El martes en Málaga comenzó con sensaciones encontradas para todos los que se acercaban al Palacio de los Deportes José María Martín Cárpena de Málaga. Es que la ilusión que generaba ver a España enfrentarse con Países Bajos por los cuartos de final de la Copa Davis contrastaba con la posibilidad de disfrutar por última vez a Rafael Nadal en una cancha de tenis. Y sucedió nomás.
La selección naranja fue imposible para los ibéricos: se impuso en dos puntos de la llave a tres partidos. En el primer turno de la serie, el nacido en Manacor perdió ante Botic Van de Zandschulp, por un doble 6-4, a pesar del apoyo constante de las 11.300 personas presentes en el recinto andaluz. Tras el duelo frente al número 80 del mundo, el mallorquín apeló a una brutal autocrítica y afirmó que si él estuviera en el lugar de David Ferrer, capitán de la selección ibérica “pondría a otro jugador”.
Más tarde y en el promedio de la jornada, Carlos Alcaraz fue al rescate de la ilusión de los amantes del deporte y barrió con las intenciones de Tallon Griekspoor. El de Alicante se impuso 7-6 (0) y 6-3, y todo se definiría un par de horas después con el dobles.
El encuentro por parejas que definió el enfrentamiento fue una batalla punto a punto. Marcel Granollers y Alcaraz hicieron todo lo posible, pero el dúo compuesto por Van de Zandschulp y Wesley Koolhof se impuso con un doble 7-6. Chau serie. Chau Rafa.
Una vez finalizado el encuentro y que los dirigidos por David Ferrer procesaron la derrota, el estadio le rindió homenaje a su ídolo. Solo, indefenso en una cancha en la que supo ser imbatible y con lágrimas en los ojos intentó hablar. Entre la ovación y el nudo en la garganta, Rafa agradeció a todos los que lo acompañaron a lo largo de estos 23 años como profesional.
“Me voy del tenis profesional habiendo encontrado muchísimos amigos en el camino. Con la tranquilidad de que, de alguna manera, he dejado un legado no solo deportivo, también personal, porque entiendo que el cariño que recibo alrededor del mundo, si fuera solo por lo que he hecho en la pista, no sería el mismo”, sostuvo el mallorquín en su discurso.
Después de 22 conquistas de Grand Slam, 14 de ellos en Roland Garros, y 92 títulos ATP, con todo un mundo que conoce de su esfuerzo, el de Manacor consideró que hacía falta remarcarlo, seguir dando el ejemplo. “He intentado esforzarme cada día para ser mejor, para cumplir objetivos, y he intentado hacerlo desde el respeto, desde la humildad, desde el valorar todas las cosas buenas que me han ido pasando. He intentado algo que para mí es lo más importante en este mundo, que es ser buena persona”.
Y, por último, remarcó que este no fue su deseo, fue el de su físico. “Uno nunca quiere llegar a este momento. Sinceramente, no estoy cansado de jugar al tenis, pero el cuerpo ha llegado a un momento en el que no quiere jugar más, y hay que aceptar la situación. Aunque mi carrera ha sido muchísimo más larga de lo que jamás hubiera imaginado”.
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