde afuera”, reflexionó.
La caída con Fiji en semifinales (26-14) fue otro golpe para Los Pumas. Sin posibilidades de luchar por el título, la motivación mutó hacia el deseo de ocupar el tercer escalón del podio. Y el adversario era nada menos que Gran Bretaña. Sin embargo, para Revol “no tuvo nada que ver el rival”. “Se vivió de una manera especial por lo que nos estábamos jugando. Fue un triunfo que valió muchísimo. Estábamos muy cerca de la medalla y sabíamos que íbamos a dejar todo sin importar a quién teníamos enfrente. Tampoco fue una revancha por lo que había pasado en Río de Janeiro, cuando nos eliminaron (en cuartos de final). Nunca se me cruzó por la cabeza ningún factor externo, lo único que teníamos en la mente era ganar para subirnos al podio”, detalló.
Luego llegó la euforia. El 17 a 12 a favor del combinado albiceleste le permitió a la Argentina sumar la presea de bronce, el souvenir de metal que todos desean. “La llegada a la Villa Olímpica fue muy emotiva. De golpe vimos a estrellas máximas del deporte mundial como Luifa Scola, Facu Campazzo, Santi Lange y todos los que formaron parte de la delegación que nos estaban felicitando por lo que habíamos logrado. Eso no pasa seguido. Es un instante en el que esos monstruos te están aplaudiendo por lo que lograste. Fue un clima extraordinario”, recordó.
El conmovedor pasillo hacia los héroes argentinos significó la primera parte de los festejos. Sin embargo, el contexto con contribuyó para que la celebración fuera a lo grande. “No hubo un gran festejo, porque no podíamos hacer nada. Con el tema del coronavirus no nos dejaron ir a ningún lado. Hicimos unas reuniones tranquilas durante los días que nos quedamos en la Villa, pero sabemos que nos debemos un buen festejo”, reveló con picardía.
Además, las noticias que llegaban a Buenos Aires sobre la posibilidad de quedar varados en Japón fomentaron una preocupación innecesaria en sus seguidores. Revol aseguró que fue lo mejor que le pudo haber pasado al equipo. “Nos vino bárbaro quedarnos unos días más para disfrutar del ambiente y descansar sin la presión de la competencia. Si hubieran sido dos semanas, tal vez se hubiera complicado todo, pero como fueron pocos días, la pasamos muy bien”, advirtió.
Lo llamativo es que durante sus días en Tokio, los protagonistas no pudieron conocer las excentricidades que brinda la imponente capital asiática. “Era de la Villa Olímpica a la cancha y viceversa. Lo único que me quedó de Japón, fue su cultura. Son muy obedientes y apegados a las reglas. Para nosotros son muy estructurados, porque cumplen a rajatabla con sus funciones. En otras ocasiones también nos tocó ir a jugar allá, pero tampoco pudimos conocer en profundidad la ciudad”.
Como su último partido fue con expulsión, Gastón Revol analiza su futuro con un grado de nostalgia y entusiasmo. “No sé si fueron mis últimos partidos. No me gustaría bajarme de este barco, porque fue un año espectacular. Cada año disfruto más del deporte, pero sé que en algún momento se va a terminar. Tampoco creo que sea un mal momento. Mucha gente me pregunta si me voy a retirar con una roja, y yo les digo que no lo veo así; sino que me retiraría con una medalla. Es verdad que me perdí los partidos más lindos y me quiero morir por eso, pero trato de ver el vaso medio lleno. Hoy es tiempo de reflexión, aunque siempre habrá ganas de seguir jugando”. Tal vez el Puma esté preparando El Último Baile.
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