Este fin de semana Agustín Canapino hará historia y se convertirá en el noveno argentino en correr en la IndyCar, la segunda categoría de autos sin techo más importante del mundo detrás de la Fórmula 1. El arrecifeño correrá con un Dallara con motor Chevrolet del equipo del compatriota Ricardo Juncos. A sus 33 años está mucho mejor físicamente que a los 20. Pese a las expectativas dejó la gloria en el país y apostó por una experiencia única en Norteamérica. El estreno en carrera será el domingo en el circuito callejero de Saint Petersburgo, en La Florida. Podrá verse desde las 14 por Star +.
Creada en 1911 y más allá de sus variados nombres, la IndyCar es la divisional más longeva del planeta. A nivel de monopostos acapara la atención en los Estados Unidos y a lo largo de su historia se caracterizó por los óvalos y su evento más importante son las 500 Millas de Indianápolis. Canapino espera ser uno de los 33 pilotos que puedan largar la legendaria carrera el domingo 28 de mayo, ya que deberá sortear instancias clasificatorias previas. Su compañero de equipo es el inglés Callum Ilott (24 años), que fue subcampeón de Fórmula 2, piloto de reserva de Alfa Romeo en la F1 y tiene gran experiencia en esta clase de coches.
La especialidad es muy competitiva porque tiene más de 30 autos, todos Dallara IR18. Hay dos proveedores de motores, Chevrolet y Honda. Serán 17 fechas y cinco de ellas con el desafío de los óvalos, esos circuitos de alta velocidad rodeados de muros y algunos con curvas peraltadas. Entre los competidores que tendrá Canapino hay cinco ex F1: Romain Grosjean, Takuma Sato, Alexander Rossi y Marcus Ericsson.
El Titán es el corredor más destacado a nivel nacional en los últimos 15 años con igual cantidad de títulos: ganó 4 de TC, 2 de TC 2000, 7 de Top Race, 1 de TC Pista y Copa Mégane. Es el segundo más laureado en pista de la historia detrás de Juan María Traverso (16). En diálogo con Infobae analizó el desafío que tendrá por delante y cómo cambió su vida ya que dejó su Arrecifes natal y se mudó a Indianápolis, cerca del mítico trazado y del taller de su escudería, el Juncos Hollinger Racing.
-¿Cómo es esta nueva vida en los Estados Unidos?
-Viviéndola todos los días porque no solo es un gran cambio de vida a nivel profesional, sino también de vida cotidiana. Vivir día a día acá es diferente a hacerlo en la Argentina, en Arrecifes. Esto no estaba en los planes y es un sacrificio grande también porque tengo 33 años y no soy un pibe. Pero no me quejo, todo lo contrario, y estoy feliz de estar haciéndolo. También hay que contarlo para que tomen consciencia de que es un gran cambio.
-¿Qué es lo que más te sorprende de pasar de Arrecifes a Indianápolis?
-La vida es diferente. El trato entre personas lo es. El clima también, estuve las dos primeras semanas con nieve y no veía el sol. Temperaturas bajo cero. Nunca estuve fuera del país tanto tiempo y siempre que salí fue por algo puntual o por vacaciones. Nunca viví fuera de mi país a los 33 años, insisto, porque normalmente los pilotos se van del país siendo muy jóvenes y normalmente están más tiempo fuera de Argentina que en el país.
-¿Qué anécdotas tenés en estos primeros días en Indianápolis?
-Lo cotidiano acá es muy diferente, el trato con las personas. Me vengo portando bien y trato de no hacer macanas y por suerte no me estoy mandando ninguna cagada. Pero, por ejemplo, acá todo funciona bien, está todo impecable, estructurado, todo es muy exacto y me voy adaptando a eso, a ese estilo de vida. Igual siempre fui así, organizado, y me costaba más en la Argentina que era siempre el primero en llegar a todos lados y era el más puntual y no somos así los argentinos.
-¿Cómo fueron estos primeros ensayos?
-Las pruebas fueron mucho mejor de lo que me hubiese imaginado porque la idea era hacer todas estas pruebas para acercarme de a poco para empezar a conocer las cosas y me encontré con que pude estar mezclado en el grupo del medio, con tiempos más que aceptables y pude colaborar con el desarrollo del equipo. Eso fue una grata sorpresa, pero lo que esperamos es estar en el último lugar porque va a ser muy difícil salir de esa posición. Entiendo el entusiasmo de muchos, pero no me van a ver estando entre los 10 o 15, un podio o ganando. Eso es imposible para mí en este primer año por dos cosas, mi inexperiencia en esta clase de autos y circuitos, y después porque Ricardo tiene un equipo que está en desarrollo y ha tenido buenos parciales con Callum y están en proceso. Es un equipo en crecimiento peleando con monstruos. Hay que tener los pies sobre la tierra y no esperar ningún milagro. Mi objetivo es terminar carreras. Ir finalizando las carreras y tener una evolución durante el año. Y si no me sale me volveré a Argentina con una experiencia y aprendizaje fabuloso. Me vaya como me vaya esto es fantástico y no tiene un saldo negativo.
-¿Cómo es un auto de IndyCar, qué se siente?
-Es mucho más de lo que todos se imaginan. Siempre pongo como ejemplo lo que me dijeron pilotos que corrieron muchos años en F1. Grosjean (Romain), que hizo once temporadas en la F1, me dijo que “la primera vez que tuvo que abandonar una carrera porque no aguantaba físicamente fue en IndyCar”. Cuando hablás con Callum, en su primera carrera en Saint Petersburgo el año pasado, terminó con las manos totalmente ampolladas y sin poder mover el cuello en el último stint (parte de la carrera). Él fue subcampeón de Fórmula 2 y corrió en karting. Imagínense a mí que corrí toda mi vida en autos de turismo, en TC y TC 2000, que fue lo máximo que manejé. Si para ellos es más difícil en lo físico que estar en un F1, para mí es un salto abismal. Es algo que estoy viviendo y cuando tenga tiempo se lo voy a insistir a la categoría porque tienen que trabajar en la difusión de esto porque es tan difícil IndyCar, con sus autos y circuitos, que está bueno que la gente lo conozca un poco más para que tenga más seguidores, porque lo que se hace en esta categoría es único en el mundo en cuanto a nivel de exigencia, riesgo y de complejidad.
-¿Qué molestias en lo físico tuviste arriba del auto?
-Me duele hasta el apellido (risas). Son fuerzas G que nunca sentí. Pude dar todas las vueltas en las pruebas. Pude terminar muy cansado y exhausto. Todos sufrieron sus primeras carreras y yo las voy a sufrir el triple y me va a costar terminar la primera carrera. Ver la bandera de cuadros en Saint Petersburgo hoy me parece imposible. Pero me preparé para eso.
-¿Cuántos kilos bajaste?
-Estoy mejor nunca en lo físico y cuando era joven no me dedicaba a hacerlo de forma disciplinada como en los últimos años, que todo cuesta mucho más. Acá no me queda otra porque debo estar al ciento por ciento de lo físico. Hoy fui a entrenar a la mañana, un entrenamiento durísimo de casi dos horas y fue terriblemente exigente. Me siento mejor y bajé 4/5 kilos de como estaba el año pasado. Me noto mucho mejor, hasta que lo vi a Dixon (Scott, 42 años) entrenar y me di cuenta que tengo que nacer de vuelta para ser como él, no tengo ni chance. Me volví decepcionado, sentí que lo había dejado todo y era imposible seguirle el ritmo a Dixon que es una bestia total y que ganó seis campeonatos de IndyCar. Eso te da la pauta de que el nivel de profesionalismo es extremo. Yo estoy muy lejos y por más que le meto todos los días. Esto lleva años y hace un mes que estoy.
-¿Con el tema del inglés, cómo hiciste?
-En 2019 cuando vine a las 24 Horas de Daytona, no hablaba nada, y cuando vine a probar la primera vez hice unas clases. Ahora me puedo comunicar y doy entrevistas, nadie me cree que nunca hablé inglés con nadie, y es verdad porque nunca estuve afuera del país y hablé en inglés, siempre que me fui afuera fue por vacaciones y lo hacía en español. Nadie me cree que hace un mes empecé a hablar inglés y me estoy defendiendo. Pero me las rebusco, ese es otro desafío, no solo a nivel profesional sino en lo cotidiano. Antes era desesperante, ahora me puedo comunicar. Se te empieza a acostumbrar el oído y vas evolucionando.
-Te elogió Will Power, ¿qué te genera?
-Las primeras pruebas fueron mucho más de lo que uno esperaba, inclusive yo. En California cuando manejé era un circuito picante con curvones con un auto de alta carga aerodinámica con casi 4G de fuerza lateral. Tuve una linda sensación y muchos me vieron bien. Igual las expectativas son ir, completar la carrera y no puedo pedir más que eso porque de lo contrario sería irresponsable e ilógico.
Agustín tiene bien en claro cuál es su lugar y no se le cae ningún anillo el admitir que es el piloto número 2 de su escudería y que deberá ayudar a Ilott, que ya tiene un año en la categoría y debutó con el equipo de Juncos.
-¿Cómo te llevás con Callum Ilott?
-Once puntos en todo sentido. Un pilotazo, uno de los mejores de la IndyCar, sin dudas. Está logrando cosas con el equipo y muestra el talento que tiene. Es muy amable conmigo y desde un primer momento se lo dije, yo no vengo a competir contra él, primero porque no me siento capacitado, y mucho menos en esta primera parte. Segundo porque sé el lugar que ocupo, vengo a colaborar con el equipo y si puedo hacerlo ya para mí es un montón. Soy el segundo piloto y tengo que tratar de aprender y si en algún momento puedo colaborar con la carrera de Callum, seguro que lo voy a hacer. Vengo en un cien por ciento a jugar en equipo y jugar para Callum. Él es más chico que yo, pero tiene mucha más experiencia en esta clase de autos y trato de aprender de él, quien es muy amable y me cuenta todos los tips y secretos. Es del mundo de la F1 y es súper profesional. Estar al lado suyo es un honor.
-¿Cómo te imaginás los óvalos?
-Es la parte más complicada y cuando escuchás las experiencias de otros pilotos te asusta por la fuerza G que es extrema y lo rápido que se va en un IndyCar es una locura. Por más que me dé dos millones de vueltas en un simulador el tema es resistir la sensación de velocidad con una pared. La única forma de aprender en el óvalo es ir y dar vueltas. No sé cómo me va a ir, si me la voy a aguantar, pero sí tengo mucha intriga. Eso es lo que más me gusta de todo esto: si bien es mega complicado, me metí en un lío bárbaro sin necesidad, me encanta. Estoy viviendo una experiencia de vida que como soy yo me fascina. Me pone en un lugar mucho más alto del que estaba. Esto me va a desafiar todos los días de acá en adelante. Lo único que sé es que esto me va a llevar tiempo. Encarar el desafío con un montón de dudas, pero con muchas ganas. Pero estoy en un lugar en el mundo que es tocar el cielo con las manos.
-¿Y el sueño de largar las 500 Millas de Indianápolis?
-Ojalá pueda largar 33°, no importa la posición. Estar en esa grilla de partida no quiero ni pensarlo porque es mucho. Es demasiado. Si llego a ver la bandera de cuadros, el doble. Si llego a verla sin estar último, el triple. Es todo exponencial lo que me pase de acá en adelante. Y si no me toca largar, aunque estoy confiado en que voy a poder hacerlo, haberlo intentado, ¿quién me quita lo bailado y el haber girado en Indianápolis? Sea cual sea el resultado es todo experiencia ganada.
-¿La IndyCar superó tus expectativas?
-Si y uno no es consciente de lo complejo y difícil que es este mundo por más que los escuchás a los pilotos de F1 e IndyCar hablar de la competencia que hay en la categoría. Una cosa es escuchar y otra vivirlo en carne propia. Me superó y estoy feliz porque estoy viviendo en un mundo espectacular. Es la categoría más competitiva y compleja del mundo. Obvio que la más profesional y popular es la F1 y donde todos los pilotos quieren llegar. Pero acá tenés todos los autos muy parejos y más cantidad de pilotos. El 90 por ciento de los lugares donde corre la IndyCar la F1 ni se animaría a correr. El nivel de complejidad y exigencia es mayor a la F1. Tiene una mística y dificultad que es única acá. Lo sabe el ambiente, pero no el público en general.
-¿A los pilotos de F1 les seduce poder correr en Indianápolis?
-Sin duda. Aparte manejar un IndyCar en un óvalo es superior a cualquier cosa que un piloto haya manejado en su vida porque van a casi 400 kilómetros por hora en un circuito en el que es una locura estar. Recuerdo haber leído el año pasado que Verstappen (Max) dijo “los que corren las 500 Millas están todos locos”, y lo dijo un bicampeón mundial de F1. El número uno que sin subirse a un auto de IndyCar sabe lo complejo que es y la mística que tiene. Texas es la segunda fecha y es un óvalo más chico que Indianápolis, una locura lo que hacen los pilotos ahí adentro.
-¿Es una motivación extra que en la IndyCar no haya penalizaciones?
-Sin dudas. Acá las cosas son mucho más puras y súper transparentes. En el automovilismo argentino, no todas las categorías, pero se tiende a emparejar hacia abajo y eso no permite a los mejores destacarse por mucho tiempo. Pasa en muchas categorías del mundo, pero acá tienen la filosofía de la meritocracia y quieren ver a los mejores destacarse.
-¿Sentís que en cada paso que das en la IndyCar estás haciendo historia? Porque no son muchos los argentinos que corrieron en la categoría.
-No porque no soy un piloto que haya buscado esto o que se haya ido a correr afuera. Esto es una aventura y ojalá dure muchos años. Si no sería lo más lógico y no se me va a caer ningún anillo y es lo más normal que a mí no me vaya bien. No siento que estoy representando al país ni muchos menos. Eso lo dejo para los pilotos que hacen carrera afuera que para mí son los que realmente nos representan. Nuestro gran referente es Pechito López, porque fue bicampeón mundial de Endurance y ojalá a Franco (Colapinto) le vaya re bien en Williams. No siento presión de nada y la única es la mía porque siento que lo quiero hacer bien. Esto es una patriada y se lo debemos a Ricardo por sus ganas de tener un argentino acá. Si no lo no hubiese podido llegar acá.
-¿Cómo es el circuito de Saint Petersburgo?
-Es callejero súper exigente y duro. Siempre hace mucho calor porque está en La Florida. Corrí en muchos circuitos callejeros en la Argentina, pero el problema va a ser el auto en las pistas. Por ejemplo, Barber, que tiene una fuerza G impresionante, pero con un TC o un TC 2000 sería una pista más. Con un IndyCar será algo exigente.
-¿Qué sentiste cuando Ricardo te confirmó que ibas a correr en IndyCar?
-Una vez que terminamos de hablar corté el llamado y me quedé mirando el techo un rato largo. Mi novia me preguntaba qué me pasaba y quedé en shock. Aparte, cómo le iba a decir a Gustavo Lema (dueño del equipo en el que corría en el TC) que no iba a correr. No fue fácil esa charla y se le cambió la cara, pero él fue un fenómeno, entendió todo y lo único que hizo fue aceptar todo esto, lo entendió y le hice un lío bárbaro.
El 15 de febrero de 2021 su padre Alberto falleció de COVID-19. Era uno de los principales técnicos en el automovilismo argentino y desde joven tuvo ideas revolucionarias. Sus primeros trabajos fueron junto a Luis Rubén Di Palma en 1986 y luego brilló como chasista en el TC y ganó 10 campeonatos, 6 subcampeonatos y más de 75 triunfos en 13 temporadas.
Al dolor de su pérdida se sumó el hecho de hacerse cargo del equipo y Agustín debió mantener el taller en condiciones. Fue una bisagra en su vida ya que hasta ese momento solo se había dedicado a correr y de pronto heredó la estructura de su padre. A dos años de su partida revela intimidades de cómo fue la relación entre ambos y el esfuerzo que hizo para que le diera una oportunidad en el automovilismo.
-¿Qué haría tu viejo si estaría con vos?
-Lo extraño muchísimo. No pienso mucho en eso porque me hace mal. Lo extraño muchísimo. Es algo que no pude superar. Hablarlo me hace mal. La única parte que sí lo dije es que cuando falleció de un día para el otro sentí un vacío enorme porque justo estábamos en un momento en el que habíamos recuperado mucho la relación de padre e hijo que nunca habíamos tenido como en ese tiempo por toda la historia de vida que habíamos tenido. Estábamos en el mejor momento personal y profesional. Todo ese vacío que sentí en los últimos años ya no lo siento. Ahora siento compañía. Él me está acompañando en todo esto desde algún lado. Y es raro sentir todo eso, la sensación de que ya no siento más ese vacío profundo que sentía de mi papá. Es un poco raro, místico, pero todos los que han perdido al padre entienden. Por un lado, estoy mejor, volví a recuperar la sonrisa. No sufro tanto todo como me pasaba antes y eso tiene que ver con que estoy en un lugar en el que si él estaría con vida estaría el doble de feliz y entusiasmado que yo, porque su sueño siempre fue poder hacer algo en los Estados Unidos. Lo intentó, no pudo y que me toque a mí en IndyCar, creo que él lloraría todos los días de la emoción.
-Él en su momento no quería que corrieras, ¿cómo fue que lo convenciste?
-Yo lo veía muy poco porque mis padres estaban separados y no tenían una buena relación y eran momentos turbulentos, muy difíciles a nivel familiar, a nivel persona. Yo lo veía muy poquito a él. No teníamos casi relación, era nula. Y yo como que estaba enojado con mi papá por todo lo que había pasado, por esa historia que me había alejado de mi viejo todo el tiempo. Yo me había retraído mucho y me costó esa adolescencia que me tocó vivir. Cada vez que lo veía a mi papá me preguntaba para poder acercarse, “¿qué quería?” Yo quería correr y él no quería que yo corra porque no había hecho karting, nada que demuestre que yo podía hacer algo. Segundo porque él vio pasar miles de padres fundirse, miles de pilotos frustrarse porque los que llegan son muy pocos. ¿Qué posibilidades tenía yo de ser uno de esos pocos? Cero, ninguna porque no me daba la oportunidad nunca. Yo vivía con mis abuelos y un día llega y me ve en el simulador, allá por 2005 (15 años) y ve lo que yo estaba haciendo para prepararme para una carrera que tenía. Eso me lo contó años después y cuando vio que yo mejoraba a la décima y manejaba adquisición de datos solo y ponía a punto los autos como si fuera súper profesional, como un ingeniero y canalizaba mi pasión con los juegos al no poder correr en karting... Entonces ese día me dijo “vamos a ver una oportunidad porque lo que estás haciendo nunca lo vi”. Me llevó a la primera prueba y me fue mucho mejor de lo que esperaba. Ahí empecé y a los dos años fui campeón del TC Pista, a los cuatro años campeón del TC y no paré nunca más. Fue todo extremadamente loco.
-Nunca corriste en karting y fuiste exitoso, ¿quemaste los libros?
-Todo se dio medio en el reino del revés, pero no porque lo busqué si no porque no me quedó otra. A mí me hubiese encantado hacer karting, carreras afuera en Europa, Estados Unidos, pero nunca tuve la oportunidad. Se me dio así.
Canapino viajó a los Estados Unidos junto a su pareja Josefina Di Palma, que no es familiar de la Dinastía. Ella dejó todo por acompañarlo y le agradece su gesto en el momento más importante de su carrera.
-¿Cómo se conocieron?
-Josefina era la hermana de mi compañero de colegio, de Rodrigo, con quien íbamos juntos desde primer grado. Empezamos a salir de chicos y ahora de grandes nos pusimos de novio, nos juntamos y ahora me acompañó acá a los Estados Unidos y tuvo un gesto muy lindo de acompañarme, de abandonar todas sus cosas, su vida allá para estar conmigo. Ella allá tenía su local de ropa y se dedicaba al mundo de la moda. Su negocio sigue funcionando y por suerte le va bien con lo que hace. Lo está viviendo también como una gran aventura y poniéndole el pecho a las balas porque estar acá no es fácil para los dos.
-¿Qué tiene Arrecifes, por qué es la ciudad más fierrera de Argentina?
-No sé. Siempre le robo una frase a don Héctor Fontana, el papá de Norberto, que es por contagio porque el automovilismo es exitoso desde el inicio del deporte en la Argentina desde Lo Valvo, primer ganador en el TC, José Froilán González, primer ganador con Ferrari en la F1. Pairetti, el Loco Di Palma. Hay un contagio por esa clase de ídolos y héroes porque no eran pilotos, algo que somos ahora. Antes eran héroes porque corrían sin medidas de seguridad y estaban locos, en el buen sentido.
-¿Qué mensaje le darías a un chico que recién está empezando?
-Que nada es imposible en la vida. De ser campeón de TC a participar en la IndyCar era imposible. Pero siempre digo que se necesitan tres cosas: mucha pasión, sacrificio y disciplina; todo es posible. Obvio que nada es gratis y no hace falta ser piloto de autos. Todo puede pasar. Me pasó en carne propia y cuando parecía que todo era imposible, en mi caso seguí, me enfoqué en mis objetivos y tuve oportunidades y situaciones que jamás me hubiese imaginado.
Seguir leyendo: