Final de la Copa de la Liga. Final de la Copa Argentina. Campeón de la Liga Profesional. No es casualidad que Vélez haya ganado el campeonato que más premia la constancia. Mantener la regularidad implica tener días malos, jornadas en las que no sale lo planeado en partidos de eliminación directa o, simplemente, la pelota no quiere entrar. Un torneo largo permite tener traspíes, y recuperarse de ellos. Y vaya si los tuvo el Fortín con solo dos victorias en los últimos nueve partidos (seis empates), pero se levantó de una caída dolorosa ante Central Córdoba en Santa Fe para coronar el año de la mejor manera en una tarde-noche vibrante en el estadio José Amalfitani.
El día empezó desde temprano con la peregrinación de los hinchas rumbo al reducto. El anfitrión encaró este duelo con la necesidad de dejar atrás lo sucedido hacía pocas horas ante Central Córdoba en cancha de Unión y el público también lo entendió así porque nunca se escucharon reproches. Todo lo contrario. Les demostraron absoluta gratitud a sus jugadores ni bien pisaron el campo de juego para la entrada en calor.
Un rato antes de esa situación, los simpatizantes protagonizaron un momento llamativo con el árbitro del encuentro Facundo Tello. En medio de la tarea habitual de reconocimiento del campo de juego, se llegó a escuchar tímidamente el cántico “ole, ole, ole, ole, Tello, Tello...”. Un mimo al juez que venía de estar presente en la final de la Copa Libertadores ganada por Botafogo ante Atlético Mineiro en el Monumental.
La sensación de desahogo entre los hinchas locales habitaba en el aire. Y se expresaba en los cantos elegidos. Durante un lapso prolongado, el único que los levantaba de la butaca (o del escalón de la popular en su defecto) era “para ser campeón, hoy hay que ganar”. Recién en la antesala al comienzo del juego el repertorio cambió al clásico “dale Vé...”. A partir de la aparición de los futbolistas para realizar el precalentamiento, todos los presentes entonaron con fuerza “porque los jugadores, me van a demostrar que salen a ganar, que quieren salir campeón...”. Se vivió una fiesta muy emocionante entre los simpatizantes de un club que no salía campeón desde 2014 (Supercopa Argentina).
El imponente recibimiento para el Fortín estuvo acompañado de un marco muy alejado al del Clausura 2009. Las nubes y el granizo de aquel día fueron reemplazadas por una tarde calurosa, que a la sombra se mantenía fresca. Un marco ideal para que la pelota empiece a rodar. A 15 años de ese duelo, Vélez y Huracán se volvieron a encontrar en una última fecha para definir un título que los tenía a los dos como protagonistas.
El pitazo inicial de Facundo Tello abrió el telón de un encuentro con mucho en juego y un oído puesto en Córdoba para saber cómo iba el resultado de Talleres ante Newell’s, que terminó en victoria de los rosarinos por 3-1 en el Mario Alberto Kempes.
En los 90 minutos, aunque en especial durante la etapa inicial, hubo un jugador que se robó las miradas de la gente: Damián Fernández. El críado en las Inferiores de Vélez ingresó en lugar del suspendido Emanuel Mammana (llegó a las cinco amarillas en el último compromiso y debía cumplir una fecha de castigo) y demostró una seguridad envidiable para sus 23 años, hasta el punto de minimizar a un delantero experimentado como Ramón Wanchope Ábila. Inteligente, tiempista y goleador. A los 41 minutos del primer tiempo, el zaguero central selló el 2-0 (el primero fue de Claudio Aquino) para alcanzar su segundo gol en 55 partidos en la Primera División.
La tranquilidad del resultado sumado a las respuesta endebles del Globo en ofensiva y las buenas noticias que llegaban de Córdoba fueron ablandando a los hinchas. Después de tanto sufrir, la coronación empezó a asimilarse durante los últimos 45 minutos. Los cánticos elegidos para palpitar la consagración fueron “Vélez sos mi locura...”, “gracias por salir campeones” y “de Villa Luro salió el nuevo campeón...”.
A falta de pocos instantes para cumplirse el tiempo reglamentario, los suplentes se dejaron llevar por el clima y se prendieron en los festejos con pequeños saltitos en el lugar, mientras sus compañeros defendían lo conseguido a lo largo de 27 fechas. La culminación de la historia disparó un inmediato desahogo.
“Somos campeones”, se escuchó decir a viva voz a muchas de las personas que llegaron al Amalfitani para ver a un conjunto que peleó cada competición a lo largo del año, y tendrá la posibilidad de alzar un nuevo título ante Estudiantes en el Trofeo de Campeones (sábado 21 de diciembre), en lo que será una revancha de la final de la Copa de la Liga ganada por el Pincha.
Más adelante, en medio de la premiación hubo tiempo para dedicarle la conquista a algunos equipos grandes en tono de burla. “Esto es para Racing, para River y Boca. A todos los de Vélez nos chupan las pelotas”, cantaron en una frase que, de ese trío, le duele más a la Academia. El equipo de Gustavo Costas dejó escapar puntos importantes ante Estudiantes y Central Córdoba y no pudo pelear la Liga Profesional hasta el final después de alzarse con la Copa Sudamericana. Por otro lado, al Millonario y el Xeneize les dibujó una sonrisa lo sucedido en la cancha del Fortín, ya que les permitió clasificar a la fase de grupos y el Repechaje de la Copa Libertadores, respectivamente.
Tarda en llegar, y al final, hay recompensa. Vélez deslumbró a todos con su fútbol, llegó a su pico y decreció con el paso de las jornadas, pero sus inmediatos perseguidores también lo hicieron. El entrenador Gustavo Quinteros formó un plantel a imagen y semejanza. Por allá lejos quedó el día que su equipo perdió 5-0 ante River Plate en Núñez en el comienzo del año futbólístico. Pasaron los meses y armó de su conjunto un fortín que culminó el año con una actuación de campeón.