El pasado 20 de julio, la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, según el acrónimo francés) celebró el primer centenario de su creación con un acto conmemorativo en París; allí su dirigencia dispuso que los festejos se extenderían a lo largo del año, en sólo ocho puntos del planeta, con el reconocimiento temporal de cada sede como “capital mundial del ajedrez”. Los homenajes comenzaron en Nueva Delhi y continuaron por Dubái, Lausana, Marruecos, París, Toronto y Budapest. Ahora es el turno de Buenos Aires.
Por eso, hoy, en horas del mediodía porteño, en la Plaza de la República, frente al Obelisco, se llevó a cabo una actividad recreativa con el ajedrez, que incluyó una exhibición simultánea y una partida de “ajedrez gigante” que tuvo como principal protagonista al prodigio argentino, Faustino Oro, de 11 años.
A pleno rayo de sol, diferentes viandantes, niños, niñas, jóvenes y adultos se detenían frente a las mesas de juego dispuestas para la ocasión. El santo y seña “¿se puede jugar?” era el único requisito para desafiar a los expertos. La tarea de destreza quedó a cargo de la joven Anna Laura Scarsi, de 17 años, del Círculo de Ajedrez Villa del Parque, flamante maestra internacional tras la conquista de la medalla dorada en el Campeonato Sudamericano Sub 18 que se celebró en Montevideo, y del maestro cubano Carlos Rivero, presidente de la federación cubana de ajedrez y titular de la zona Caribe, Antillas y Centroamérica. Durante las tres horas que se extendió la muestra, Scarsi y Rivero desafiaron a decenas de rivales, dejándoles sus enseñas de cada defecto y virtud que manifestaron a lo largo de cada juego.
En tanto, varias de las máximas autoridades de la FIDE, que se encuentran en el país desde el último sábado completando una agenda cargada de actividades, aguardaban la llegada de la joven estrella del ajedrez argentino Faustino Oro para la disputa de una partida con piezas gigantes de ajedrez, emplazadas sobre una alfombra cuadriculada. Se trata de Dana Reizniece Ozola, directora ejecutiva; Jerry Nash, presidente de la comisión de ajedrez escolar; Willi Iclicki, presidente del comité historia; y Mauricio Arias, presidente de la comisión de ajedrez educativo de FIDE América,
La demora puso en apuros a los organizadores por lo que el ingeniero Mario Petrucci (Director Ejecutivo de FADA) y Héctor Fiori (secretario) pusieron en marcha la partida, como conductores de las piezas blancas, ante los representantes de FIDE: Willi Iclicki y Dana Reizniece Ozola. Ella, de 43 años, además de ostentar el cargo de gerente en el organismo rector, fue hasta hace muy poco ministra de Economía y de Finanzas de Letonia, además de haber alcanzado el título de gran maestra femenina de ajedrez. La lucha se presentaba despareja, y los visitantes se perfilaban como favoritos.
Desde la apertura del juego, las piezas negras tomaron la iniciativa y el desenlace parecía aproximarse. Pero… Pasadas las 12, el pequeño Faustino Oro llegó a la cita acompañado de sus padres, Alejandro y Romina. Su presencia despertó un revuelo, y la partida fue suspendida momentáneamente.
La imagen de Faustino, como un imán, atrajo la atención de los ocasionales peatones y de los niños que abandonaron sus partidas que estaban jugando junto a los expertos. Todos querían congelar el momento: “Una foto, por favor, ¿una selfie, puede ser? ¿Me firmarías un autógrafo?”. Incluso algunos padres, después de tener la foto de sus hijos con Fausti, le preguntaban si podía posar junto a ellos. Increíble.
Fue entonces cuando el ruego llegó de parte de los organizadores. “A ver, Faustino, si por favor podés salvar esto”. “Es imposible” dijo el chico con su habitual sonrisa, mientras analizaba a la velocidad de un rayo la distribución de las piezas. “Si sacás el caballo nos comen el peón y después el alfil. Si movés la torre, te queda en el aire la dama”. “Así no se puede”, repetía el pequeño crack, que poco a poco comenzó a pergeñar un plan, y ejecutó una movida.
Las perspectivas fueron cambiando y, a medida que Faustino o “Chessi” (como lo llamó Kasparov, tras lograr la plusmarca mundial del ajedrecista que a más temprana edad logró el título de maestro internacional en el historial del ajedrez) iba hilvanando ideas y jugadas las piezas blancas, comenzaron a desplazarse de manera armónica por todo el tablero. Ahora eran los visitantes los que demoraban en hacer sus jugadas, por eso Faustino, un niño hiperactivo, con una capacidad asombrosa para el ajedrez, no podía contenerse en la espera y, mientras sus rivales debatían cuál era la mejor continuación, él aprovechaba el tiempo jugando simultáneas ante quien se lo requería.
“¿Querés jugar con blancas o con negras?”, decía, y enseguida lanzaba una lluvia de movimientos hasta finalizar la partida. “¿Todavía no respondieron?”, le preguntó Faustino a Héctor Fiori, quien seguía de pie frente al ajedrez gigante esperando la respuesta del equipo de FIDE. “No, todavía están pensando”, le contestó. “Bueno, avisame, pero si juegan e5, nosotros tenemos que hacer dama G5. Es lo único que nos salva”, insistió el pequeño.
A las 13.30, Dana y Willi, los representantes de FIDE ofrecieron el empate, el que fue aceptado rápidamente. Luego llegó el momento de las felicitaciones, y otra vez la FIDE premió al niño argentino con una medalla por el centenario de la institución y también recibió de parte del presidente del Círculo de Ajedrez Torre Blanca, Leandro Plotinski, el premio Jorge Newbery como mejor ajedrecista de Buenos Aires, en las temporadas 2023 y 2024.
“Es un orgullo la consideración que la FIDE tiene con la Argentina, y con la ciudad de Buenos Aires en especial, dada su rica historia como organizadora de numerosos eventos, como las olimpíadas de 1939 y 1978, los Mundiales de mayores (1927 y 2005), los matches por el ciclo Candidatura entre Fischer y Petrosian, y de Korchnoi con Polugaievsky; el duelo Argentina-URSS, en 1954, e innumerables certámenes que contaron con la presencia de 14 campeones mundiales de esta actividad. Por todo esto armamos una agenda de programas que estarán acompañados por algunos integrantes de la Junta Directiva de la FIDE y de diversas personalidades del mundo del ajedrez”, le confió a Infobae el Ingeniero Mario Petrucci.
Vale recordar que el 20 de julio de 1924 fue aprobada el acta fundacional de la FIDE, con la presencia de 13 naciones de Europa y dos de América. Una de ellas fue Argentina, que estuvo representada por el maestro y periodista Roberto Grau.
En su paso por el país, los integrantes de FIDE visitaron el sábado el barrio 1-11-14 del Bajo Flores, donde participaron de una charla de ajedrez, y también de la entrega de premios a 200 alumnos, en la Fiesta Nacional del Ajedrez Escolar que se celebró en el Círculo de Villa Martelli. Visitaron los municipios de Tigre y Vicente López, y firmaron un acuerdo con el Secretario de Educación de la Nación, Carlos Torrendel.
Entre otras actividades, concurrieron a la Universidad Tres de Febrero y tuvieron un encuentro con el Ministro de Deportes, Daniel Scioli (conocido aficionado al ajedrez). La agenda de hoy martes continuó a las 16, con una visita y entrega de placa de parte de FIDE a Mario Moccia, presidente del Comité Olímpico Argentino por su incansable labor y el logro de haber incluido al ajedrez entre los deportes de ODESUR.
Por último, a fin de la tarde, la agenda marcaba las visitas al Centro Cultural San Martín (allí se disputó en 1971, la semifinal entre Fischer y Petrosian), y dos de las entidades emblemáticas de la actividad en esta ciudad: el Club Argentino de Ajedrez y el Círculo de Ajedrez Torre Blanca.
El historiador Raúl Molina en “Los juegos de trueque y de ajedrez” (1959), afirmó que el ajedrez se practicaba en Buenos Aires en el 1600, y que en la vivienda de un tal Simón de Valdez -Tesorero de la Real Hacienda en la ciudad de La Trinidad, la futura Buenos Aires-, fue donde se instaló la primera casa de juegos en la ciudad (ubicada en Alsina y Bolívar), y allí se jugaba a los naipes, dados, billar y ajedrez. Asimismo, y a raíz de un proceso judicial que terminó con la venta del inmueble, quedó registrado en el inventario que el comprador D. Pedro de Rojas y Luna legó, en 1667, al gobernador de Buenos Aires, Martínez de Salazar, “un tablero muy rico del juego de ajedrez, de damas y tablas reales”. No obstante, recién a partir de 1800, el ajedrez comenzó a formar parte del lenguaje de los argentinos y de un pequeño círculo de aficionados.
Acaso, en la pasión de Faustino y en el fervor de Borges están las claves de una unión, por la que transitan juntos desde hace más de 200 años: el ajedrez y Buenos Aires.