Los hinchas argentinos llegarán al Palacio de los Deportes José María Martín Carpena de Málaga, con gran expectativa y previendo los respectivos controles que puedan surgir en las inmediaciones, el perímetro que circunda al estadio y dentro mismo del recinto de competencia. Pero si algo de esto es la preocupación, los asistentes a la serie ante Italia por los cuartos de final de la Copa Davis se llevarán una gran sorpresa.
En todos los espectáculos con gran convocatoria de público y que, como sucede generalmente, son una gran caja de resonancia, el tema de la seguridad se apunta como prioritario para los espectadores y las figuras que aglutinan a las masas, con la supervisión de los organizadores. Sin embargo, en esta ocasión, aparecen puntos en los que el trabajo de inteligencia debe generar una gran confianza.
Para comenzar, lo primero que verán será al personal de una empresa de seguridad privada caminando de un lado hacia otro, exhibiendo elementos de persuasión sujetados a su uniforme. Lo más destacado de ellos son las esposas, lo que indica que están entrenados y habilitados para realizar, al menos, contenciones mecánicas.
Un batallón de voluntarios, muchos de ellos muy jovencitos, se apostan en cada una de las puertas de ingreso a la platea. De buen trato y con celeridad, miran y aciertan en indicar puerta y camino para sentarse en el lugar que indica el papel o la pantalla del celular.
De todas maneras, cualquiera que lo desee puede acercarse al perímetro que rodea al estadio para caminar, consumir en los food tracks o mirar los partidos en pantalla gigante. Para nada de esto hace falta entrada ni demostrar que a uno le interesa el tenis.
Llama la atención la ausencia de scanners de personas o bolsos, tal vez por el alto grado de confianza que existe sobre que nadie que llegue allí lo hará sin su correspondiente entrada o sólo para ver tenis. En algunos de los sectores en los que se precisa algunas de las acreditaciones físicas y a la vista, el control inicial de acceso aparece como estricto, aunque esos elementos no se escanean. En el ingreso de Prensa, eso ocurre sólo la primera vez que se cruza el acceso.
El grado de confianza en que nada va a suceder aumenta cuando algunas de las entradas pueden ser impresas, ya sean las que se envían por correo como las que se entregan en mano. En todas estas formas hay un soporte físico, el que puede no ser único y, por tanto, no anulable. Más allá de los códigos y QR que se muestran, a la hora de ingresar al recinto y sentarse en una butaca, no hay control, alcanza con mostrar el papel y comenzar a subir o bajar escalones.
Se vieron movimientos de personas que salían de un sector de la platea y que terminaban en otro lugar sin que se les solicitara comprobante alguno. Lo mismo que quienes ingresaban al estadio desde el anillo perimetral, pasaban en medio controles y seguridad sin que le impidieran el paso. El único impedimento que encontrará quien se movilice por el estadio será la cortina de las puertas y el amable comentario de alguno de los voluntarios allí presentes: “Debe esperar al cambio de lado”.
A modo de ejemplo, en los grandes torneos existen scanners, detectores de metales, revisión de bolsos (en algunos de ellos no permiten ingresar con ellos y los obligan a dejarlos en gabinetes cerrados) y chequean todo el tiempo las entradas y credenciales, tanto de ingreso al predio como a las plateas de los estadios. Detalles que la organización de la Copa Davis parece tomarlos con suficiencia o con exceso de confianza.
La Selección Argentina de Tenis YPF disputará los cuartos de final ante el último campeón de la Ensaladera de Plata, Italia, que cuenta en su plantilla con el número 1 del escalafón mundial, Jannik Sinner. El cruce será este jueves, desde las 13 (hora de Argentina), y será transmitido por Dsports y TyC Sports.