Ángel Di María es uno de los ídolo populares que más se extraña en la selección argentina. Campeón del mundo en Qatar 2022 y bicampeón de América en Brasil y Estados Unidos, el astro rosarino no puede ocultar su nostalgia cada vez que le preguntan sobre su pasado reciente. “Miro todo lo que sale en las redes, te llena de nostalgia. Ver no solo lo que vivíamos en Qatar, sino lo que pasaba en Argentina. Como lo vivía la gente, la ilusión que había. Nunca hablé ni me gusta hablar de los mundiales anteriores, pero esto que viví es algo inexplicable. Fue algo impresionante, son momentos inolvidables”, deslizó en una reciente entrevista en DSport.
El Fideo fue el autor de una de las conquistas más hermosas de la historia de la Copa del Mundo. Fue ante Francia, en el choque que decidió al campeón. “Cuando hice el gol explotó todo ese sentimiento que tenía, de agradecerle al Diego (Maradona) por estar siempre, sabía que mi familia estaba ahí... tenía tantas cosas dentro mío que fue como que explotó toda esa alegría”, subrayó en el programa Cómo te va de Marcelo Benedetto. Y agregó: “Ya llevo unos dos o tres años en los que disfruto más, en los que me voy sintiendo mucho mejor”.
“El día antes de la final fue horrible porque íbamos a entrenar y yo veía que no entraba, que había hecho línea de 5, la pelota parada también. Yo le decía a Leo (Messi) que no sabía si jugaba. Uno intentaba encontrar algo para agarrarse y veía que no. Igual entrené con ganas y con la mejor. Ese día previo fue de esa manera, viví cada segundo del entrenamiento viendo si podía agarrarme de algo para pensar que me iba a tocar, pero no había ninguna señal", detalló.
Y su relato continuó con el cierre que todos conocen: “Supe que iba a jugar en la charla antes de salir al estadio. Nadie sabía cómo jugábamos. Pensábamos que iba a haber línea de 5 porque era lo que se entrenaba. En la charla técnica dio el once, yo miré la pantalla y no me ví porque vi el lado derecho nada más. Después vi que no había línea de cinco y miré bien y yo estaba en el lado izquierdo. El primer objetivo estaba que era jugar, después veía cómo solucionaba el jugar por izquierda".
El atacante surgido de Rosario Central fue uno de los más apuntados cuando los resultados no se conseguían. Las tres finales perdidas ante Alemania (Brasil 2014) y Chile (2015 y 2016) marcaron los momentos más tristes de su estadía con la camiseta albiceleste. Incluso, también fue parte de las frustradas incursiones por Sudáfrica (2010) y Rusia (2018). “Cuando uno era más joven hacía las cosas más apurado, hoy disfruto más. Intento pasarla mucho mejor. Seguramente es pensando en lo poco que va quedando. Uno intenta disfrutar de otra manera. Estoy muy feliz porque al disfrutarlo las cosas dentro de la cancha salen solas”, analizó la figura del Benfica. Y completó: “Jamás pensé en cómo terminaría mi película. No importaba si perdía la Copa América, mi decisión ya estaba tomada”.
En este sentido, al demostrar permanentemente que todavía podría aportarle su talento a La Scaloneta, Di María reconoció que no se arrepiente de haber finalizado su ciclo con el combinado nacional: “Mi pensamiento siempre fue hasta acá. Veo que viene una nueva generación y es el momento de darles el espacio. Yo no quiero darle la presión de ponerme al entrenador, quiero que la Selección siga creciendo. Ya había logrado todo. Ya lo había dejado claro”.
Durante sus días en la Selección, Di María también valoró el tiempo compartido con Lionel Messi, el mejor futbolista de todos los tiempos. “El enano es fenomenal dentro y fuera de la cancha. Tuve esa posibilidad y se lo dije después de mi último partido en PSG: gracias por dejarme vivir todo esto con vos. Cuando se fue de Barcelona, con Lean (Paredes) le dijimos que venga a jugar con nosotros. Nunca se pudo dar que yo vaya al Barcelona, pero yo lo único que quería era vivirlo con él”, confesó. Y de inmediato agregó: “Tenerlo todos los días durante ese año era algo diferente. Era el broche de oro para mí”.
Con un sentimiento similar hacia Maradona, el Fideo también recordó su convivencia cuando Pelusa estaba al frente del combinado nacional. “Diego para mi es Dios, es como si fuera mi segundo papá. Me bancó en las peores, siempre creyó en mí. Estuvo ahí para darme un consejo, las anécdotas con él de cuando venía a la habitación a la noche y se me ponía a charlar. Antes de la final de la Copa América le pedí que me diera una mano, hice el gol y a partir de ahí lo tuve como si fuese un Dios. En la Finalissima y la final del mundo también lo hice. Me tuvo como un papá a un hijo, y le estoy agradecido hasta el día de hoy”, sentenció.
Finalmente, el extremo que brilla en Portugal reconoció que en su cabeza ya está planeando a qué se dedicará después de su retiro. Y no descartó asumir un nuevo rol como entrenador. “Lo estoy haciendo porque lleva sus años, uno lo quiere hacer bien. Después veré más adelante si en algún momento se me cruza por la cabeza querer ser entrenador. No sé si me gustaría o no, pero es lo más cercano que uno puede tener a ser jugador. Escuché muchos consejos, todo el mundo dice lo mismo. Cuando dejás sentís esa falta de adrenalina. Veré cuando lo mío termine”, concluyó.