Argentina hizo historia grande en el Ariake Arena de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. La selección masculina de vóley se impuso por 3 a 2 en una verdadera batalla en el clásico sudamericano ante Brasil y se alzó nuevamente con la medalla de bronce tras lo acontecido en Seúl 1988.
En pleno momento de algarabía, Nicolás Méndez fue uno de los encargados de llevar adelante el alocado festejo. El deportista, con una botella en la mano, fue juntando aliados en el camino para tomar por sorpresa al entrenador Marcelo Méndez. En su camino encontró como “cómplices” a Cristian Poglajen, Federico Pereyra y Matías Sánchez, entre otros.
Sin darse cuenta de lo que se avecinaba, los atletas empaparon por completo al director técnico, quien se salió de su estructural molde para saltar y alentar junto a sus dirigidos en una inolvidable tarde en territorio nipón.
“Se que estos jugadores hicieron un sacrificio enorme, es una historia de superación. Obtuvieron una medalla muy deseada. Todo lo que se le puede pedir a un atleta es lo que hicieron”, relató un emocionado Méndez en diálogo con TyC Sports.
Méndez fue el estratega detrás de un plantel que se metió de lleno en la historia del deporte argentino al lograr, luego de 33 años, otra presea olímpica para el vóley. El conjunto albiceleste, además, pudo tomarse revancha de Brasil, quien fuera su verdugo en los cuartos de final de Río 2016 luego de hacer un inicio de torneo brillante (el país vecino finalmente se quedó con la de oro) y en la fase de grupos del actual torneo.
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