Oscar Exequiel Zeballos vive un presente inmejorable. Después de atravesar tres graves lesiones que cortaron su proyección como profesional y pusieron en jaque su carrera, hoy transita una actualidad de ensueño de la mano de Fernando Gago. El santiagueño de 22 años es una de las grandes apuestas del flamante DT y se ubica como uno de los pilares de cara al 2025. Para disfrutar del ahora, el Changuito tuvo que atravesar duros escollos y se refugió en su círculo íntimo para no despistarse.
Para Zeballos cada vez quedan más atrás las lesiones que lo tuvieron a maltraer cuando se asentaba en la primera de Boca Juniors. El chico de las juveniles de la Selección que firmó su primer contrato con el club en diciembre de 2018 y ya en 2020 realizó su primera pretemporada ya tenía varios partidos en el lomo cuando la desgracia tocó su puerta. El defensor de Agropecuario Milton Leyendeker le dio un patadón sin pelota que lo sacó de la cancha al minuto 6 en un duelo por Copa Argentina. Los estudios determinaron una fractura y lesión ligamentaria con compromiso en la tibia, peroné y tobillo derecho. Así, el revoltoso extremo que le había convertido nada menos que al Barcelona en la Maradona Cup disputada en Arabia Saudita hacía unos meses, se alejó del fútbol por tiempo indeterminado.
Su fuerza de voluntad y amor por el fútbol hicieron que los tiempos de rehabilitación se aceleraran. El período de recuperación del Changuito abarcó entre agosto de 2022 hasta principios de 2023. Sobre el cierre del ciclo de Hugo Ibarra, el santiagueño volvió a sumar minutos oficiales en busca de su mejor forma física y futbolística. Llegó a ingresar en los duelos por Liga Profesional ante Atlético Tucumán, Central Córdoba de Santiago del Estero y Talleres de Córdoba, pero una fuerte molestia en la rodilla izquierda producto de un traumatismo ante la T lo obligó a parar nuevamente. El departamento médico xeneize confirmó una nueva intervención quirúrgica: esta vez fueron los meniscos.
En abril de 2023, ya con Jorge Almirón a cargo, tuvo un retorno fallido ante Estudiantes de La Plata en la Bombonera. Reemplazó a Óscar Romero y sumó 17 minutos, pero la reciente lesión todavía lo aquejaba y tuvo que parar un tiempo más. La vuelta oficial fue por Copa Argentina ante Barracas Central en julio de ese año, donde se dio el gusto de actuar en su provincia natal. “Después de tres meses sin jugar estoy muy contento. Quiero agradecer a mi familia, a los que trabajan para mí y a mi novia, que tuvo un año muy difícil. Son aprendizajes de la vida, hay que seguir para adelante, como dicen mis viejos”, declaró Oscar Exequiel, quien aunque no lo usa lleva el primer nombre de pila de su padre, un bastión fundamental que lo acompañó en cada cancha desde que hacía las inferiores.
De ahí en adelante, Almirón lo tuvo muy en cuenta para el resto de la temporada, al punto tal que le dio minutos en 16 de los siguientes 17 partidos oficiales (solamente no lo utilizó en la revancha de las semifinales de la Libertadores ante Palmeiras en Brasil). En ese lapso completó cuatro partidos completos y se despachó con dos goles y cuatro asistencias. La última de ellas fue para Miguel Merentiel en la derrota de Boca en Córdoba ante Belgrano 4-3 por la Copa de la Liga Profesional. Zeballos sustituyó esa noche a Jorman Campuzano y duró apenas 9 minutos en cancha: la disputa de una pelota sobre la línea lo llevó a pisar mal y romperse los ligamentos cruzados anteriores de la rodilla derecha. Las lágrimas rodando por sus mejillas cuando salió acompañado de los auxiliares médicos lo dijeron todo.
A menos de un mes de la final de la Libertadores contra Fluminense en el Maracaná de Río de Janeiro, a Exequiel Zeballos nuevamente se les desvanecieron todos sus sueños. Otra vez un quirófano, otra vez una extensa recuperación, otra vez mirar la pelota de lejos, otra vez barajar y dar de vuelta. No todos los futbolistas están capacitados mentalmente para afrontar tres lesiones en un período de 14 meses. Y no sería descabellado asumir que a muchos de ellos se les hubiera cruzado la idea de tirar todos los esfuerzos por la borda, abandonar su carrera profesional y dedicarse a otra cosa. Pero al Changuito, con un poder de resiliencia pocas veces visto, nada lo sacó de su eje.
“Es un torito, nunca estuvo caído ni mal anímicamente. Cuando le ves la sonrisa y se le marcan los hoyuelos en las mejillas, es porque está bien”, cuentan quienes más lo conocen. La última lesión se produjo con el embarazo de su novia ya avanzado, motivo por el cual el refugio familiar fue la piedra fundamental para su recuperación física y mental. Después del cuchillo, inició las labores fuera del campo y, en muchas ocasiones, a contraturno de las sesiones diagramadas por el cuerpo técnico del club.
A semanas del parate por Copa América que hubo a mediados del 2024 y frente a su inminente vuelta a las canchas, dijo: “Estuve triste este tiempo, pero la vida es así y hay que seguir para adelante. Son experiencias que pasan, las lesiones me pasaron muy rápido, pero lo importante es estar siempre con felicidad y me pone muy contento estar a nada de volver a jugar”. El nacimiento de su hija fue un combustible diario para ponerse a punto y llevarla a la Bombonera para que lo acompañara y así poder dedicarle sus goles en vivo.
El gran retorno se dio en una situación casi límite: Boca había quedado en el segundo puesto de su zona en la Sudamericana y tuvo que disputar el repechaje contra Independiente del Valle sin sus cuatro refuerzos por la demora en la inscripción de los mismos. Diego Martínez lo mandó a la cancha en la ida, que terminó 0-0 en Quito, en reemplazo de Mauricio Benítez a falta de 20 minutos para el final. No lo metió en la revancha en la Bombonera, pero sí le concedió algunos minutos más en los duelos contra Defensa y Justicia e Instituto de Córdoba por la Liga Profesional. Luego de eso, la innovación con la que no terminó de sentirse cómodo.
Martínez lo ubicó como titular, pero en la inédita posición de enganche en los encuentros frente a Banfield y Barracas Central (3-0 y 1-1, respectivamente, en la Bombonera). No desentonó, pero tampoco se terminó de hallar. Más allá de estar dispuesto a ocupar el lugar que el cuerpo técnico le indicara, Zeballos es un wing puro que tiene preferencia por la banda izquierda para moverse a pierna cambiada. Desde allí, alternó titularidad y suplencia mientras que vio desde el banco de suplentes la eliminación frente a Cruzeiro en Brasil, resultado que comprometió la continuidad del DT.
Zeballos fue el jugador que mejor parado quedó durante la transición entre Diego Martínez y Fernando Gago con el interinato de Mariano Herrón en el medio: el Changuito es el único futbolista del plantel de Boca que sumó minutos en los últimos 16 partidos oficiales. Pintita, quien se siente muy identificado con el santiagueño por la hombría con la que afrontó las diversas lesiones al igual que le había tocado a él en sus tiempos de jugador, lo puso desde el banco en el debut ante Tigre y luego lo incluyó en el once titular en el resto de los cotejos que lleva dirigidos en el Xeneize con la excepción de la visita a Huracán, en la que le dio descanso pero igualmente le concedió los 20 minutos finales.
Las gambetas, bicicletas y desfachatez vuelven locos a los hinchas y por eso se transformó en uno de los más mimados por las tribunas de la Bombonera. Y la idolatría trasciende el el barrio de La Boca, ya que un niño saltó al campo de juego del estadio Tomás Ducó de Huracán para llegar a contactarlo y pedirle su camiseta.
La montaña rusa emocional que transitó el Changuito en los últimos meses incluyó su vuelta al gol contra Godoy Cruz a principios de noviembre, partido en el que no pudo contener las lágrimas de emoción, pero también una evidente muestra de carácter al plantarse frente al capitán Edinson Cavani, cuando el uruguayo le recriminó que largara la pelota tras el gol de Milton Giménez para el 1-0 ante Gimnasia La Plata en la Bombonera. A la vista de todos, chocaron el máximo referente del plantel con una impactante trayectoria a nivel internacional contra un pibe made in Boca Predio que no quiso que atropellaran sus pergaminos en la institución. El gesto, que quedó maquillado por el triunfo ante el Lobo, pero que generó especulaciones en cierto sector de la prensa, fue bien visto por el cuerpo técnico e incluso por el propio Cavani.
En el Consejo de Fútbol de Boca tienen claro que no tardarán en llegar ofertas por uno de sus diamantes en bruto. A la espera de la resolución por la situación de Cristian Medina, quien espera que acepten una propuesta desde Europa para emigrar, Juan Román Riquelme y compañía saben que los otros dos apuntados por clubes del exterior son Kevin Zenón y Zeballos. El Changuito, con contrato hasta diciembre de 2026, se enfoca y mentaliza en potenciar todo lo que mostró en el segundo semestre de este año con la confianza que Gago depositó en él.
Hace un tiempo, cuando todavía transitaba su camino por la Reserva, Riquelme lo había elogiado y anticipó qué le depararía el futuro: “Zeballos tiene cosas que se las veo a muy pocos. Patea con las dos piernas igual, patea tiros libres. Tiene muchísimas cosas y lo vamos a cuidar muchísimo, por eso lo vamos llevando de a poquito. Se igualó con los rivales en el nivel físico, ahora le falta un pasito más para igualar al de la Primera. Cuando logre eso, ahí ya va a hacer disfrutar al hincha de Boca sin dudas”.
“Mi sueño es jugar en la Bombonera y tirar magia”, es lo que mencionó el pequeño Exequiel surgido en Sarmiento de La Banda de Santiago del Estero cuando estaba a punto de mudarse a la pensión de Boca Juniors. Diez años después, el Changuito está cosechando su siembra. El futuro para Zeballos llegó hace rato.