Rubén Rezola consiguió otra hazaña para el deporte argentino. Su participación en la quinta serie de K1 200 metros en canotaje fue tan buena que logró la clasificación a las semifinales que se disputarán el miércoles a las 21:30 (horario de Argentina). El palista marcó un tiempo de 35.059, lo que le permitió quedar en el segundo lugar de su manga a solo 0.063/1000 del serbio Strahinja Stefanovic.
En tercer lugar llegó el lituano Mindaugas Maldonis (+0.654), seguido del joven de Samoa Tuva’a Clifton (+3.367) y el oriundo de Belice Amado Cruz (+4.649).
Con su gran actuación, Rézola evitó tener que pasar por las series de cuartos de final (previstas para esta madrugada argentina) y volverá a competir recién el miércoles por el pase a la final, carrera en la que se pondrán en juego las medallas. Las semifinales serán a las 21.30 y 21.37; la Final B a las 23.35 y la competencia por las medallas (final A), a las 23.42.
Los otros ocho competidores en pasar directo a las semis (los dos primeros de cada una de las cinco series con los que arrancó la disciplina), fueron el sueco Petter Menning, los españoles Saúl Craviotto y Carlos Arévalo, los húngaros Kolos Csizmadia y Sandor Totka, el letón Robert Akmens, el italiano Manfredi Rizza y el francés Maxime Beamont. Además, Csizmadia, ganador de la manga 2 con 34.442, batió el récord olímpico que había marcado en la serie previa Menning, 34.698.
“Estoy realmente feliz porque el camino transitado fue el mejor que hice tomando los tres Juegos Olímpicos en los que competí. Pero para esto realicé una preparación muy dura y por eso pude llegar a estas semifinales”, le explicó el argentino a la transmisión oficial para Argentina de Tokio 2020. “Me estoy sintiendo muy tranquilo en el agua, pero no pude certificar mis sensaciones porque hacía mucho que no competía. Pero la verdad que salí muy bien y pude sacar provecho de las condiciones climáticas, porque el viento me favoreció”, continuó.
Finalmente el santafesino recordó que el “año pasado” tuvo “muchos altibajos por cuestiones extradeportivas”. “Pero los pude remediar y acá estoy, pensando en ir mañana por la final”, concluyó en zona mixta..
Cabe señalar que Rezola es un comprometido atleta que en los tiempos de pandemia tuvo una iniciativa para contribuir con los más afectados. En pleno aislamiento obligatorio por la crisis sanitaria que obligó a los deportistas a entrenarse bajo cuatro paredes, el palista tuvo una conmovedora idea e incentivó a sus compañeros a que lo sigan. Tal vez por las marcas en el cuerpo que dejó una infancia con algunas carencias, este veterano del canotaje argentino tomó una decisión que lo define.
Una vez que el ENARD -Ente de Alto Rendimiento Deportivo- había hecho el anuncio competente a que les iba a proporcionar a todos los deportistas que son parte del programa una beca excepcional de 10.000 pesos en abril y mayo (de 2020) para mitigar el efecto coronavirus, el palista publicó un video en su cuenta de Instagram y anunció que iba a donar ese ingreso único.
“La idea nació pura y exclusivamente por los valores que me han enseñado mi familia, amigos, el deporte y todo lo que me rodea. Vengo de una familia de recursos muy bajos, donde a mi mamá le tocó darme hasta lo que no tenía para que yo pudiera progresar como atleta y persona”, comentó en su momento en diálogo con Infobae.
“Es una historia muy larga, gracias a Dios nunca me ha faltado para comer, pero realmente sé lo que es. Nunca lo dije y nunca mi intención fue publicar sobre mi vida personal. Tanto es así que mis intenciones de ayudar a quienes más lo necesitan siempre estuvieron, pero en silencio”, agregó el atleta de 28 años. De ese modo, Rubén Rézola donó su beca para los afectados por el coronavirus. Sus primeros pasos fueron en su Santa Fe natal.
En el barrio Alfonso, de la capital de la provincia, su madre Miriam fue su guía. Y también se convirtió en el faro que iluminó su vida. “Me crié en un barrio humilde. Tuve una excelente educación gracias a mi mamá y mis abuelos. Siempre me guiaron por el buen camino. Mi vieja siempre laburó en servicio doméstico. Ella trabajó para que sus hijos tuvieran lo mejor. Y una vez que me hice atleta, siguió de la misma forma: me dio hasta lo que no tenía, sobre todo cuando recién empezaba, en momentos en los que no te conoce nadie”, recordó.
Como se encargó de describir, el camino en la vida y el canotaje para Rézola no fue fácil. A pesar que su apellido irrumpió en el deporte argentino hace casi una década, tuvo que entregarse en cuerpo y alma para lograr su cometido. Y vaya si lo logró. A los 21 años, junto a Miguel Correa, estuvieron a centésimas de subirse al podio en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en el K2.
La experiencia olímpica se repitió cuatro años atrás, en Río 2016, esta vez en el bote individual de corta distancia -K1 200 metros- y, si bien el desenlace no fue el mismo -terminó en el puesto 18- grabó su nombre en el máximo evento multidisciplinario del deporte que se hizo en Sudamérica por primera vez. Y en su última presentación en Tokio, volvió a emocionar a pura velocidad y sacrificio.
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