El recuerdo de una Navidad inolvidable de Gabriela Sabatini, cuando logró el título que dio inicio a su brillante carrera

Hace 40 años, Gaby ganaba el Orange Bowl y comenzaba un ciclo que quedó marcado en la historia

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Con apenas 14 años, Sabatini
Con apenas 14 años, Sabatini logró el Orange Bowl en diciembre de 1984

“El Orange Bowl era uno de los torneos más importantes del circuito juniors junto con los Grand Slam. También, el último campeonato importante de la categoría del año. Recuerdo que se disputaba en el Flamingo Park, en Miami Beach, y era especial jugarlo para mí por varios motivos. El primero, porque Miami era la ciudad donde hacía base, ya que mi entrenador de ese momento, vivía allí. El otro, porque me consagraba como número 1 del mundo y mi motivación era enorme”. Pasaron 40 años y las palabras de Gabriela Sabatini para Infobae, suenan tan frescas como si estas cuatro décadas fueran un suspiro. Aquel Orange Bowl, definido el día de la Navidad del ‘84, le dio a Gaby la justa coronación como la mejor juvenil de la temporada. Con un detalle fantástico: le daba cuatro años de ventaja a sus rivales, porque apenas tenía 14 y la categoría era hasta 18…

El encanto de Gabriela. El que llevó por siempre, a donde fuese, y sigue manteniendo hasta hoy. Esa magia que germinó en el viejo frontón de River Plate, guiada por la mano sapiente de Palito Fidalgo, que fue moldeando sus golpes, cual orfebre millonario. Se empezó a hablar de esa chica que, con una facilidad única, imantaba la pelota cada vez que salía de las cuerdas de esa raqueta de madera, que pesaba más que ella.

Los sueños que iban y venían en cada impacto contra el paredón del club de Núñez, se empezaron a hacer realidad con los primeros torneos Nacionales y Metropolitanos. El asombro en los rostros de esos hombres y mujeres, acostumbrados a ver tenis los fines de semana, era una prueba elocuente. Lo mismo que los chicos, de su edad, que se aferraban a esos alambrados de pinturas olvidadas para verla. Se animó, con solo 13 años, a disputar sus primeros torneos en mayores, jugándole de igual a igual a las mejores profesionales del país. Allí fue el momento de afrontar la gira junior, que comenzó con la temporada ‘84.

La emoción de la familia
La emoción de la familia al recibir a Gaby en Ezeiza

No fue una decisión fácil, porque había que partir sin la familia. Estaba la ayuda de su entrenador, el chileno Patricio Apey y la contención de Mercedes Paz, su compañera dentro y fuera de la cancha, que evocó aquellos momentos en la charla con este medio: “Ese Orange Bowl era el último torneo junior en la carrera de Gaby. Arrasó de principio a fin y ya era una sensación mundial, porque venía de ganar los campeonatos más importantes de la categoría. Fue un año muy lindo para ella, porque fue de transición, hasta del punto de vista estético. Salió de Argentina a principios de año, todavía con su look de sus colitas en el pelo y lo cambió por el de una bandana. Era muy tímida. Tenía 13 años y yo 17. Arrancamos la gira solas, primero por Sudamérica y luego fuimos a Sudáfrica. El paso siguiente era ir a Europa, con la idea de encontrarnos allí con Patricio Apey. A él se le complicaron las cosas y terminó arribando un mes después. En lugar de llegar a Niza, lo hizo en Alessandria, por lo que disputamos cuatro torneos completamente solas. La gira fue súper exitosa: de los ocho campeonatos, seis los ganó Gaby y yo los dos restantes”.

Es sencillo imaginar el desafío que habrá sido para esas dos chicas estar solas en Europa, viajando y compitiendo, pero sin tener alguien mayor cercano como guía y ayuda. Un periplo que dejó varias anécdotas, como nos rememoró Mercedes: “En el medio de esa gira nos encontramos con varios periodistas argentinos especializados en tenis, a quienes conocíamos. Fue una gran sorpresa y alegría verlos allí. Recuerdo que el día de la final en Santa Croce, detectamos que estaban Guillermo Salatino, por entonces en Radio Mitre y Luis Hernández, que trabajaba en la revista El Gráfico. También dijo presente Juan José Moro. Fueron un apoyo importante, porque muchas veces surgían problemas, como el día que hubo una huelga de trenes, por lo que, en lugar de llegar a Niza, que era nuestro primer torneo, a las 6 de la tarde, lo hicimos a las 3 de la madrugada. Dormimos en un hotel carísimo, me robaron el cinturón donde llevaba la plata y Gaby tenía una infección de oídos. No faltó nada (risas). No había celulares y las comunicaciones eran muy espaciadas, breves y con cobro revertido. En esa época, cuando le hacían entrevistas a Gabriela, solo respondía con monosílabos por su timidez y yo era como la traductora (risas). Eran momentos maravillosos, donde las dos íbamos detrás del mismo sueño que era intentar convertirnos en tenistas profesionales”.

Los medios se hacían eco
Los medios se hacían eco del momento de Sabatini

Fue una temporada extraordinaria para Sabatini, donde la admiración que había despertado en Argentina, trascendió las fronteras. Los seis títulos fueron: Niza, Montecarlo, Santa Croce, Milan, Verona y Roland Garros. Este último, por supuesto, el más importante y el que la hizo ganar la tapa de los diarios, las revistas y que su cara también se hiciese conocida en la televisión. Para ello debía vencer a su timidez, más difícil que cualquiera de las rivales que se le ponían enfrente. Esa calidez y humildad que le brotaban con absoluta naturalidad, la hicieron inmediatamente la preferida de la gente.

Comenzó a incursionar en el circuito profesional, con resultados más que aceptables. A fin de año tenía que afrontar el último torneo juvenil de su carrera, que la consagraría, con total justicia, como la mejor de ese ‘84 en la categoría. La cita era del Orange Bowl era en el Flamingo Park de Miami. Comenzó el lunes 17 de diciembre y la delegación nacional, además de Sabatini y Paz, tuvo a otros integrantes que tendrían destacada actuación en profesionales, como Javier Frana, Christian Miniussi, Guillermo Pérez Roldán, Franco Davín, Mariana Pérez Roldán y Patricia Tarabini.

El Gráfico la eligió como
El Gráfico la eligió como la deportista más destacada de 1984

Gabriela fue preclasificada número 1 en su categoría y arrancó el camino con un concluyente 6-2 y 6-0 ante la francesa Sylvie Flerian el martes 18 y al día siguiente, se impuso con score casi calcado frente a la finlandesa Anne Allonen: 6-0 y 6-1. Las diferencias que se analizaban en la previa entre ella y la gran mayoría de sus rivales, quedaban evidenciadas en la cancha, donde arrasaba y ganaba en poco más de una hora.

Tanto en tercera ronda, como en los cuartos de final, perdió apenas un game en cada encuentro, superando por 6-0 y 6-1 a sus contrincantes, la italiana Laura Golarsa y la estadounidense Shawn Foltz, respectivamente. En la semifinal la esperaba Niege Días de Brasil. Uno puede suponer que esa instancia trae aparejados los nervios lógicos para una chica de apenas 14 años. Nada de eso le ocurrió a Sabatini, que, en una demostración brillante, se clasificó para el partido decisivo, sin ceder ni un juego y en solo 38 minutos.

En la semifinal aplastó a
En la semifinal aplastó a la brasileña Niege Días

Estaba latente una ilusión. Que el título fuese dirimido entre dos argentinas, ya que, tras el brillante triunfo de Gaby, ingresó a la cancha Mercedes Paz para enfrentar a la búlgara Katerina Maleeva. La lluvia suspendió el match cuando estaban sets iguales. En la reanudación, la europea mantuvo la solidez y avanzó a la final.

Sabatini había tenido un paso deslumbrante, avalado por el juego y por los números. No solo se quedó con todos los sets que disputó, sino que solo cedió cinco games, con un promedio de uno por partido. Una maravilla. La final podía deparar otro escenario, con la natural ansiedad, pero Gaby ya estaba acostumbrada, por todos los éxitos cosechados. En una hora y un minuto, con el score 6-1 y 6-3 se consagró campeona y así nos lo evocó: “La conocía muy bien a Katerina Maleeva, ya que nos habíamos enfrentado en la final de Roland Garros. La final del Orange Bowl la gané con gran solidez y un muy buen resultado. Creo que fue uno de los mejores partidos que disputé en aquel año ‘84″.

La conquista no terminó allí, porque también alzó el trofeo de dobles en dupla con Mercedes Paz, que recordó aquellos momentos: “No había demasiada concurrencia de gente, porque se disputaba en un lugar público. Para nosotras tenía una importancia tremenda por lo que representaba ese certamen en la historia. Ganó de manera concluyente la final de singles contra Maleeva y juntas nos quedamos con el título de dobles. Para mí fue clave porque siempre tuve como un objetivo poder ganar en el Orange Bowl. Los festejos fueron en Key Biscayne, en una casa de familia, compartiéndolo con varios argentinos. Gaby concluyó su temporada, pero yo seguí para un último torneo, donde también participaron Javier Frana y Christian Miniussi, que gané en Nueva York”.

Una de las últimas apariciones
Una de las últimas apariciones públicas de Gaby. Fue en la despedida de Juan Martín del Potro. En la foto, junto a la Torre de Tandil y Novak Djokovic (Foto Luis Robayo/ AFP)

La etapa de juniors ya era un dulce recuerdo para Gabriela. El primer eslabón de una cadena maravillosa, que comenzó a desandar en mayores a partir de la temporada siguiente, donde siguió asombrando, al alcanzar, por ejemplo, las semifinales de Roland Garros, con 15 años recién cumplidos

El resto es historia conocida. Una carrera brillante, peleando durante 10 años entre las cinco primeras del mundo, con un detalle que siempre debe tenerse en cuenta para el análisis: aquellos fueron, quizás, los mejores momentos en la historia del tenis femenino. Gabriela compitió con dos leyendas en plena vigencia como Martina Navratilova y Chris Evert, más otros dos fenómenos generacionales a ella: Steffi Graf y Mónica Seles. Gaby les ganó a todas y estuvo a un paso de ser la número 1 del mundo. La liviandad con la que suelen opinar algunos argentinos, con un exitismo sin sustento, hacían de algunas derrotas una crítica permanente, sin tener en cuenta ese contexto, como le había ocurrido a otro gigante como Carlos Alberto Reutemann. La grandeza de Sabatini no les dio lugar.

Y por eso sigue siendo inmenso su recuerdo y legado en cualquier lugar del planeta. Su humildad y don de buena gente, la distinguen a cada paso. Ahora, como hace cuarenta años, cuando esa chica tímida deslumbró al mundo entero.

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