Cada paso de Faustino Oro -el niño prodigio del ajedrez- por los diferentes puntos geográficos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) sigue convocando multitudes; su figura, de algo más de un metro y medio, la sonrisa sempiterna y una mirada pícara que deslumbra fue el epicentro de una nueva jornada de festejos que se llevaron a cabo en la tarde del lunes, en el Club Atlético Vélez Sársfield.
Desde su llegada a Buenos Aires, el pasado 7 de noviembre, Faustino Oro, de 11 años, se ha convertido en la estrella más mediática del ajedrez argentino con muestras de reconocimiento y cariño por los barrios porteños de Recoleta, Almagro y Parque de los Patricios. Ahora fue el turno de Liniers.
Es que cuando aún no se había apagado la alegría futbolera tras la conquista del certamen de la Liga, el último domingo en el estadio de El Fortín, más de 200 personas, entre niños y adultos, se dieron cita al tributo que el Departamento de Cultura del Club Vélez Sarsfield, a cargo de Paula González Haag, le preparó a la joven estrella del mundo de los escaques y los trebejos.
Decenas de niños y niñas, que integran el Plan de Ajedrez Escolar en CABA, junto a otros tantos socios y miembros del “semillero” del club se acercaron hasta el salón de “Los Espejos” en el Complejo Polideportivo que la entidad tiene sobre la Avenida Juan B. Justo al 8900, para participar de una charla junto al nuevo crack del ajedrez, y más tarde ser parte de una exhibición simultánea que Faustino Oro realizó frente a 35 rivales.
A las 18.30, Faustino o Chessi (como lo bautizó Kasparov) acompañado por el profesor de ajedrez del Vélez, el maestro Martín Bitelmajer, hizo su presentación contándole al público de qué manera comenzó su vínculo con el ajedrez hace apenas 4 años y un puñado de meses. Desde la platea, su familia, los abuelos paternos, Luis Oro y Elda Nuñez (ambos ajedrecistas, él representó al Club Vélez Sarsfield en los torneos de ajedrez de la Copa AFA, y ella participó en varios campeonatos nacionales femeninos), junto a papá Alejandro y mamá Romina, seguían atentamente sus palabras.
El pequeño Fausti -como lo llaman sus amigos-, recordó sus comienzos en el juego en tiempos de la pandemia del Covid19, de las dificultades que atravesó en las primeras semanas donde sólo bajaba de ranking (jugaba ajedrez por Internet, en los clubes Chess.com y Lichess) como consecuencia de reiteradas derrotas. “Pero no sé qué pasó, un día mi cabeza empezó a funcionar de otra manera. Comprendí más rápido las cosas y empecé a ganar (risas). Lo mejor era que mi papá me había prometido un helado por cada 100 puntos que subiera en el ranking, ¡y yo ganaba 100 puntos por semanas!”, dijo.
Más adelante, Faustino, que en junio último alcanzó la plusmarca mundial al convertirse en el maestro internacional más joven del historial de este juego, a los 10 años, 8 meses y 16 días, recordó entre sus mejores momentos con el ajedrez, su victoria ante el mejor ajedrecista del mundo, el noruego Magnus Carlsen, y también ante el N°1 de la modalidad blitz (partidas a 3 minutos), el norteamericano Hikaru Nakamura. Añoró sus recuerdos con el fútbol cuando era alumno de la escuela San José de Calasanz, y contó también sobre su fuerte contracción al trabajo. “Y…, más o menos estudio entre 6 y 7 horas por día”, incluyendo las clases con los profesores y sus “recreos” jugando partidas rápidas por Internet.
Luego fue el turno de las preguntas. Los niños y adultos que se acercaron al Polideportivo en Liniers, querían saber cosas de Faustino: ¿Qué le aconsejas a un chico para que juegue al ajedrez?, ¿Cuál es tu apertura favorita?, ¿Después del peón que conviene jugar, el caballo o el alfil?, ¿Cuántos países conoces y cuál te gustó más?, ¿Cuál fue tu partida más difícil?, ¿Lo máximo fue ganarle a Carlsen?, y así casi indefinidamente se extendía el cuestionario. Acaso, lo más sabroso fue escuchar de boca del propio Faustino los motivos que le ayudaron a llegar tan alto al ajedrez.
“El talento es importante”, dijo Faustino, tal vez en el momento más serio que tuvo en la tarde. Y agregó: “Pero para jugar al ajedrez con eso sólo no alcanza. Hay que estudiar y trabajar mucho. Con talento y esfuerzo se puede llegar”. Un cerrado aplauso le puso punto final a la presentación.
Enseguida, se distribuyeron los 35 rivales que en modo de círculo esperarían su turno de jugar tras cada movimiento de Faustino que condujo en todos los tableros las piezas blancas.
Durante algo más de 3 horas, el pequeño Faustino fue desparramando asombros y curiosidades entre los presentes; a la velocidad de un rayo iba ejecutando movimientos tras movimientos. Es verdad, que sus rivales no eran jugadores avezados, pero enfrentarse a 35 jugadores a la vez es una tarea compleja y mucho más para un niño de 11 años.
Sólo hubo una interrupción de la exhibición cuando ingresó al salón una comitiva de dirigentes del ajedrez local e internacional: Dana Reizniece Ozola, directora ejecutiva de FIDE; Jerry Nash, presidente de la comisión de ajedrez escolar FIDE; Willi Iclicki, presidente del comité historia de la FIDE; y Mauricio Arias, presidente de la comisión de ajedrez educativo de FIDE América. Junto a ellos estuvieron, Alejandro Sass, presidente de la FADA, y el Ing. Mario Petrucci, director ejecutivo de la FADA.
Dado que la ciudad de Buenos Aires fue elegida entre una de los ocho capitales del mundo donde se realizan actos en homenaje al centenario de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, fundada en París en 1924), el martes, a partir de las 11, se celebrará una simultánea gigante frente al obelisco porteño.
La anfitriona, la Sra. Paula González Haag, del Departamento de Cultura de Vélez aprovechó la ocasión para regalarle a Faustino Oro, socio de la entidad, una camiseta de fútbol del club de Liniers.
Tras las fotos de rigor, Faustino volvió raudamente a los tableros, y pasadas las 22 horas ya había terminado todas las partidas. El resultado es anecdótico. Ganar 35 a 0 no era lo importante, ya que cada uno de sus rivales, niño o niña disfrutó del encuentro con Fausti, del apretón de manos al comienzo y al final de cada partida, de cada autógrafo, foto e incluso algunos pusieron sus teléfonos en modo video para filmar toda la partida.
Así pasó otra tarde de Faustimanía, generando un fervor único por el ajedrez como hacía muchos años que en Buenos Aires no se vivía.