En el césped impecable del Estadio José Alvalade, la hinchada del Sporting de Lisboa se arremolina con cánticos que parecen sacudir las gradas. Es una noche de campeonato, y todas las miradas están puestas en Viktor Gyökeres, el delantero sueco que lleva el número 9 en la espalda y un futuro prometedor en los pies. A sus 26 años, se ha convertido en la joya más codiciada de Portugal y, al mismo tiempo, en el objeto de deseo de varios clubes de la Premier League.
Con cada sprint, Gyökeres evoca una mezcla de potencia y técnica, un perfil que no pasa desapercibido en la élite europea. Desde que llegó al Sporting en el verano de 2023, en un traspaso cercano a los 24 millones de euros, su impacto fue inmediato. 62 goles y 17 asistencias en 2024 lo pusieron en el radar de equipos como el Manchester United y el West Ham.
El Sporting, sin embargo, no tiene intención de soltarlo. En Alvalade, Gyökeres no solo es un goleador; es la figura que le devolvió la esperanza al equipo. Con un contrato que lo ata hasta 2028 y una cláusula de rescisión de 80 millones de euros (USD 83 millones), los directivos del club portugués saben que tienen un diamante entre manos.
La conexión del sueco con sus compañeros es evidente en cada pase y celebración. Pedro Gonçalves, estrella del equipo, lo define como “el motor del ataque”, mientras que los fanáticos, con bufandas verdes al viento, ya lo bautizaron como el “vikingo lisboeta”.
Mientras tanto, desde Inglaterra, los clubes siguen al acecho, con la promesa de convertirlo en una de las próximas estrellas de la liga más competitiva del mundo. Pero en Lisboa, la historia de Gyökeres aún tiene capítulos por escribir. Y eso que su camino al estrellato no fue precisamente sencillo...
Las raíces de un goleador
En las afueras de Estocolmo, el barrio de Bromma es un mosaico de casas ordenadas, calles tranquilas y campos de fútbol llenos de vida. Fue aquí, entre tardes frías y balones desgastados, donde Viktor Gyökeres comenzó a dar sus primeros pasos hacia la cima del deporte. Era un niño delgado y ágil, pero lo que llamaba la atención no era su físico, sino su inusual capacidad para prever el juego, como si pudiera leer los movimientos de sus rivales antes de que ellos mismos los imaginaran.
El apellido Gyökeres delata su herencia húngara. Su abuelo emigró desde Hungría a Suecia en busca de una vida mejor, llevando consigo tradiciones y una pasión innata por el deporte. Viktor, criado entre culturas, heredó ese espíritu competitivo, pero fue el fútbol sueco el que moldeó sus primeros pasos. “Siempre quiso estar en movimiento, era incansable. A veces ni podíamos sacarlo del campo”, recuerda uno de sus primeros entrenadores en el IF Brommapojkarna, un club reconocido por su sólida academia de jóvenes talentos.
En Brommapojkarna, Gyökeres se destacó rápidamente, liderando equipos juveniles y marcando goles con una facilidad que desconcertaba a los defensores. Su versatilidad lo hacía único: podía jugar como extremo, delantero centro o incluso como mediapunta. “No importaba dónde lo pusieras, él hacía la diferencia”, dijo un compañero de aquellos años. Esa polivalencia fue clave para que, a los 17 años, debutara en el primer equipo, enfrentándose a rivales mucho mayores y más experimentados.
La liga sueca, modesta pero competitiva, fue el escaparate que necesitaba. En 2017, mientras aún brillaba en el Brommapojkarna, marcó 13 goles en 29 partidos, lo que despertó el interés de varios clubes europeos. Pero su ascenso no solo se dio en los clubes; también en la selección juvenil de Suecia, donde dejó su huella en campeonatos internacionales. En esos torneos, fue observado de cerca por ojeadores que ya lo veían como una promesa con potencial para las grandes ligas.
El día que Viktor supo que el Brighton & Hove Albion, un equipo de la Premier League, quería ficharlo, la noticia llegó como un relámpago. Suecia siempre había sido su hogar, pero el joven entendió que debía salir de su zona de confort. “Sabía que era el momento de arriesgarme”, declaró en una entrevista años después. Así, con solo 19 años, dejó atrás la familiaridad de Estocolmo para enfrentarse a un mundo completamente nuevo.
Pero los sueños nunca vienen sin desafíos.
Cuando Viktor Gyökeres aterrizó en Inglaterra en 2018, la niebla característica del sur envolvía el aeropuerto de Gatwick. Llevaba consigo más sueños que certezas. El Brighton & Hove Albion, recién ascendido a la Premier League, apostaba por él como un proyecto a largo plazo. Sin embargo, ese primer contacto con el fútbol inglés no sería tan brillante como esperaba.
“Llegar aquí es un gran paso para mi carrera. Estoy listo para trabajar duro y adaptarme”, dijo Viktor en su presentación oficial, con un inglés aún titubeante pero cargado de determinación. La afición local, acostumbrada a ver cómo jóvenes promesas luchaban por destacar, lo recibió con escepticismo. La realidad era clara: la Premier no perdonaba errores, y los minutos en cancha no llegarían fácilmente para el delantero sueco.
En sus primeras semanas, Gyökeres sintió el vértigo del cambio. La velocidad y el rigor físico de los entrenamientos superaban todo lo que había conocido en Suecia. Los días en el centro de entrenamiento de Lancing se convertían en una rutina agotadora de gimnasio, trabajo táctico y adaptación lingüística.
Los obstáculos no tardaron en llegar. Durante la temporada 2018-19, Viktor fue relegado al equipo Sub 23, donde marcó algunos goles pero no logró capturar del todo la atención del cuerpo técnico principal. El golpe más duro fue su debut en la Premier League, que llegó mucho más tarde de lo esperado, y solo como un breve destello. En enero de 2019, Gyökeres entró como suplente en un partido contra el Everton, cuando el marcador ya estaba definido. Fueron apenas minutos, un tiempo insuficiente para mostrar su valía. Después, regresó a la sombra.
Ese período en Brighton se convirtió en una lección de humildad. “A veces entrenaba con el primer equipo, pero sentía que estaba lejos de ser una opción real”, confesó. Lejos de desanimarse, Viktor aceptó una cesión al St. Pauli, un club de la segunda división alemana. Allí, aunque sumó experiencia, tampoco alcanzó su mejor versión. La frustración era evidente: Gyökeres sabía que podía dar más, pero aún no encontraba el escenario adecuado.
El cambio llegó en 2021, cuando el Coventry City, un equipo de la Championship, confió en él. Por primera vez, Viktor sintió que un club estaba dispuesto a apostar en serio por su talento.
El delantero sueco, tras temporadas de altibajos y cesiones fallidas, llegó con una mochila cargada de dudas. Sin embargo, fue en este modesto club, lejos de los focos de la Premier, donde encontró el espacio para redefinir su carrera.
“Sabíamos que tenía talento, pero también que necesitaba confianza y continuidad”, explicó Mark Robins, entrenador del Coventry, quien vio en Gyökeres más que estadísticas irregulares: un diamante en bruto dispuesto a brillar.
Los primeros meses no fueron sencillos. Necesitó adaptarse rápidamente al estilo físico y frenético de la Championship, una liga donde cada balón es disputado con intensidad. Aunque su debut fue prometedor, marcando su primer gol contra el Sheffield Wednesday, los números iniciales no impresionaban: cuatro tantos en 21 apariciones en la temporada 2020-21. Sin embargo, en su caso, el impacto fue más profundo que lo que reflejaba el marcador. Gyökeres comenzó a ser el punto de apoyo en el ataque, un jugador que no solo definía, sino que también creaba oportunidades para sus compañeros.
Fue en la temporada 2021-22 cuando todo encajó. Con una pretemporada completa bajo la dirección de Robins, Viktor mostró un salto cualitativo en su juego. Su capacidad para manejar el balón bajo presión, su agilidad en espacios reducidos y su implacable remate lo convirtieron en uno de los delanteros más temidos de la liga. Aquella temporada, Gyökeres anotó 17 goles en 45 partidos.
El estilo de juego del atacante evolucionó en esta etapa. Su figura imponente y su habilidad para recibir balones largos lo convirtieron en un “target man” clásico, pero con un toque moderno: sabía salir del área, asociarse y abrir espacios. Los analistas comenzaron a destacar su inteligencia táctica, una cualidad que lo hacía sobresalir en un torneo plagado de jugadores físicos pero menos cerebrales.
La temporada 2022-23 fue aún más espectacular. Con 21 goles y 10 asistencias, Gyökeres no solo llevó al Coventry a luchar por los puestos de ascenso, sino que atrajo la atención de clubes de mayor renombre. El sueco terminó como uno de los máximos goleadores de la liga, y su contribución le valió un puesto en el equipo ideal de la Championship.
Pero detrás de esos éxitos había un hambre que trascendía lo deportivo. Viktor tenía algo que demostrar: que su paso por Brighton no definía su techo, que podía estar entre los mejores. Y en Coventry lo logró. Comenzó a ser ofrecido a otras instituciones, como el Leeds United, pero las dudas que había sembrado en sus inicio es en la Premier todavía sobrevolaban.
“No quise pagar 14 millones de euros por él. Casos como el de Gyökeres son las gratas sorpresas que ofrece el fútbol, esas cosas que no podemos predecir”, confesó Víctor Orta, actual director deportivo del Sevilla, quien cumplía dicha función en el elenco británico.
En el verano de 2023, el mercado de fichajes estalló con una noticia que pocos esperaban: el Sporting de Lisboa, uno de los clubes más grandes de Portugal, lo fichó por la suma de 24 millones de euros, convirtiéndolo en la adquisición más cara en la historia del club. Para el delantero sueco, este traspaso representaba algo más que un cambio de aires: era el paso definitivo hacia el fútbol de élite europea.
“Desde que lo vimos jugar en la Championship, supimos que podía marcar la diferencia en nuestro equipo”, declaró Rúben Amorim, entrenador del Sporting, quien insistió personalmente en su fichaje. La apuesta era arriesgada, pero el club lisboeta confiaba en que Gyökeres se convertiría en el eje de su ataque.
El impacto fue inmediato. En su debut, Viktor anotó un gol crucial contra el Braga, dejando claro que estaba listo para asumir el peso de las expectativas. A diferencia de sus primeros días en Inglaterra, en Lisboa encontró un sistema diseñado para potenciar sus habilidades. Amorim lo colocó como punta en un esquema que le permitía explotar su velocidad, fuerza y capacidad para proteger el balón de espaldas al arco.
En el Estadio José Alvalade, la conexión de Viktor con jugadores como Pedro Gonçalves y Francisco Trincão fue instantánea. Juntos formaron un tridente ofensivo dinámico, capaz de desarmar cualquier defensa. El éxito no solo se limitó a la liga doméstica. En la Champions League, el sueco fue decisivo en partidos clave -lleva cinco conquistas-, mostrando una madurez que dejó atrás cualquier duda sobre su capacidad de rendir en los escenarios más exigentes.
Pero el éxito llamó la atención de otros gigantes. Desde Inglaterra, equipos como el West Ham y el Manchester United comenzaron a seguir de cerca su progreso. De pulular en el Ascenso de Europa como moneda de cambio a estar en el foco del mercado de pases que acaba de comenzar.