Acaso algunos, por incredulidad o egolatría todavía no puedan o no quieran ver la realidad de un fenómeno que atraviesa las entrañas del ajedrez argentino. Un niño de 11 años, Faustino Oro, de poco más de 1,50 metro de estatura, de rostro ovalado, que usa gafas de color, y que sentado frente al tablero es capaz soltar incontables muecas y ademanes acompañados por una mirada de asombro permanente despierta el cariño y el interés de un público que se amontona para verlo, saludarlo y aplaudirlo. Se desató la Faustimanía y puso en jaque todo lo que hasta ahora era conocido.
Decenas de niños, jóvenes y adultos concurrieron hoy, por la tarde, al Club Argentino de Ajedrez (en la calle Paraguay 1858), en el barrio Recoleta de esta ciudad; el lugar de juego de la 5ª rueda de la serie final del 99° Campeonato Argentino Superior de Ajedrez, que reúne a 12 jugadores, seis de ellos con el título de gran maestro -5 son Top10 local- y otros seis que se reparten entre las categorías de maestro nacional, maestro FIDE y maestro internacional. Faustino Oro, quien en junio último logró este último título con plusmarca mundial -el de edad más precoz en conquistarlo-, es sin dudas la gran estrella de la función que a las 16 en punto se puso en marcha. Fue necesaria la intervención de los árbitros Juan Durán, Héctor Fiori e Iván Kiszkiewicz para desalojar la sala de un público que no paraba de tomarle fotos o hacerse selfis junto al niño. Incluso, su rival de hoy, el gran maestro y médico pediatra, de 53 años, le soltó un pedido a un fotógrafo desprevenido: “Por favor, no me hacés una buena foto con Faustino; no sé si voy a tener la posibilidad de jugar con él otra vez (risas)”.
Con la sala “Oscar Panno” (así bautizada el área de la escuela de la entidad) ya sin público, se puso en marcha la 5ª jornada, que al comienzo presentaba dos punteros: Sandro Mareco y Lucas Coro, con 3 puntos, y que al final de la misma sólo uno mantuvo la vanguardia. Mareco venció al joven Gaspar Asprelli, y llegó a los 4 puntos, mientras Coro que igualó con Diego Flores se ubicó en el puesto de escolta, con 3,5. El mismo puntaje que Fernando Peralta que superó a Pablo Acosta. También hubo una victoria, la de Leandro Krysa frente a Federico Pérez Ponsa, y un empate rápido entre Ariel Tokman y Germán Spata.
Pero los finales de cada partida no modificaron la atención del público, que agolpados “con la ñata junto al vidrio” desde una posición superior, observaban el interior de la sala vidriada. La partida entre Valerga (con blancas) y el niño Oro era la que mayor interés despertaba.
Pablo Sanz, secretario del Club e integrante de la Comisión Directiva que preside Matías Olivas, acompañado por Dolores Lotero (vicepresidente 1ª) y Hernán Perelman (vicepresidente 2°) y que tiene al periodista Luis Scalise entre sus vocales más destacados, le contó a Infobae: “No lo puedo creer; nunca vi el Club con tanta gente, y todas alentando a Faustino. Hace un par de años que estamos trabajando muy duro para cambiarle la cara al club, saneando sus finanzas y ocupándonos de sus mejoras edilicias. Y ver hoy acá a tanta gente disfrutando de las comodidades y de los servicios que brindamos me pone muy feliz”.
El Club Argentino de Ajedrez es la entidad decana de esta actividad, fundada el 17 de abril de 1905 (en el 1er piso del bar Los Altos de Luzio, en la esquina de las actuales arterias, Bartolomé Mitre y San Martín, y que desde 1948 funciona en el inmueble de la calle Paraguay casi esquina callao) estuvo a un paso de cerrar definitivamente sus puertas en tiempos de pandemia. Hoy subsiste con mucho ingenio y el aporte de sus casi 300 socios (250 activos) que pagan una cuota mensual de $12.000, que incluye además de la libre participación en los torneos, la posibilidad de tomar clases con maestros. De lunes a sábado, a partir de las 17, las escuelas del club abren sus puertas para niños y adultos, en todos sus niveles: inicial, intermedio y avanzado. Más de 100 chicos y chicas concurren a sus aulas, Thiago Chocala y Élida Rodríguez, son sus mejores representantes, los campeones argentinos en las categorías Sub 8 y Sub 12, respectivamente.
Después de algo más de dos horas de juego, la partida entre Valerga y Oro no decae en la atención. Cada jugada y cada respuesta exige la mayor precisión; un desliz puede sentenciar la suerte. Los teléfonos que cuentan con algoritmos de ajedrez en sus programas o la posibilidad de seguir en vivo los movimientos a través de la emisión del sitio Lichess.com que cuenta con el mejor programa de análisis “stockfish” son los preferidos por el público. Por eso a veces se oye la voz de un “experto” tiene que jugar Dama C8 porque sino está perdido”.
Después de tres horas de partida, Faustino, que quería recuperarse del traspié de la jornada anterior con Diego Flores, y Valerga, que sabe que su lucha no es por el título sino por el placer de jugar un buen ajedrez, comprenden que la posición es de igualdad y que intentar “romperla” sería demasiado arriesgado. Por eso, se miran, y sin necesidad de palabras, bajan sus miradas de conformidad y extienden sus manos. Es el final: tablas después de 30 movimientos de una defensa Caro Kann propuesta por el más pequeño.
Lo habitual es que, tras la partida, los jugadores analicen su propio juego. Qué hubiera pasado si jugaba ésta, no viste que tenías esta jugada, y si no cambiaba mi caballo, vos qué hacías. Y para poder hacer estos comentarios suelen alejarse de la sala de juego y ubicarse en otro salón para soltar libremente y en voz alta algunas de las frases mencionadas. Pero a veces no es así. Ni bien salieron del salón y se encontraron con el público, la mayoría de ellos se abalanzó sobre Fausti. “Te puedo dar un beso”, le dijo una señora mayor. “Nos hacemos una selfi”, le pidió una niña. “No te vayas Fausti quiero tener una foto con vos, yo fui presidente de este club”, le rogó Oscar Hansman.
Después de varios minutos, y sin abandonar la sonrisa y prestándose a cada foto con alegría, el niño Faustino Oro logró sentarse para analizar su partida junto a su rival Valerga. Y otra vez, la gente rodeó la escena. Fotos, vídeos y aplausos ante cada respuesta o jugada ingeniosa que el chico rescataba de su memoria ante cada variante que le proponía su rival. Es que no sólo podía reproducir de memoria lo que había jugado, sino que, además, recordaba los porqués (las diferentes variantes) de cada elección en lugar de otras que parecían más naturales. “Pero vos podrías haber jugado el caballo acá y eso me molestaba. Podías después jugar la torre, ese alfil y la dama a esta casilla y yo no quedaba bien”, le sugiere el niño al médico pediatra. Valerga parece aturdido. “No Fausti, no vi nada de eso; mis análisis llegaban hasta acá. Nunca pensé que podía ser tan buena esa jugada de caballo (risas)”.
Después, Diego Valerga le dijo a Infobae: “Este chico es un genio. A mi no me sorprende; me imaginaba y me preparé para la partida. Elegí una línea que era muy buena para mí y que lo obligaba a defenderse. Creí que en algún momento iba a fallar, pero no (risas). Hizo todas las buenas respuestas. No falló. Su futuro es enorme. Hay que entender que sólo tiene 11 años”.
Valerga y Oro, se dan el último saludo y la gente vuelve a romper el silencio con otro aplauso cerrado. No hay antecedentes de cosa igual. Hay un historial de una fuerte afición por el ajedrez; grandes figuras pasaron por esos históricos salones: 14 de los 21 campeones mundiales visitaron este club, Fischer estuvo allí, y Kasparov hasta participó de un torneo. Pero ahora es diferente, la gente se acerca para alentar, para verlo jugar. Faustino Oro desató una fiebre de ajedrez: La Faustimanía. Y todavía le queda mucho camino por recorrer.
Este domingo, a las 16, en el Círculo Torre Blanca (Sánchez de Bustamante 587) -el primer club que recibió a Faustino y dónde pulió sus rudimentos en el juego-, se jugará la 6ª rueda. En la partida más atrayente, el puntero del certamen y N°1 del ajedrez argentino, Sandro Mareco (con 4 puntos) llevará las piezas negras ante Faustino Oro (3). Otros choques: Coro (3,5) v. Spata (2,5), Peralta (3,5) v. Tokman (0,5), Krysa (2,5) v. Acosta (1,5), Asprelli (1,5) v. Pérez Ponsa (2,5) y Flores (3) v. Valerga (2).