Kevin Benavides tiene un instinto asesino arriba de la moto. Su espíritu en la competición es dar el 110 por ciento (o más), y esa forma agresiva de manejo, sumados a su talento, le valieron hacer historia y ser el único argentino en ganar el Rally Dakar en motos, consagraciones que fueron en 2021, con Honda, y en 2023, ya en su etapa en KTM, marca con la que sigue ligado. Sin embargo, esa esencia combativa la debió dejar de lado en esta edición de la carrera más dura del mundo debido a que no está bien de su brazo izquierdo, fracturado en mayo en un accidente sufrido en un entrenamiento.
Confirmó su presencia sobre la hora luego de una prueba que le hicieron sobre una moto a principios de diciembre. El salteño, que cumplirá 36 años este jueves, siente que ya ganó al poder largar la carrera. Pero no puede dar todo debido a las limitaciones para evitar sentir dolor. Su carrera no termina una vez que se baja de su 450 del equipo oficial austriaco. Se trata de una historia de resiliencia de alguien que sufrió 25 fracturas a lo largo de su campaña entre caídas y accidentes.
Las heridas en su brazo izquierdo, cerca de la muñeca, dan cuenta de un guerrero que nunca baja la guardia. Ahora más que nunca en su carrera se apoya en su psicólogo, Gustavo Ruiz, el mismo que trabaja con Franco Colapinto. Son charlas en las que busca el apoyo para no colgar el casco en la presente edición en la que llegó a admitir que pensó en abandonar.
Su 27ª colocación en la clasificación es lo de menos. Hoy el salteño busca terminar la competencia, algo que sería un mérito enorme considerando su panorama, y ayudar a su hermano menor, Luciano, quien es sexto en la nómina total.
“Fueron 947 kilómetros. Lo único bueno, el 47″, bromeó en alusión a su número, en una rueda de prensa que brindó este lunes al llegar al campamento en Bisha, de la que participó Infobae. “Fue muy largo y ayer llegué a hacer 600 kilómetros. Hubo muchas dunas y blandas, me quedé un par de veces y tuve que empujar para sacar la moto. Para mí, con la condición física que tengo, fue una etapa exigente y mental”, relató. “Todo el tiempo me iba a hablando y empujando. Porque muchas veces pensé en dejar ahí nomás. Pero empujé y logré llegar. Me decía a mí mismo ‘bueno, quedan 100 kilómetros’ y así cada vez que cumplía ese tramo”, reconoció.
“Resultado en cuanto a tiempo no me interesa, solo quiero llegar bien. Tengo la velocidad mental para conseguir un buen resultado, pero ahora el físico no me acompaña porque al brazo todavía le queda mucha recuperación, pero se la viene aguantando y eso es lo bueno. Me gustaría estar ahí arriba peleando. Mi objetivo es poder terminar la carrera”, subrayó.
En esas charlas a sí mismo, Kevin reconoce que se preguntó “un millón de veces ¿qué carajo hago acá?’ Pero me dieron el don de la resiliencia. Aunque estaba muy cansado y sinceramente pensé muchas veces ‘qué hacía ahí’, quería seguir adelante. Algo en mí me decía ‘adelante, adelante’. Obviamente no miro el resultado porque si lo miro no es lo que a mí me gusta. Pero este es un Dakar contra mí y esa es la batalla que tengo ahora”.
No obstante, sabe que está haciendo más de lo que se podía esperar. Su objetivo inicial cuando volvió a pisar suelo saudita, tierra que recibe el evento desde 2020, era poder largar y eso es algo que lo “pone muy feliz, todo anduvo bien y pude terminar. Esta doble etapa fue muy física porque de las dunas fuimos a ‘ríos’ de piedras que fueron muy técnicos”.
A pesar de todo, reconoció que disfrutó el campamento, uno de los seis que hubo en medio del desierto y donde los pilotos de las diversas categorías se fueron ubicando según fueron llegando. “Estuvo muy divertido y una experiencia linda mirando las estrellas”, reveló y agregó que “en carrera voy tratando de divertirme”.
Admitió que en esta carrera no puede poner un plus como pasó, por ejemplo, en la definición de 2023 en la que la última etapa le ganó por 43 segundos a Toby Price y pudo quedarse con el triunfo luego de ir a fondo y jugársela en una definición dramática. Fue el día de su frase “champagne o suero”, que es muy usada en el deporte motor y que quiere decir que en la máxima exigencia un piloto puede conseguir la victoria o terminar en el hospital ante un accidente. “Realmente estoy haciendo más de lo que debería. Si hago algo muy fuerte, puedo dañarme”, confesó. “Llevando este ritmo para mí psicológicamente no es fácil porque no estoy acostumbrado. No es nada bonito que te pase”, resaltó. Por último, destacó que “ya largar fue una victoria y llegar a la meta no puedo imaginármelo”.
Como dice Kevin Benavides, él ya ganó porque dio otro ejemplo de templanza a la hora de poder conseguir un objetivo deportivo. No es el marco que le gustaría y a diario trabaja esa impotencia por no poder dar el máximo. Es una lucha interna que lo acompañará hasta el final. Su historia durante este Rally Dakar pasa por mantenerse en carrera y hasta ahora lo viene consiguiendo. Algo sabe de ello, ya que el salteño se cayó y levantó muchas veces.