“Estar viviendo una competencia como los Juegos Olímpicos y representar a mi país es algo que siempre soñé de chico. Estoy muy feliz y disfrutando cada momento. Mas allá de los objetivos personales, me enfoco en lo grupal y estoy predispuesto de la mejor manera para ayudar desde el lugar en el que me toque estar, sea en el banco de suplentes o como titular”, recalca Martín Ismael Payero en diálogo con Infobae desde Tokio, donde se encuentra participando de los JJOO como integrante de la selección argentina de fútbol que comanda Fernando Bocha Batista.
El mediocampista está pasando por el mejor momento de su corta carrera. A sus 22 años, tiene como objetivo ganar su primera medalla olímpica. Para ello, su cabeza está enfocada en lo que será la tercera fecha de la fase de grupos, en la madrugada del miércoles, cuando el seleccionado Sub 23 enfrente a España en busca de la clasificación a la próxima instancia.
“No caía en lo que significa esta experiencia hasta hace 10 días, cuando llegamos a Japón. Vivir los Juegos Olímpicos es algo único y ojalá podamos llevar la medalla para nuestro país”, remarcó el volante desde la Villa Olímpica, donde duerme solo en una habitación, no tiene contacto con otros deportistas, le hacen un PCR todos los días y se reúne únicamente con sus compañeros para entrenar en el gimnasio del predio y comer.
Pero para que Payero pueda cumplir el sueño de vestir la casaca albiceleste y representar a su país tuvo que remar bastante. Como todo aspirante a futbolista, comenzó a transitar este hermoso deporte desde muy chico. Nació en Pascanas el 11 de septiembre de 1998, una localidad situada en el departamento de Unión que cuenta con 2700 habitantes, ubicado a 100 km de Villa María, Córdoba.
A los 4 años, comenzó en las divisiones juveniles del club Independiente de su pueblo. A partir de los 8, sus ganas de seguir pateando lo llevaron a que los domingos alternara con el baby fútbol de Villa María, donde lucía unos botines azules con líneas blancas de goma que eran cómodos para su desarrollo. En el fútbol salón, jugó dos temporadas para El Santo y una para San Martín, consagrándose campeón en ambos clubes.
En enero del 2006 participó de un mundialito donde participaban, entre otros, Boca y River. Su equipo resultó vencedor tras superar a los Millonarios en la final. En dicho encuentro decisivo, el buscador de talento Luis Pereira le vio muchas condiciones y habló con su papá para conseguirle una prueba en el club de Núñez. Pero quedaron en hablar en la semana. “Tenía 8 años y se lo querían llevar para Buenos Aires. Era muy chiquito. Igualmente, lo llevábamos seguido para que jugara en las Infantiles. A los 11, lo pasearon por todo el sur argentino para disputar campeonatos”, remarcó su padre, José Luis.
A sus 8 años, “Tincho” estaba viviendo un sueño, porque era fanático de River, festejaba sus cumpleaños con una torta con el logo de su club, dormía con una sábana con los colores rojo y blanco, y encima, tenía la posibilidad de desarrollarse en el equipo de su amores. “Cuando era chiquito, dormía con la pelota abrazada entre sus manos. Era un desgraciado, porque jugaba cuando tenía ganas. Yo le tenía más fe a su hermano (Ezequiel) que a él para que fuera futbolista”, soltó su papá, quien agregó que su hijo siempre tuvo como referente a Juan Román Riquelme.
Tan fuerte era el interés del club de Nuñez por Payerito (así lo llaman en su pueblo natal) que a los 12 años viajó hacia Buenos Aires en busca de cumplir sus sueños de ser futbolista, ya que lo iban a fichar para los campeonatos de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). De esta manera, dejó atrás su pueblo natal donde quedaron su mamá María Alejandra, maestra, y José Luis, chofer. Además de su hermana Cinthia (33) y su hermano Ezequiel (30), que también es futbolista y con pasado en Instituto de Córdoba.
“Fue muy difícil para nosotros dejar a Martín solo en una pensión a esa edad. Es una historia tremenda, pero fue decisión de él. La primera vez que lo llevé a River, lo dejé y estaba todo bien. Cuando volvía a Córdoba en bus, recibí una llamada y era mi hijo suplicando que lo fuera a buscar porque quería regresar a su pueblo, porque extrañaba a su familia y no quería quedarse en Buenos Aires. Le dije: ‘Aguantá, que ya se te va a pasar’. Llamé a la pensión para que lo atendieran y se le pasó. Pero fue muy dura su estadía en la pensión millonaria”, recalcó su progenitor.
Mas allá de que tenía días en los que estaba bien anímicamente y otros con ganas de volverse, la adaptación en Buenos Aires le llevó seis meses. “Estábamos a 500 km y no teníamos conexión telefónica. No teníamos Internet porque Pascanas es un pueblo muy chico. Hubo días en los que no nos pudimos comunicar sabiendo que estaba sufriendo en Buenos Aires. Le costó medio año manejar la angustia y adaptarse”, contó su padre.
En cuanto a lo futbolístico, cuando llegó a fines de 2010 se adaptó fácil a las juveniles millonarias. “Anduvo bien el primer año con Jorge Tapón Gordillo como director técnico”, remarcó su papá. Pero al año siguiente lo subieron de categoría. Su nuevo entrenador no lo utilizaba, perdió terreno y, al finalizar la temporada, lo rechazaron y quedó libre. El coordinador de las Inferiores era Daniel Messina, quien llegó para reemplazar a Juan José López, que había asumido como director técnico del plantel profesional en noviembre de 2010.
“Me dejaron libre a fin de año sin darme explicaciones. Nunca me hicieron alguna devolución de por qué no continuaba. Yo era muy chico. Decidí volver a mi pueblo con mi familia y mis amigos a pesar de que tenía otras opciones como Racing y Argentinos. Extrañaba a los míos y fue una dura noticia no seguir en el Millonario”, aseguró el volante, quien en su momento compartió la categoría 98, entre otros, con Nahuel Gallardo, hijo de Marcelo y con Mauro Burruchaga, heredero de Jorge.
“Fueron dos años que viví en la pensión y fue una etapa de mi vida que recuerdo mucho porque me marcó bastante y me hizo crecer. Gracias a mi familia pude atravesar ese duro momento”, recalcó el deportista que volvió a su lugar de nacimiento para buscar refugio en sus seres queridos.
No obstante, a sus 14 abriles se sumó al Pascanas para debutar en primera un año más tarde. Fue por la tercera fecha del torneo inicial 2014 que se disputó en el Club Lambert, donde su equipo perdió 2 a 1 ante Argentino de Monte Maíz y el volante convirtió el único tanto.
Pero la buena nueva le iba a llegar en el 2015, cuando tuvo una oportunidad en Banfield. Por intermedio de Claudio Vivas, quien estaba trabajando en las divisiones inferiores del Taladro y lo observó en Córdoba, logró una prueba de tres días que superó sin problemas y quedó fichado. Estuvo dos años en la reserva bajo la dirección técnica de Cesar “Cabezón” González, hasta que le llegó el momento de debutar en la máxima categoría. De la mano de Julio Cesar Falcioni, hizo su estreno el 4 de diciembre de 2017 en la derrota por 2 a 1 de visitante contra San Martín de San Juan. Luego de un paso por Talleres en la temporada 2018/19, regresó al “Taladro” donde fue subcampeón de la Copa Diego Maradona, tras perder por penales contra Boca.
Particularidades en su carrera tiene varia,s pero una será recordada de por vida. Sucedió el 18 de febrero de 2019, cuando dejó el campo de juego en pleno partido entre Banfield y River para ir a unos de los baños del estadio. Resulta que el volante se empezó a sentir mal y estaba descompuesto. Entonces, fue a hablar con Renato Civelli, su capitán en aquel momento, para decirle que necesitaba dejar el campo. De esta manera, el defensor central habló con el capitán millonario, Franco Armani, para preguntarle si estaba la posibilidad de que el volante fuera al baño y regresara. El portero no quiso saber nada.
No obstante, en ese momento justamente se cortó la luz en el Florencio Sola y fue la oportunidad que tuvo “Payerito” para salir corriendo hacia el baño y justo se cruzó con Marcelo Gallardo. “Fue todo muy rapidito porque volvió la luz y mi hijo ya se encontraba en el campo de juego. No daba más, estaba muy descompuesto. Iba a ir al baño sí o sí, se lo permitieran o no. Se hacía en la cancha o en el baño”, recordó su papá. Finalmente, cuando se reanudó el juego, el volante ya se encontraba en el verde césped.
Tras finalizar los JJOO, pegará el salto a Europa porque pasará al Middlesbrough de la segunda división de Inglaterra. “No sé nombrar el equipo (risas). Martín no sabe nada del idioma inglés. Le decíamos que estudiara y respondía: ´¿Para qué voy a estudiar eso? ´. Nunca se sabe la vuelta que da la vida y ahora, tendrá que aprender allá”, remarcó su papá. Cuando surgió la posibilidad de irse a Gran Bretaña habló con Jonás Gutiérrez, con pasado en Newcastle, quien le aconsejó que se fuera corriendo hacia allá y que no se hiciera drama por el idioma, ya que lo aprenderá rápido.
“No desperdicies esa oportunidad”, le aconsejó el Galgo cuando eran compañeros en Banfield. Antes de decidirse por el fútbol inglés, tuvo sondeos de España, Italia pero el Middlesbrough mandó una propuesta firme y no lo dudo. Además, River se interesó hasta el día que firmó, porque desde hace dos años que Gallardo lo viene siguiendo y llamando, y también lo hizo el manager, Enzo Francescoli.
Su transferencia de Banfield pasará a ser la más costosa en la historia de club. El Middlesbrough pagará 8 millones de dólares brutos por el 90 por ciento de la ficha y el club argentino se quedará con el 10 por ciento del pase sobre una futura venta. Superará la transferencia de James Rodríguez al Porto.
Mas allá de su salida al exterior, el juvenil está compenetrado en su participación en los JJOO y sigue disfrutando con ojos de asombro: “Se vive algo muy lindo. Estar con deportistas de diferentes rubros y los mejores del mundo es único”.
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