Fue una jornada inolvidable. Un partido que se vivió a pura emoción. No fue un compromiso más en los Juegos Olímpicos. El encuentro en el que Las Leonas derrotaron a Alemania se vivió un trasfondo que concluyó con un final feliz por la goleada de 3 a 0 y la clasificación a las semifinales del torneo en Tokio.
Desde que las protagonistas salieron a la cancha norte del estadio Oi de la capital japonesa se observó un sentimiento colectivo conmovedor. Las lágrimas cuando sonaron las estrofas del himno nacional y la furiosa arenga de las referentes demostraron que la Argentina quería continuar en su camino hacia el podio por todo el sacrificio que hicieron las jugadoras antes de llegar al país del sol naciente.
Una de ellas es Rocío Sánchez Moccia, quien fue madre el 10 de marzo de Francesca y tuvo que dejar a su familia para contribuir en el sueño albiceleste en su nueva aventura olímpica. “No soy consciente de todo lo que está pasando. No puedo hablar. Estoy super agradecida de estar acá. A mi novio, a mi mamá, al Chapa y al equipo, que si no fuera por ellos no podría estar acá”, dijo la jugadora de Liceo Naval luego del heroico triunfo ante las germanas.
Su preparación fue distinta a la del resto del grupo. Como lo explicó en diálogo con ESPN antes de partir hacia Japón, ella tuvo un diálogo con el entrenador para programar su regreso al equipo. “Estuve entrenando hasta lo que pude. Tenía fecha de parto el primer de marzo y no se adelantó. Francesca nació con 41 semana y media y por cesárea, así que hasta ahí no lo había pensado. Nació, me sentí bien, el Chapa me había preguntado si estaba para volver, y bueno, pasó un mes para que me adapte y esperar por la cesárea, y el día que fui a hablar con él y que las vi entrenar a las chicas, fue como que me di cuenta que tenía ganas de estar”.
“Tuve que ir día a día. Si bien tenía el alta médica de mi obstetra, al haber sido cesárea, literal, se me desgarraban los abdominales. Entonces tuve que tener cuidado con la zona media, y en el hockey la fuerza que uno hace es casi todo de zona media. Entrené mucho desde lo físico con gimnasio y natación”, había revelado en los días antes de regresar a la alta competencia.
Rocío Sánchez Moccia, que este lunes 2 de agosto cumple 33 años, fue homenajeada por sus compañeras en plena cancha durante los efusivos festejos del equipo, porque su historia para llegar a estos Juegos Olímpicos es la más especial de todas, ya que tuvo que dejar a Francesca en Buenos Aires, y hoy estuvo otra vez en el equipo para ir por otra gesta de este emblemático seleccionado argentino. “El equipo estuvo impresionante. Veníamos a esto y lo demostramos”, dijo la Leona. Y completó sobre el futuro que tendrá las fases decisivas del certamen: “Que venga el que venga. No importa el rival, tenemos que salir a ganar. Hoy lo demostramos. Tuvimos mucha actitud y demostramos a qué vinimos”.
La otra madre que vivió una jornada especial fue Belén Succi, quien podría estar disfrutando de sus últimos partidos con el combinado nacional y también tuvo que dejar a su pareja y a su hijo de 8 años en la Argentina para ir en busca de otra medalla. “Ella va a dejar un legado muy groso en el deporte argentino. Belén y Rochi dejaron a Fran y Bauti para estar acá. Les estoy sumamente agradecido por todo el sacrificio que hicieron”, deslizó el Chapa Retegui en zona mixta.
Por su parte, María Victoria Granatto, hermana de María José, hoy figura frente a Alemania, recordó cuando “en Sydney 2000 madrugaba para ver a Las Leonas. Por eso estar jugando una semifinal olímpica es un sueño por el que debo agradecerle a mucha gente, ya que tengo 30 años y desde el club Santa Bárbara de La Plata, llegar a esto es increíble. Sobre todo porque yo dejé el hockey en algún momento y después volví”. Las Leonas volvieron a hacerlo, están en otra semifinal olímpica y estarán hasta el último día de la competencia soñando con una medalla dorada que, por historia, merecen largamente.
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