La historia de Gabriel Milito, el pupilo de Guardiola que buscará ganar el título que más desea

El DT argentino intentará consagrarse campeón por primera vez en su carrera. Se trata de la Copa Libertadores, justamente un certamen muy ligado a la historia del club que lo vio nacer, Independiente

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Gabriel Milito buscará la consagración con Atlético Mineiro (REUTERS/Cris Mattos)
Gabriel Milito buscará la consagración con Atlético Mineiro (REUTERS/Cris Mattos)

“Sé que la perfección no existe, pero voy detrás de ella”. La definición pertenece a Gabriel Milito. Como futbolista debutó de manera profesional con una personalidad impropia de un chico de 17 años y durante su carrera tuvo que superar una infinidad de lesiones que cortaron de raíz su carrera. Pero las ataduras que lo imposibilitaban de jugar en el verde césped, fueron el factor clave para desarrollar su conocimiento de las tácticas. Desde su primera presencia con la camiseta de Independiente, en 1997, sacó a relucir su talento para liderar y su amor obsesivo por estar pendiente de todos los detalles. A esto, se sumó una extensa lista de históricos entrenadores que marcaron su vida. Milito, un central elegante y un director técnico que tiene al juego posicional de balón como su fundamento principal, comandó al Atlético Mineiro a la final de la Copa Libertadores, en busca de consumar su primer título como estratega.

Oriundo de Bernal, sus primeros pasos en el fútbol estuvieron signados por una eterna disputa con su hermano, Diego. Uno con el corazón pintado de rojo, el otro de celeste y blanco. Uno delantero, goleador nato. El otro, un marcador central fino y con una técnica sobresaliente para su posición. A pesar de los retos por parte de madre y padre, en la cancha no existía la familia y ambos libraron duelos memorables durante el clásico de Avellaneda. Un partido dejó un insulto referente a la madre de ambos, un episodio que todavía perdura en el fútbol argentino. No obstante, las asperezas quedaron atrás y los dos hicieron presencia en sus respectivas despedidas tras colgar los botines en el Cilindro y en el Libertadores de América. Incluso, supieron compartir vestuario en el Zaragoza durante una temporada.

En el Viejo Continente, sus caminos se volvieron a separar como en sus inicios: Gabriel se fue al Barcelona y Diego, al Inter de Italia. En el elenco catalán, el por entonces defensor conoció a uno de los hombres que empezó a marcar su camino como técnico: Pep Guardiola. “Algo que aprendí de él es a defender mientras se ataca. Pep es un fanático del ataque, pero también de la defensa, por eso sus equipos son los menos goleados. Asume riesgos que no asume casi nadie. Además de tener muy buenos jugadores, él tácticamente es el Messi de los entrenadores”, explicó en una entrevista con Clank. Y, a pesar de la impronta que tuvo el español en sus conocimientos tácticos, también otros estrategas tuvieron injerencia en su punto de vista, ya que fue dirigido por entrenadores rutilantes que marcaron su vida, como César Menotti, José Pékerman y Marcelo Bielsa.

La despedida de Gabriel Milito con la camiseta de Independiente (Foto Télam)
La despedida de Gabriel Milito con la camiseta de Independiente (Foto Télam)

Colgó los botines con el club de sus amores, a sus 31 años. El dolor producto de las lesiones -sufrió dos roturas de ligamentos cruzados- impactó de manera negativa en la trayectoria de Milito. Sin embargo, el Mariscal puede decir que tuvo una carrera envidiable para gran parte del fútbol. Más allá de los 10 trofeos que posan en su vitrina personal, algunos sin tanta presencia en el terreno de juego, siempre aportaba su parte desde donde le tocó. Incluso, se negó a participar de los festejos con el Barcelona de la histórica temporada 2009. “No está acá con nosotros Gaby Milito. No quiso salir acá porque es un boludo, nada más. Pero a pesar de que no estuvo acá, estuvo siempre al lado nuestro, apoyándonos. Tuvo un año muy complicado y en todo momento estuvo con nosotros. Por eso, esto es de él también”, expuso Lionel Messi frente a miles de aficionados.

Pese a todo, Milito puede decir que fue capaz de cumplir sus objetivos como futbolista y sus promesas. “Sólo me voy a ir cuando salga campeón”, comentó en su época de Independiente, cuando todos los equipos querían quedarse con un marcador central prodigioso. Y cumplió. Con la cinta de capitán en su brazo, a la edad de 22 años, la actuación del Mariscal fue trascendental para consagrarse campeón del Torneo Apertura 2002 con Independiente, el último campeonato local que levantó la institución de Avellaneda. Además, no conforme con esto, bajó el telón de su carrera con la camiseta del Rojo, en el lugar que lo vio crecer y formarse.

“Nací en Independiente, el Rey de Copas. Siete copas Libertadores, el equipo más ganador de la historia. Todo el tiempo con esto de que Independiente es el Rey de Copas. En los últimos años Independiente, siendo el Rey de Copas, las paradojas que tiene el fútbol: no pude jugar Copa Libertadores. Pero la historia está ahí, todo lo que conquistó es innegable y no se borra. Quedará para siempre. Pero sí, mi formación ha sido en Independiente y por supuesto tiene con la Copa Libertadores, en cualquier pasillo que uno recorre del club, están ahí las copas”, reflexionó alguna vez sobre el amor que tiene por el conjunto de Avellaneda, que derivó en una obsesión por la competición más importante del continente.

Gabriel Milito llevó a Argentinos Juniors a los octavos de final de la Copa Libertadores (EFE/Juan Mabromata POOL)
Gabriel Milito llevó a Argentinos Juniors a los octavos de final de la Copa Libertadores (EFE/Juan Mabromata POOL)

“Los pases tienen que servir para algo. Podés tener la posesión, pero si no pateás al arco, no me gusta. Tener la pelota para dominar, sí. Pero si no sabés qué hacer con ella, es mejor que la tenga el rival”, la definición de Milito explica lo que quiere para sus equipos. Paradójicamente, su debut en el banco de suplentes fue por la Copa Libertadores bajo el mando de Estudiantes de La Plata, misma competición que diez años después le pueda dar su mayor alegría como entrenador. Su primera experiencia fue sobresaliente, con un fútbol vistoso que empezaba a demostrar la visión del flamante entrenador. Sin embargo, no lo pudo replicar en el club de sus amores, ya que su ciclo en Independiente solo duró 19 partidos. No obstante, fue una pieza fundamental para el futuro futbolístico del Rojo, ya que tuvo de pupilos a estrellas como Fabricio Bustos, Maximiliano Meza, Emiliano Rigoni, entre otros.

Tras un paso en el exterior por O’Higgins de Chile y una vuelta a Estudiantes, Milito volvió a reencontrarse con un club ideal para explotar su obsesión por la táctica y llevar a cabo su idea de juego. “No obligo a nadie a hacer algo que no quiera, lo que busco es convencerlos. Creo mucho en lo que siento. Sé que no es la única manera, pero tenés que trabajar y buscar lo que más te gusta”, definió su forma de trabajo, en el que hace hincapié en entablar una gran relación con sus dirigidos. Y en Argentinos Juniors todos creyeron en su ideología.

Gabriel Milito comando a Atlético Mineiro a la final de la Copa Libertadores (EFE/ Gastón Britos)
Gabriel Milito comando a Atlético Mineiro a la final de la Copa Libertadores (EFE/ Gastón Britos)

Gabi elevó el nivel de juego del Bicho y lo llevó a unos octavos de final de la Copa Libertadores. No deja nada al azar. A pesar de que su dibujo favorito en los últimos años sea con una línea de tres en el fondo, que se destaca por contar con un futbolista con características de mediocampista central con buen pie, el cual rompe la defensa constantemente para ser el pilar en la gestación de las jugadas, analiza exhaustivamente todas las facetas del equipo rival para definir el armado de su once. Con un cuerpo técnico nutrido por diferentes especialistas, otra de las facetas que se destaca es la implementación de la tecnología en los entrenamientos y en el seguimiento del armado de sus planteles.

Después de su paso por La Paternal, se le abrió la puerta de mudarse a Brasil para dirigir al Atlético Mineiro. Gabi tomó el mando del Galo en el arranque del 2024, con el objetivo de volver a posicionarlo en lo más alto de América y de asentarse como uno de los contendientes a imponerse en el Brasileirao. A pesar de que este último no lo consiguió, ya que marcha décimo, en puestos de Copa Sudamericana, en el otro está a un solo paso de cumplir con la demanda. Y esta no fue nada fácil, ya que para llegar a la final de la Copa Libertadores tuvo que sortear en el camino a rivales del calibre de San Lorenzo, Fluminense y River Plate.

“Para mí era un sueño como jugador poder jugar la Copa, algo que no me pasó, pero ahora que soy entrenador, siempre se me viene Independiente a la cabeza porque es mi club. Y la relación de Independiente con la Copa Libertadores es muy fuerte y yo crecí en ese club. Entonces de alguna manera me encantaría poder ganarla. Por Atlético Mineiro, por supuesto, y aparte para sentir ese sabor que debe ser tan especial de poder levantar esa copa”, alega. Ahora, con más de 300 partidos dirigidos a sus espaldas y diez años ejerciendo su rol como entrenador, Milito solo tiene a Botafogo como la única piedra en su camino para consagrarse campeón por primera vez. Justamente, en la competición que lo vio nacer como estratega y que tiene al club de sus amores como máximo ganador.

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